1
Juan 7.37; Juan 14.3
Mateo 23.37
A Jesucristo ven sin tardar,
que entre nosotros hoy Él está;
y te convida con dulce afán,
tierno diciendo: «Ven».
c
¡Oh cuán grata nuestra reunión!
cuando al fin en celestial mansión
con Él estemos en comunión,
gozando eterno bien.
Piensa que Él sólo puede colmar
tu triste pecho de gozo y paz;
y porque anhela tu bienestar,
vuelve a decirte: «Ven».
Su voz escucha sin vacilar,
y grato acepta lo que hoy te da.
Tal vez mañana no habrá lugar;
no te detengas, ven.
2
Filipenses 2.8
Hebreos 2.9
Desde la gloria el Salvador
vino a morir por el pecador.
Hasta la cruz fue con gran amor:
Él murió por mí.
c
Él murió por mí,
Él murió por mí;
canto con gozo de mi Señor,
Él murió por mí.
Cristo pagó todo a mi favor,
obra costosa del Redentor.
Ya perdonado, no soy deudor:
Él murió por mí.
Grata noticia de salvación:
ya no veré la condenación.
Cristo llevó toda transgresión,
Él murió por mí.
3
Jeremías 35.17
Hebreos 2.3
A ti, pecador, Dios llamándote está.
¿En vano le dejas llamar?
Llamó cuando en calma tu viaje iba bien,
llamó en la tormenta del mar.
c
¡Oh vuélvete ahora, navega hacia el puerto!
pues Cristo es el ancla allá.
Millones viajando sin rumbo han muerto:
tu alma en peligro está.
Y tú, pecador, que no quieres oír,
muy sordo has sido a su voz;
te cansas de tanto escucharle llamar,
¿y qué si se cansara Dios?
Si hoy, pecador, el Espíritu ya
decide alejarse de ti,
dejándote solo, no contenderá,
por más que quisieras que sí.
Tal vez, pecador, la paciencia de Dios
muy pronto se pueda agotar;
y al puerto celeste, al cual te llamó,
ya nunca te deje arribar.
4
Mateo 27.22
Josué 24.15
¿Qué voy a hacer con el Señor Jesús?
¿Hoy le recibiré?
¿Qué escogeré? ¿El mundo y su placer,
o a Cristo seguiré?
c
Yo sí, yo sí, yo sí,
confiado, oh Cristo, en Ti, te seguiré.
Comprado soy; tu sangre el precio fue,
y tuyo quiero ser.
Tu grande amor me ablanda el corazón,
despierta en mí la fe.
Yo creo en Ti; no puedo ya dudar,
a Cristo miraré.
5
Lucas 15.2
1 Timoteo 1.15
Bienvenida da Jesús
(créelo, pobre pecador)
al que, en busca de la luz,
vague ciego y con temor.
c
Volveremos a cantar:
Cristo salva al pecador.
Claro hacedlo resonar:
Cristo salva al pecador.
Ven. Con Él descansarás.
Ejercita en Él la fe.
De tus males sanarás;
a Jesús tu amigo ve.
Hazlo, porque así dirás:
«Ya no me condenaré.
Ya la ley no pide más;
la cumplió Jesús, lo sé».
Recibirte prometió;
date prisa en acudir.
Necesitas, como yo,
vida que Él te hará vivir.
6
Efesios 2.8
Juan 19.30
¿Cómo puede el ser humano
paz con Dios gozar?
Si sus obras son en vano,
¿quién se va a salvar?
c
«¡Consumado es!» por Cristo,
todo hecho está.
Salvación Él ha provisto,
sí, ¿le aceptas ya?
Satisfecho, Dios ofrece
su inefable don,
aunque nadie aquí merece
esta salvación.
Sin dinero, es gratuito,
nada hay que pagar;
don eterno, infinito,
Dios te quiere dar.
Basta ya de religiones,
no te ayudarán.
Ritos, rezos, tradiciones,
paz jamás darán.
7
Lucas 17.15-16
Efesios 2.8
Te agradezco, oh Dios, mi Señor,
por llamarme en tu gran amor.
Tengo ya completo perdón,
la vida eterna y redención.
Te agradezco por la verdad
que me da tal seguridad:
no se pierde la salvación;
es por tu gracia, un rico don.
Te agradezco, pues, ¡salvo soy!
Mucho amor y gloria te doy.
«No por obras», por fe lo vi,
que Cristo fue quien pagó por mí.
8
1 Juan 4.8
Juan 3.16
¡Oh amor de Dios! su inmensidad
el hombre no podrá contar,
ni comprender la gran verdad
que Dios al hombre pudo amar.
Cuando el pecar entró al hogar
de Adán y Eva en Edén,
Dios los sacó, mas prometió
un Salvador también.
c
¡Oh amor de Dios! brotando está,
inmensurable, eternal.
Por las edades durará,
inagotable raudal.
Si fuera tinta todo el mar
y todo el cielo un gran papel,
y todo hombre un escritor,
y cada hoja un pincel,
para escribir de su existir,
no bastarían jamás.
Él me salvó, y me lavó;
me da el cielo además.
Y cuando el mundo pasará
con cada trama y plan carnal,
y todo reino caerá
con cada trono mundanal,
el gran amor del Redentor
por siempre durará.
La gran canción de salvación
su pueblo entonará.
9
Marcos 5.36
Hechos 16.31
El mensaje antiguo es,
muy vigente a la vez;
oye hoy con interés,
¡créelo ahora!
Se te ofrece salvación,
vida eterna, paz, perdón,
y en el cielo una mansión,
¡créelo ahora!
c
¡Créelo ahora! ¡Créelo ahora!
¿Por qué vas a demorar?
Ven hoy mismo sin tardar.
¡Créelo ahora! ¡Créelo ahora!
Pues no siempre habrá lugar.
¡Créelo ahora!
«En la senda del error
ando yo, un pecador;
necesito al Salvador,
creo ahora.
¡Qué destino tan atroz!
¡Ten piedad de mí, oh Dios!
A mi vicio dije: ‘Adiós’;
¡creo ahora!»
«En la cruz Jesús murió;
Él por mí su vida dio.
Todo hecho ya quedó,
creo ahora.
¡Oh, qué gran seguridad!
¡Salvo por la eternidad!
Esta es mi oportunidad,
¡creo ahora!»
10
Santiago 4.14
Isaías 55.6
Nuestra vida acabará,
cual las hojas caerá,
cual el haz se ligará.
Busca a Dios.
Vuela cada día veloz,
y volando da su voz:
«Ven a dar tu cuenta a Dios».
Busca a Dios.
c
Busca a Dios, busca a Dios.
Entre tanto tengas tiempo, busca a Dios.
Si te atreves a esperar,
Dios la puerta cerrará.
Te dirá: «Es tarde ya». Busca a Dios.
Pierde el hombre su vigor,
se marchita cual la flor,
desvanece cual vapor.
Busca a Dios.
Como el río aprisa va
hasta entrar al vasto mar,
vas así a la eternidad.
Busca a Dios.
Clama a Dios de corazón
con sincera contrición,
por Jesús Dios da perdón.
Busca a Dios.
Si no escuchas al Señor,
si desprecias su perdón,
te acarreas perdición.
Busca a Dios.
11
Juan 3.16, Juan 3.36
Ezequiel 18.4
El evangelio santo
anuncia al pecador
que Dios al mundo amó
y diole un Salvador.
c
Y quien en Cristo creerá
de vida eterna gozará,
de vida eterna gozará.
«Aquel que peca muere»,
así Dios sentenció.
Mas Cristo, por amor,
su propia vida dio.
El Salvador del mundo
no vino a condenar;
mas vino por su cruz
los hombres a salvar.
12
Salmo 16.2, Salmo 16.11
Jeremías 2.13
¡Oh! Cristo en Ti, sí, sólo en Ti,
mi corazón halló
la paz, perdón, que con afán
sin descansar buscó.
c
Ya ningún bien sin Cristo habrá;
Él sólo para mí.
Luz, gozo, paz y gran felicidad
se encuentran sólo Cristo en Ti.
El mundo con afán probé
y mi alma lo gustó.
Mas descontento me quedé
y mi alma se afligió.
Gemí por paz, felicidad;
busquelas más que a Ti.
Mas cuando Cristo me salvó,
me satisfizo a mí.
13
Juan 6.68
1 Pedro 1.23
¡Oh, cantádmelas otra vez!
bellas palabras de vida.
Hallo en ellas consuelo y paz,
bellas palabras de vida.
Sí, de luz y vida,
son apoyo y guía.
¡Qué bellas son, qué bellas son!,
bellas palabras de vida.
¡Qué bellas son, qué bellas son!,
bellas palabras de vida.
Jesucristo a todos da
bellas palabras de vida.
Hoy recíbelas, pecador,
bellas palabras de vida.
Bondadoso te salva
y al cielo te llama.
¡Qué bellas son, qué bellas son!,
bellas palabras de vida.
¡Qué bellas son, qué bellas son!,
bellas palabras de vida.
Grato el cántico sonará,
bellas palabras de vida.
Tus pecados perdonará,
bellas palabras de vida.
Sí, de luz y vida,
son apoyo y guía.
¡Qué bellas son, qué bellas son!,
bellas palabras de vida.
¡Qué bellas son, qué bellas son!,
bellas palabras de vida.
14
Gálatas 2.20
1 Timoteo 1.15
Oí hablar de un Salvador,
quien por mí, quien por mí,
el más indigno pecador,
aun por mí, aun por mí,
su patria celestial dejó;
forma de hombre Él tomó,
y en vil cruz su vida dio,
aun por mí, aun por mí.
Crucificado fue Jesús,
aun por mí, aun por mí,
y abandonado de su Dios,
fue por mí, fue por mí.
Tu voz me dice, Salvador:
«Llevado por intenso amor,
por ti sufrí tanto dolor,
sí, por ti, sí, por ti».
15
Hechos 26.28-29
Amós 4.12
Una línea rebasa el que ignora al Señor,
y el Espíritu no llama más.
Con el mundo tú corres veloz, sin temor:
piensa bien, piensa bien, ¿qué harás?
c
Piensa bien, ¿qué harás?,
hoy podrías morir;
tus placeres aquí dejarás.
Al infierno, sin Cristo, tendrías que ir:
piensa bien, piensa bien,
¿qué harás?
¿Cómo despreciarás el regalo de Dios,
por los vicios que tú amas más?
De este mundo, quizás, quieres hoy ir en pos:
piensa bien, piensa bien, ¿qué harás?
En su misericordia Dios quiere salvar,
pero tiempo no siempre tendrás.
Hoy la puerta está abierta y puedes entrar:
piensa bien, piensa bien, ¿qué harás?
16
Apocalipsis 1.5
Hebreos 9.22
¿Qué me puede dar perdón?
Sólo de Jesús la sangre.
¿Y un nuevo corazón?
Sólo de Jesús la sangre.
c
Precioso es el raudal
que limpia todo mal.
No hay otro manantial,
sólo de Jesús la sangre.
Veo para mi salud
sólo de Jesús la sangre.
Tiene de sanar virtud
sólo de Jesús la sangre.
Cantaré junto a sus pies:
«Sólo de Jesús la sangre.
¡El Cordero digno es!
Sólo de Jesús la sangre».
17
Jeremías 8.20
Romanos 14.12
¿Cómo puedes pecar sin temor contra Dios,
echando en olvido su amor?
¿Cómo puedes vivir rechazando la voz
de Cristo, tu buen Salvador?
c
El verano acabó, la cosecha pasó,
y tenemos que ir y la cuenta rendir
delante del trono de Dios.
¿Cómo puedes pensar que al infierno tú vas,
sin estremecerte de horror,
sin pedir a tu Dios mientras tengas lugar
que tenga de ti compasión?
Cuando acabe el verano y llegue la mies,
la muerte vendrá con su hoz,
y tendrás que dar cuenta ante Cristo, tu Juez;
entonces no habrá salvación.
Cuando Dios haya puesto su trono de luz,
llamándote a su tribunal,
y buscares en vano refugio en Jesús,
¡qué espanto y terror sentirás!
18
1 Juan 1.7
Lucas 6.19
¿Quieres ser libre del vicio y del mal?
Virtud hay en Él, virtud en Él.
¿Quieres por Él la victoria ganar?
Por siempre virtud hay en Él.
c
Hay poder, sí, sin igual poder
en Jesús que murió.
Hay poder, sí, sin igual poder
por la sangre que vertió.
¿Quieres ser puro, aceptable al Señor?
Virtud hay en Él, virtud en Él.
Te limpiará con la sangre que dio.
Por siempre virtud hay en Él.
¿Quieres ser libre de tu vanidad?
Virtud hay en Él, virtud en Él.
Pide a Jesús que te dé su humildad.
Por siempre virtud hay en Él.
19
Efesios 2.1-6
Tal como soy, sin más decir
que a otro yo no puedo ir,
y Tú me invitas a venir,
bendito Cristo, vengo a Ti.
Tal como soy, sin demorar,
del mal queriéndome librar;
me puedes sólo Tú salvar,
bendito Cristo, vengo a Ti.
Tal como soy, en aflicción,
expuesto a muerte, perdición,
buscando vida, paz, perdón,
bendito Cristo, vengo a Ti.
Tal como soy, tu grande amor
me vence, y con grato ardor
servirte quiero, mi Señor;
bendito Cristo, vengo a Ti.
20
1 Pedro 1.19
1 Corintios 6.20
Comprado con sangre por Cristo,
con gozo al cielo yo voy;
librado por gracia infinita,
ya sé que su hijo yo soy.
c
Lo sé, lo sé, comprado con sangre yo soy.
Lo sé, lo sé, con Cristo al cielo yo voy.
Soy libre de pena y culpa,
su gozo Él me hace sentir.
Él llena de gracia mi alma,
con Él es tan dulce vivir.
En Cristo yo siempre medito,
y nunca le puedo olvidar;
callar sus favores no quiero,
voy siempre a Jesús alabar.
21
Efesios 2.3, Efesios 2.12
Romanos 5.8
Años mi alma en vanidad vivió,
ignorando a quien por mí murió,
o que en el Calvario padeció
el Salvador.
c
Mi alma allí divina gracia halló;
Dios allí perdón y paz me dio.
Del pecado allí me libertó
el Salvador.
Por la Biblia miro que pequé,
y su ley divina quebranté.
Mi alma entonces contempló por fe
al Salvador.
Oh, qué gozo tengo desde que
entendí la salvación por fe,
y por siglos siempre cantaré
al Salvador.
En la cruz su amor Dios demostró,
y de gracia al hombre revistió,
cuando por nosotros se entregó
el Salvador.
22
Juan 7.37
Salmo 51.17
«Venid a Mí», el Salvador dice
a los que tienen sed.
«Venid y de la célica fuente
de salvación bebed».
c
Su voz os llama del cielo,
¿queréis a Cristo ir?
Su salvación, cual libre don,
podréis hoy recibir.
«Venid a Mí; si andáis en trabajos,
tendréis descanso así.
Llevad mi yugo sobre vosotros
y aprended de Mí».
Jesús al corazón quebrantado
jamás rechazará;
mas ¡ay de quien no quiera oírle
y en el pecado está!
Colmaros quiere de bendiciones
el tierno Salvador.
Jamás oigáis con indiferencia
su dulce voz de amor.
23
Lucas 15.21
1 Corintios 6.11
Me hirió el pecado, fui a Jesús,
mostrele mi dolor.
Perdido, errante, vi su luz;
bendíjome en su amor.
c
En la cruz, en la cruz,
do primero vi la luz
y las manchas de mi alma yo lavé.
Fue allí por la fe do vi a Jesús,
y siempre feliz con Él seré.
En una cruz, mi Salvador
su sangre derramó
por este pobre pecador,
a quien así salvó.
Venció la muerte, ¡qué placer!,
y el Padre lo exaltó.
Espero sólo en su poder;
morir no temo yo.
Aunque Él se fue, conmigo está
el gran Consolador;
por Él entrada tengo ya
al reino del Señor.
Vivir en Cristo trae la paz;
con Él habitaré;
ya suyo soy, y de hoy en más
a nadie temeré.
24
Hechos 10.43; Hechos 17.32
Hebreos 12.25
Otra vez el evangelio
escuchaste, pecador;
otra vez la voz de Cristo
te ha hablado con amor.
c
Ven creyendo, ven creyendo;
ven a Cristo y vivirás.
Ven creyendo, ven creyendo;
ven a Cristo y vivirás.
Tu alma es campo de batalla
entre el diablo y Jesús;
quiere Satanás tu muerte,
Cristo quiere tu salud.
Ríndete a Cristo, y deja
tu atrevida rebelión.
Vuelve a Dios contrito ahora,
y recibe su perdón.
25
Efesios 2.12
Lucas 13.25
¡Sin un Salvador, sin Cristo!
Oh, ¿cómo puede ser?
Cual un barco sin piloto
en un tempestuoso mar.
c
Sin refugio ni esperanza,
sin Jesús, ¿por qué vivir?
¿Qué será morir sin Cristo?
¡Qué terrible porvenir!
Sin un Salvador, sin Cristo,
¡qué lúgubre existir!
Sin alivio ni consuelo
ahora y en lo porvenir.
Sin un Salvador, sin Cristo,
sin un amigo fiel:
triste es vivir sin Cristo.
¿Qué sería morir sin Él?
Sin un Salvador, sin Cristo:
sin luz navegarás.
¡Oh, refúgiate en Cristo!
pues sin Él te perderás.
¡Sin un Salvador, sin Cristo!
En Él confía ya;
antes de cerrar la puerta,
entra, y Él te salvará.
c
Con refugio y esperanza,
con Jesús grato es vivir.
¡Oh, qué paz morir con Cristo!
¡Qué glorioso porvenir!
26
Mateo 7.14
Juan 1.43
Viajando al cielo arriba voy,
¿quieres ir? ¿quieres ir?
De Dios la invitación te doy,
¿quieres ir?
Millones han llegado ya,
con Cristo están en gloria allá,
y tú que estás aún acá:
¿quieres ir? ¿quieres ir?
En calles de oro andaré,
¿quieres ir? ¿quieres ir?
Ni penas ni dolor tendré,
¿quieres ir?
Celeste hogar ¡qué bendición!
ni enfermedad, ni maldición;
jamás habrá separación.
¿Quieres ir? ¿Quieres ir?
Camino angosto es Jesús,
¡puedes ir! ¡puedes ir!
La puerta estrecha abrió en la cruz,
¡puedes ir!
Creyendo en Él hay salvación,
seguridad, satisfacción,
y no verás condenación.
¡Puedes ir! ¡Puedes ir!
«El cielo oyó mi decisión:
¡sí iré! ¡sí iré!
Acepto ya la invitación,
¡sí iré!
A mis amigos digo ‘Adiós’,
caminaré de Cristo en pos,
por el Calvario llego a Dios.
¡Sí iré! ¡Sí iré!»
27
Lucas 17.11; Lucas 18.36; Lucas 19.1
¿Hay corazón esperando,
triste, anhelando perdón?
Hoy Cristo viene pasando,
te ofrece tal bendición.
c
Cristo Jesús va pasando
muy cerca de aquí.
Cristo Jesús va pasando,
pasando cercano a ti.
¿Hay corazón hoy vagando,
lejos, sin rumbo ni paz?
Cristo te viene buscando,
pasando allí donde estás.
¿Hay corazón quebrantado,
que quiere ya descansar?
¿Oyes, de Cristo, el llamado?
Pasando, Él puede salvar.
Ven, pecador, sin demora;
pronto Jesús pasará,
y si no vienes ahora,
al irse, te dejará.
28
Marcos 9.43-44
Apocalipsis 20.11-15
El infierno es tenebroso,
luz allí nunca va haber;
solitario, silencioso,
triste fin vas a tener.
c
Huye de la perdición,
Dios te ofrece salvación.
¿Cuál será tu decisión?
El infierno es un abismo
insondable, aterrador;
ir allí es un bautismo
en el fuego abrasador.
El infierno es para siempre,
nadie deja de existir;
y el que por sus puertas entre,
no podrá jamás salir.
Gran rescate ya pagado
fue por Cristo en la cruz;
del infierno ya salvado,
gozarás de eterna luz.
29
Juan 15.15
Lucas 10.30-37
Yo quisiera hablarte del amor de Cristo,
pues en Él hallé un amigo fuerte y fiel;
por su gracia transformó mi vida entera;
lo que en esta vida soy lo debo a Él.
c
Nadie pudo amarme como Cristo;
es incomparable su amistad.
Sólo Él pudo redimirme del pecado,
por su amor y gran bondad.
Mi alma estaba llena de ayes y tristezas,
llena estaba de miserias y dolor;
con ternura Cristo me tendió la mano,
y me guió por el sendero del amor.
Cada día viene a darme nuevo aliento,
a mi corazón infunde dulce paz;
no comprenderé por qué vino a salvarme,
hasta que en el cielo pueda ver su faz.
30
Marcos 10.21
Hechos 16.14
¿Quién a mi puerta espera,
pacientemente allí?
Tiene ya tiempo afuera;
sé que me busca a mí.
c
Con dulce voz me llama,
¿qué le contestaré?
Cristo Jesús me ama,
hoy le recibiré.
Con corazón abierto
su voz atenderé.
Lo que me dice es cierto,
por fe lo creeré.
Sé que si no le atiendo,
Él se alejará.
¿Será que se está yendo
y no regresará?
31
Apocalipsis 22.17
Efesios 2.8-9
Hoy, pecador, anunciamos aquí
grata noticia de Dios para ti:
Cristo murió y te ofrece el perdón,
nada hay que pagar por esta gran salvación.
c
Gratuitamente, ¡sí! ¡sí! ¡sí!,
este regalo Dios te ofrece a ti.
Sobre el madero el Justo murió,
y por los injustos Él su sangre vertió.
Eres culpable, lo sabes muy bien.
Tu condición Dios conoce también
y, bondadoso, te quiere salvar,
pero no insistas en tratar de pagar.
Obras no salvan al vil pecador;
tus intenciones no tienen valor.
Sólo por gracia, con fe bastará,
y la salvación eterna Dios te dará.
Tus sentimientos no te ayudarán,
las emociones tampoco valdrán.
Llanto amargo con mucho dolor
nunca obtendrá lo que te ofrece el Señor.
32
Mateo 11.28
Lucas 7.38
Juan 7.37
Con voz benigna te llama Jesús,
invitación de puro amor.
¿Por qué le dejas en vano llamar?
¿Sordo serás, pecador?
c
Hoy te convida; hoy te convida;
voz bendecida, benigna convídate hoy.
A los cansados convida Jesús;
con compasión mira el dolor.
Tráele tu carga, te bendecirá,
te ayudará el Salvador.
Siempre aguardando contempla a Jesús.
¡Tanto esperar! ¡con tanto amor!
Hasta sus plantas ven, mísero, y trae
tu tentación, tu dolor.
33
Juan 3.16
Mateo 27.46
Buscador de internet
(C)
Qué amor el Padre nos mostró,
inmenso, insondable.
Él a su propio Hijo dio
por mí, un miserable.
Jamás se vio dolor así,
de Dios desamparado;
heridas de Jesús allí
la gloria me han ganado.
La maldición sufrió por mí,
y mucho menosprecio.
Avergonzado, yo me oí
gritando con desprecio.
Por culpa mía allí colgó,
su frente inclinada.
Su muerte vida a mí me dio:
la obra consumada.
Gloriarme no podría ya.
¿Qué soy? ¿De dónde vengo?
Mi gloria en la cruz será:
es todo lo que tengo.
¿He de ganar por su sufrir?
¡Jamás podré explicarlo!
El monto que debía cubrir,
Jesús vino a pagarlo.
34
Romanos 6.23
2 Corintios 5.17
Por fe en Jesús el Salvador
se hace salvo el pecador;
sin merecer tan rico don,
recibe plena salvación.
c
¡Oh! excelsa gracia del amor,
que Dios perdona al pecador,
si presto acude a confesar
sus culpas, y en Jesús confiar.
No hay otro autor de salvación,
pues Cristo obró la redención.
La vida antigua ya pasó,
y todo nuevo se tornó;
aquí cual peregrino es;
hogar con Dios tendrá después.
Aun cuando él nada tenga aquí,
su gran herencia tiene allí,
arriba en gloria con Jesús,
quien le ha salvado por su cruz.
35
Lucas 7.50
Hechos 4.12
El llorar no salva;
aunque corra por mi faz
llanto amargo en profusión,
no me lavará jamás.
El llorar no salva.
c
Lágrimas y vida dio,
precio inmenso de mi paz,
quien del cielo descendió.
Es Jesús quien salva.
Obras no me salvan.
Cuanto yo pudiera hacer
es del todo ineficaz,
pues no me hace renacer.
Obras no me salvan.
c
Vida nueva tengo en Él
quien la ley de Dios cumplió,
quien en Gólgota expiró.
Es Jesús quien salva.
Aplazar no salva.
Delinquí, perdido estoy;
oigo del amor la voz;
muere mi alma si no voy.
Aplazar no salva.
c
Por mi bien se apresuró
Cristo, en quien confío yo.
Él con mi maldad cargó;
es Jesús quien salva.
36
1 Timoteo 1.15
Juan 19.30
Es palabra fiel y digna
que Jesús, el Salvador,
ha venido al pobre mundo
a salvar al pecador.
c
¡Mensaje tan glorioso!
Hoy yo proclamaré
la salvación eterna
en Cristo, por la fe.
Él ha consumado la obra
por su sacrificio fiel.
Ahora el Padre satisfecho
nos acepta sólo en Él.
De la muerte ya triunfante,
en la gloria Él hoy está.
El Cordero fue inmolado,
y por ti Él abogará.
Mas el mismo Jesucristo,
que te quiere ya salvar,
llegará muy pronto en juicio
y te puede condenar.
Pues, acepta ahora mismo
el mensaje de su amor;
y, salvado por su sangre,
obedece al Salvador.
37
2 Corintios 5.17
Cuán glorioso es el cambio operado en mi ser,
viniendo a mi vida el Señor.
Hay en mi alma una paz que yo ansiaba tener,
la paz que me trajo su amor.
c
Él vino a mi corazón,
Él vino a mi corazón.
Soy feliz con la vida que Cristo me dio
cuando Él vino a mi corazón.
Ya no voy por la senda que el mal me trazó,
do sólo encontré confusión.
Mis errores pasados Jesús los borró
cuando Él vino a mi corazón.
Ni una sombra de duda oscurece su amor,
amor que me trajo el perdón.
La esperanza que aliento la debo al Señor,
porque Él vino a mi corazón.
38
Zacarías 13.1
Apocalipsis 1.5
Hay una fuente sin igual
de sangre de Emanuel,
en donde lava cada cual
las manchas que hay en él.
El malhechor se convirtió
muriendo en una cruz,
al ver la fuente en que lavó
sus culpas por Jesús.
Y yo también, cuan malo soy,
lavarme allí podré,
y en tanto que en el mundo estoy,
su gloria cantaré.
Tu sangre nunca perderá
¡oh Cristo! su poder,
y sólo en ella así podrá
tu Iglesia salva ser.
Desde que aquella fuente vi
un solo tema sé:
amor redimidor, y así
cantando seguiré.
Y de la tumba más allá
mi lengua emplearé;
canción más dulce y noble habrá
que en gloria cantaré.
39
Lucas 2.10
1 Pedro 1.8
Yo sé que Jesús murió por mí,
porque la Biblia dice así,
por todo pecador.
c
¡Oh qué grande gozo!
Grande, grande gozo.
¡Oh qué grande gozo!
Jesús murió en la cruz por mí.
Jesús te ama, pecador.
¿Por qué desprecias su amor,
dejando de creer?
El Salvador en gloria está,
de donde pronto volverá,
su pueblo a llevar.
40
1 Juan 1.5; 1 Juan 4.8
2 Corintios 4.4
Grata nueva Dios proclama
hoy al mundo pecador;
dulce nueva revelada
en la cruz del Salvador.
c
Luz divina resplandece;
muestra al triste pecador
que en la cruz de Cristo juntas
tu justicia y gran amor.
Ciego el hombre, y obcecado
en las sendas del error,
desconoce y desconfía
de este Dios, del Dios de amor.
Con ofrendas, obras vanas,
sacrificios sin valor,
piensa el hombre acongojado
propiciar su Creador.
Habla Tú a los corazones;
muéstrate Dios Salvador;
y sin fin proclamaremos:
¡Dios es luz! ¡Dios es amor!
41
Juan 3.18
Mateo 11.28-30
Grande promesa a ti, pecador,
si crees en Cristo como tu Salvador.
El que en Él cree no se perderá,
mas el que rechaza se condenará.
c
Créelo ahora, ¡oh pecador!
Acepta a Cristo, por tu Salvador.
La vida pasa, el fin viene ya.
¿Qué de tu alma, a dónde irá?
Grande descanso a ti, pecador,
si vienes a Cristo con tu dolor.
Su yugo es fácil, su carga honor;
todo se puede por el Señor.
Grande regalo a ti, pecador,
la vida eterna en Cristo el Señor.
La paga del mal la muerte será,
en lago de fuego, el Juez te dará.
42
Éxodo 12.13
Salmo 51.7
Mi Redentor murió en la cruz,
por pecadores todo Él pagó.
Quien le recibe no temerá,
ya sus maldades Jesús perdonó.
c
Cuando Dios la sangre ve
que su Hijo derramó,
en la cual el pecador
se lavó, Dios verá con favor.
Al más impío, Dios salvará;
como promete, así lo hará.
En Él confía, ¡oh pecador!;
vida eterna dará el Señor.
¡Qué maravilla de gran amor
Cristo mostró por el pecador!
El que creyere salvo será;
goces eternos él disfrutará.
El juicio viene, allí estarás;
si le rechazas, triste saldrás.
No te detengas, ven a Jesús,
quien tus pecados llevó en la cruz.
43
Job 7.6; Job 14.10
Deuteronomio 30.19
Pasan días, meses, años
con pasmosa rapidez,
y nosotros pronto iremos
de este mundo. ¿Y qué después?
Muchos viven descuidados
de la eterna salvación;
y al morir, desesperados,
pasan a la perdición.
Otros sí se preocupan
y confiesan su maldad;
sangre de Jesús ocupan,
que los limpie de verdad.
Vida y muerte están delante;
salvación y perdición.
Tienes tú que decidirte;
¿qué será tu decisión?
Sólo un paso ahora falta;
no vaciles, pecador.
Es el paso decisivo
de venir al Salvador.
44
Hebreos 5.9
Romanos 2.7
Escucha pobre pecador,
en Cristo hay perdón.
Oh ven a Él y cree en Él,
en Él hay salvación.
c
Ven a Cristo, ven a Cristo,
ven a Emanuel,
y la vida, vida eterna,
hallarás en Él.
Por redimirte el Salvador
su sangre derramó,
y en la vergonzosa cruz
tu redención obró.
Camino cierto es Jesús
que lleva a la paz.
Pues ven a Él, y cree en Él;
descanso hallarás.
Ven con el santo pueblo fiel,
dejando todo mal.
Así la paz de Dios tendrás
y gloria inmortal.
45
Lucas 7.50
Mateo 13.19
Romanos 5.1
Si en tu corazón no sientes hoy tranquilidad,
¿no quisieras ya tener gozo, paz, felicidad?
Cristo en la cruz murió y puede rescatar
al que, arrepentido, quiera de su bendición gozar.
c
Oh, no te tardes más, ni mires para atrás.
Ven al Salvador, Él te invita con amor.
Plena salvación y gran satisfacción,
para siempre te dará si tú le aceptas ya.
Satanás te estorbará, diciéndote así:
«No le hagas caso a Dios, tú escúchame a mí.
Piensa hoy en el placer que el mundo puede dar;
poco antes de morirte, ya podrás a Dios buscar».
46
Juan 10.9
Lucas 13.25
Al cerrar la puerta, tarde ya será.
Entra sin tardar, mientras hay lugar.
¿Por qué en tal peligro has de continuar?
Entra, oh pecador, sin tardar.
c
¡Oh, entra por la puerta hoy!
¡Hoy mismo entra, oh pecador!
Entra por la puerta, o el Señor dirá:
«Es tarde ya, es tarde ya».
Al cerrar la puerta, ¿qué esperanza habrá?
Entra sin tardar, mientras hay lugar;
vano a Dios entonces orar será.
Entra, oh pecador, sin tardar.
Al cerrar la puerta, Dios no llama más.
Entra sin tardar, mientras hay lugar;
hoy acude a Cristo, sin demorar.
Entra, oh pecador, sin tardar.
Al cerrar la puerta, ¿cómo te hallarás?
Entra sin tardar, mientras hay lugar;
sin la salvación tú te perderás.
Entra, oh pecador, sin tardar.
47
Romanos 5.1
2 Corintios 5.17
Paz con Dios, busqué ganarla
con febril solicitud,
mas mis «obras meritorias»
no me dieron la salud.
c
¡Oh qué paz Jesús me da!,
paz que antes ignoré.
Todo nuevo se tornó
desde que su paz hallé.
Lleno estaba yo de dudas,
temeroso de morir;
hoy en paz, mañana triste,
con temor del porvenir.
Al final en desespero,
«Ya no puedo», dije yo.
Y del cielo oí respuesta:
«Todo hecho ya quedó».
De mis obras despojado,
vi la obra de Jesús.
Supe que la paz fue hecha
por la sangre de su cruz.
48
Colosenses 1.20
Efesios 2.14-16
Salvador, a Ti yo acudo,
Príncipe de amor.
Sólo en Ti hay paz y vida
para el pecador.
c
Cristo, Cristo, tierno Salvador,
mi humilde ruego escucha;
¡sálvame, Señor!
Salvación y paz buscando,
vengo yo a tu cruz.
En tu muerte estoy confiando;
¡sálvame, Jesús!
Son tus méritos la fuente
de mi salvación.
En tu muerte solamente
hallo paz, perdón.
49
2 Corintios 6.2
Judas 14, 15
¿Por qué demoras, amigo?
¿Por qué hoy no quieres venir?
Es Cristo Jesús quien te llama;
al cielo con Él podrás ir.
c
¿Por qué, por qué
a Cristo no quieres venir?
¿Por qué, por qué
hoy mismo no quieres venir?
Oh di, ¿qué esperas, amigo,
ganar demorándote más?
Es sólo Cristo quien salva,
Él sólo podrá darte paz.
¿No sientes que Dios, amigo,
hoy habla a tu corazón?
¡Oh! ¿por qué el pecado no dejas,
y aceptas ya la salvación?
¿Por qué demoras, amigo?
El día de salud pasará;
y Cristo, que en gracia hoy salva,
más tarde en el juicio vendrá.
50
Hechos 2.41
Romanos 6.4
Yo quiero obedecerte,
Jesús, mi Salvador,
y en agua bautizarme
según tu Ley, Señor.
c
Señor, que Tú me ayudes
tu nombre a ensalzar,
y en novedad de vida
continuamente andar.
Así la fe demuestro
que sólo está en Jesús:
que yo con Él he muerto
al mundo por su cruz.
Al mundo yo renuncio,
sus glorias vanas son;
ahora al cielo aspiro
de todo corazón.
En novedad de vida
contigo yo andaré,
mi Salvador y Guía,
mi Redentor y Rey.
Entonces en tu reino,
vencido todo el mal,
darame allí tu mano
corona celestial.
51
Efesios 1.7, 13; Efesios 2.1
Gálatas 3.27
Yo vivía en el pecado
y doctrinas del error
me guiaban, engañado,
a una muerte de terror.
c
Soy salvado del abismo;
con Jesús al cielo voy,
y confieso por bautismo
que del mundo ya no soy.
Tuve el corazón muy triste
por en vano paz buscar,
pero a mí, Señor, dijiste:
«Yo harete descansar».
Es la sangre que me salva
y en tu paz me guardará;
el Espíritu me sella
y me santificará.
Antes, muerto en el pecado,
ya he muerto con Jesús;
y del mundo separado
yo me juzgo por la cruz.
En el agua sumergido
testimonio a todos doy,
que yo en Cristo he creído,
y por Él salvado soy.
52
Juan 3.14; Juan 12.34; Juan 19.30
Levantado fue Jesús
en la vergonzosa cruz
para darme el perdón.
¡Aleluya! ¡Gloria a Cristo!
Soy yo indigno pecador;
Él es justo Salvador;
dio su vida en mi favor.
¡Aleluya! ¡Gloria a Cristo!
Por mis culpas yo me vi
en peligro de morir;
mas Jesús murió por mí.
¡Aleluya! ¡Gloria a Cristo!
El rescate a Dios pagó.
«Consumado es», declaró.
Dios por eso me aceptó.
¡Aleluya! ¡Gloria a Cristo!
53
Juan 14.2-3
Romanos 5.1
Hechos 4.12
Es divino el amor que se vio en la cruz,
el precio supremo pagó allí Jesús.
Él está con su Padre en su hogar celestial;
que tú estés con Él es su anhelo real.
c
Oh, ¿por qué hoy no vienes a Aquél que murió?
Sí puede Él salvarte, pues lo prometió;
borrará tu pecado, tu mal limpiará,
si tú en Él confías, gozo y paz te dará.
Fue el plan de su Padre, a la cruz lo mandó;
por nuestros pecados el Justo sufrió.
Hecha está la gran obra, Dios no pide más;
es sólo por Cristo que salvo serás.
54
Hechos 4.12
Solamente en Cristo,
solamente en Él;
la salvación se encuentra en Él.
No hay otro nombre,
dado a los hombres:
solamente en Cristo,
solamente en Él.
55
1 Pedro 2.24; 1 Pedro 3.18
Isaías 53.3
Salvador bondadoso es el Cristo,
pues por mí en la cruz murió;
derramó su preciosa sangre,
rescatando al pecador.
c
Padeció en la cruz por mí;
padeció en la cruz por mí.
En la cruz me compró mi Redentor;
padeció en la cruz por mí.
Él dejó su hogar tan glorioso;
fue el plan de su Padre allí.
De la virgen María tuvo
semejanza de hombre aquí.
Fue llamado Varón de Dolores;
amargura de hiel bebió.
Y negáronle los honores
que su dignidad mereció.
Él expió mi terrible pecado;
con su llaga Él me sanó.
A la gloria me ha llamado,
cual trofeo de su amor.
56
Mateo 11.28
Eclesiastés 11.8
¡Cuán tiernamente el Señor nos convida,
clama a ti y a mí!
Él nos espera con mano extendida,
llama a ti y a mí.
c
Venid, venid, si estáis cansados venid.
¡Cuán tiernamente Jesús os invita!
¡Oh, pecadores, venid!
¿Por qué tememos si está abogando
Cristo por ti y por mí?
Sus bendiciones está derramando,
siempre por ti y por mí.
El tiempo vuela, lograrlo conviene,
Cristo te llama a ti.
Vienen las sombras, se acerca la muerte,
viene por ti y por mí.
57
Salmo 51.5
Efesios 2.8-9
Juan 3.16
Yo soy pecador,
y así nací;
yo soy transgresor
delante de Ti.
De tu ley me aparté;
por mi paga del mal
me esperaba un castigo eternal.
Pero salvo soy;
no me gloriaré.
Por tu gracia hoy
tengo, por la fe,
el gran don de salvación,
gratuito de Ti,
no por obras ni por mérito en mí.
Dios al mundo amó
sin ninguna razón.
Y a su Hijo dio,
¡oh qué provisión!
Todo aquel que cree en Él
no se perderá,
mas la vida eterna así tendrá.
58
Marcos 15.17-19
2 Corintios 8.9
Ni plata ni oro en su corona aquí se vio,
ni diadema real Él se ciñó.
Espinas crueles fue lo que llevó en su sien,
y sangre que brotó allí también.
c
Su trono fue una tosca cruz,
menospreciaron a Jesús.
Con sangre demostró su amor
al triste mundo pecador.
De los palacios de marfil se despidió
cuando del cielo al mundo descendió.
Aunque era rico, Él se quiso empobrecer;
desde la cruz su reino pudo ver.
Desfigurado fue, sin parecer murió;
indescriptible fue lo que sufrió.
Su sangre tan preciosa quiso derramar
y así al alma vil purificar.
59
Juan 14.6
Jeremías 6.16
En el viaje de la vida
toma mucha precaución.
¿Vas seguro, de subida,
a la celestial mansión?
O, ¿tu senda es de bajada,
rumbo a la perdición?
Corres hoy como si nada;
vas veloz, sin distracción.
c
Jesucristo es la Vía,
quiere ser tu Salvador;
y la Biblia es la guía
para todo pecador.
Mucho tiempo has perdido
sin saber a quién seguir.
Hoy te encuentras confundido,
en peligro de morir.
«¿Dónde estoy?», te has preguntado;
«¿A dónde voy?», quieres saber.
El Camino señalado
necesitas escoger.
¡Qué tragedia! ¡qué fracaso!
cuando al fin escucharás:
«Prohibido, no hay paso»,
nunca al cielo entrarás.
Haz un alto y, sin demora,
cambia ya de dirección.
Date vuelta, ¡ven ahora!
Busca hoy la salvación.
60
Juan 8.1-11
Hombres en Jerusalén,
llenos de rencor,
expresaron su desdén
ante el Salvador:
«Ha pecado esta mujer»,
les oyó decir.
«Nuestra ley nos hace ver
que ella ha de morir».
c
«¡No! Yo no te condeno;
ve, y no peques más».
El Señor la perdonó,
y le dio gran paz.
Misericordia le mostró
nuestro Salvador.
Gracia divina allí triunfó,
y brilló el amor.
Con el dedo en tierra allí,
Cristo escribió
algo que a esos hombres sí
les incomodó.
«¿Quién aquí es sin maldad?»,
Él les preguntó.
La conciencia, en verdad,
les redarguyó.
Nadie, entonces, la acusó;
¿quién iba a poder?
Ni una piedra se lanzó
contra la mujer.
Del mayor hasta el menor,
yendo para atrás,
se alejaron del Señor,
sin decirle más.
61
Tito 2.11
Romanos 3.23-26
Oh Dios, tu gracia sin igual
es atributo de tu ser,
que sobrepasa nuestro mal;
no lo podemos comprender.
Jamás habrá quien muestre así
la gran bondad que hay en Ti.
Jamás habrá quien muestre así
la gran bondad que hay en Ti.
¿Cómo pudiste soportar
tanta maldad y transgresión?
¿Por qué quisiste perdonar
nuestro pecado y rebelión?
Amor tan grande nadie vio
ni en esa gloria compartió.
Amor tan grande nadie vio
ni en esa gloria compartió.
Nuestro pecado te ofendió;
te enfureciste, y con razón.
La sangre que Jesús vertió
es base de nuestro perdón.
¿Quién como Dios, que al perdonar,
el mal no vuelve a recordar?
¿Quién como Dios, que al perdonar,
el mal no vuelve a recordar?
62
Isaías 57.20-21
Hebreos 6.17-20
¿Tienes ancla que te podrá ayudar
cuando vientos soplen en alta mar?
En las tempestades de la aflicción,
¿gozas de la paz que da la salvación?
c
Ancla tenemos que sostendrá
firme y seguro al que es salvo ya.
Pon tu fe en Jesús, el Salvador,
en la Roca eterna que es el Señor.
¿En tu vida hay miedo, temor o afán?
¿Sientes que las olas te anegarán?
¿Arrastrado vas, y sin dirección?
¿La corriente es dueña de tu embarcación?
Peligrosa está la navegación.
¿Vas viajando hoy sin la salvación?
Sin un ancla, solo, naufragarás
y, eternamente, así te perderás.
Cielo adentro entró el Señor Jesús;
es el Precursor, pues murió en la cruz.
Al confiar en Él, muy seguro irás,
y hasta el puerto en gloria al fin tú llegarás.
63
Juan 19.30
Romanos 8.1
¡Todo pagado! Nada debo ya.
Dios, satisfecho siempre quedará,
pues «Consumado es», Cristo declaró
desde el Calvario, cuando allí murió.
c
Todo pagado, Dios me perdonó.
Gracias a Cristo, quien por mí murió;
gracias a Cristo, quien por mí murió.
¡Todo pagado! Sólo hay que confiar;
si Dios lo dice, nada hay que dudar.
Toda demanda, Cristo la cumplió;
cuentas pendientes, Él las canceló.
¡Todo pagado! No tengas temor;
tal como estás hoy, ven al Salvador.
Tus buenas obras no te salvarán,
ni tus justicias ante Dios valdrán.
¡Todo pagado! Dios no pide más;
otra demanda no me hará jamás.
Fue por mi culpa que murió Jesús;
por mis pecados Él colgó en la cruz.
64
2 Crónicas 9.6
Efesios 3.19
Oseas 11.4
El grande amor del Salvador,
muriendo en vez del pecador,
su santo empeño por salvar:
¿quién lo podrá contar?
c
¿Quién puede tal amor contar?
¿Quién puede tal amor contar?
El grande amor del Salvador:
¿quién lo podrá contar?
La maravilla de su amor,
cruz afrentosa, cruel dolor,
que padeció en mi lugar:
¿quién lo podrá contar?
Incomparable Salvador,
¡cuán tierno es tu precioso amor!
¡cuán imposible de contar!
¡cuán grande y sin par!
65
Gálatas 2.20
2 Corintios 8.9
¿Y fue por mí? ¿sólo por mí?
¡Qué gran verdad! ¡sé que es así!
Su trono eterno de esplendor
dejó por mí el Salvador.
c
¡Sí fue por mí! ¡Sí fue por mí!
Oh, amor de Dios, ya comprendí:
cuando en la cruz Jesús murió,
en mi lugar Él padeció.
Con los pastores de Belén,
por fe, me admiro yo también
de aquel pesebre en que nació;
por mí, Jesús se empobreció.
Postrado en el Getsemaní,
Jesús oró y sudó allí.
¿Pensando en mí?, se levantó
y hasta la cruz se encaminó.
Desamparado, allí colgó;
sangre preciosa derramó.
La cuenta que debí pagar,
por mí la pudo cancelar.
Resucitó y vive ya,
en gloria Él intercede allá.
Por mí vendrá, lo prometió;
agradecido espero yo.
66
Romanos 3.22-26
1 Pedro 2.24; 1 Pedro 3.18
Cantemos hoy del Señor Jesús,
proclamemos su amor;
pues hay vida y paz sólo por su cruz,
para el mundo pecador.
c
¡Qué inmensa, gratuita,
gran provisión!
Por sencilla fe, todo aquel que cree,
tiene ya la salvación.
Profundo amor, nunca visto así,
nadie lo podrá sondear.
Desde el cielo vino a morir aquí,
pues nos quiso rescatar.
La carga de nuestra iniquidad
en su cuerpo la llevó;
disfrutamos de plena libertad
que su sangre nos compró.
Del Padre, en gloria, a la diestra está,
victorioso Salvador.
Consumada fue su gran obra ya,
¡créelo hoy, oh pecador!
67
Juan 6.37, 47
El Salvador Jesús por mí murió,
de la condenación Él me libró.
La vida eterna dádiva es de Dios
por Cristo el Salvador.
c
«En verdad, en verdad», Cristo dice a ti.
«En verdad, en verdad, el que cree en Mí
la vida eterna tiene», y es así
por Cristo el Salvador.
Toda mi iniquidad Jesús llevó,
toda mi deuda el Salvador pagó,
y así la vida eterna Dios me dio
por Cristo el Salvador.
Indigno soy, mas nunca dudaré;
Él no echa fuera a aquel que va con fe.
Dios me ofreció la vida y la acepté
por Cristo el Salvador.
68
Génesis 25.22; Génesis 35.18
1 Pedro 1.9
¿Has alguna vez pensado
en por qué tú estás aquí?
¿Cuál será el significado
de la vida que hay en ti?
Sé que tienes que ocuparte
del trabajo que hoy habrá;
pero quiero preguntarte:
De tu alma ¿qué será?
En tu vida ya alcanzaste
metas de prosperidad;
y lo que siempre soñaste
ya es una realidad.
Pero debo recordarte
que la vida acabará;
y quisiera preguntarte:
De tu alma ¿qué será?
Si jamás lo habías pensado,
¿qué mejor momento habrá?
Este día Dios te ha dado,
del mañana ¿quién sabrá?
Hoy podrías prepararte
si a Jesús aceptas ya.
Oh, qué paz al preguntarte:
De tu alma ¿qué será?
69
Hechos 26.28
Lucas 8.48
Sólo un paso a Cristo,
¿por qué más vacilar
cuando te ofrece amante
la paz y bienestar?
c
Ven, pecador; ven, pecador,
ven al Salvador.
Ven, tu maldad confiesa,
cuéntale tu tristeza.
Sólo un paso a Cristo;
pues, ven sin demorar.
Sólo un paso a Cristo,
de muerte a vida real,
de la desdicha a gozo,
a la luz, de oscuridad.
Sólo un paso a Cristo;
ten fe, y vivirás.
Con tierno amor te llama,
perdón recibirás.
Sólo un paso a Cristo;
ven, dile sin tardar:
«En Ti, Señor, confío,
y Tú me salvas ya».
70
Juan 3.16
Romanos 8.3, 32
Colosenses 2.9
Al mundo impío Dios amó,
perdido en su maldad,
y a gran precio le salvó,
de buena voluntad.
c
¡Oh qué amor! ¡qué inmenso amor!
No hay otro amor así;
Dios desde el cielo al Salvador
mandó a morir por mí.
Y ahora es mío por la fe
el don de Dios, Jesús.
Mi redención por sangre fue,
la sangre de la cruz.
La gloriosa plenitud
de la Divinidad
en Cristo está; por su virtud
me da la santidad.
Aliéntate, oh alma fiel,
pues Cristo te dará
felicidad aquí con Él,
y gloria eterna allá.
71
Marcos 8.36
Salmo 107.35
Ezequiel 36.26
Si yo gano el mundo y pierdo a Cristo,
¿qué provecho para mí será?
Si en traje mundanal me visto,
¿cuál loor el mundo me dará?
Si yo tengo a Cristo por mi amigo,
si yo estoy confiando en su poder,
Él promete siempre andar conmigo,
y lo necesario proveer.
Si tuviera yo mundanos bienes,
y ganara fama sin igual,
tú, oh mundo vil, ¿qué premio tienes
que iguale a vida eternal?
Por gozar placeres sin medida,
y amigos, tierra y amor,
¿debo yo perder, en mi salida
de la vida aquí, el Salvador?
Sin Jesús, ¡cuán triste está el alma!,
¡cuán vacío el corazón sin Él!
Sólo Él torna tempestad en calma,
y desierto seco en un vergel.
Sin Jesús hay sólo noche oscura,
miserable, triste soledad.
¿Qué sería morar en la negrura,
sin alivio por la eternidad?
72
Filipenses 2.6-8
Efesios 3.18-19
Fue un acto muy sumiso
cuando Cristo descendió.
Mostrando suma gracia,
en Belén Jesús nació.
Despojándose del cielo,
se hizo carne mi Señor;
mas su muerte nos enseña
de su inigualable amor.
c
Con amor inigualable
se dio mi Salvador.
Con amor inigualable
sufrió tanto dolor.
Mas no sondearé lo hondo
hasta ver su esplendor.
Contará la cruz por siempre
de su inigualable amor.
Su vida fue perfecta,
muy grata en verdad.
Un ser jamás se ha visto
entre la humanidad.
Mas su vida no me salva,
aunque ungida con honor;
sino fue su sacrificio
con inigualable amor.
Su gracia me rodea,
conmigo siempre está.
Su gran misericordia
en mi senda seguirá.
Él me guía y me lleva
al cielo, que es mejor;
donde aprenderé por siempre
de su inigualable amor.
73
Proverbios 28.13
Gálatas 6.7
Apocalipsis 20.11-15
El que encubre sus pecados
no prosperará.
Los errores olvidados,
Dios recordará.
El pecado cometido
te alcanzará;
lo secreto y escondido,
Dios revelará.
Corregir tu vil pasado
no podrás después,
pues la paga del pecado
muerte eterna es.
Dios no puede ser burlado,
no te engañes más.
Todo lo que hayas sembrado,
eso segarás.
Ante el trono grande y santo
comparecerás;
lo que en vida amaste tanto,
aborrecerás.
Ante el Juez con libro abierto,
¿qué vas a decir?
Tu pecado descubierto,
¿qué vas a sentir?
74
Zacarías 13.1
Salmo 51.7
Isaías 1.18
¡Alabado el gran manantial
que de sangre Dios nos mostró!
¡Alabado el Rey que murió;
su pasión nos libra del mal!
Lejos del redil de mi Dueño,
vime pecador, perdido y vil.
El Cordero sangre vertió;
me limpia sólo este raudal.
c
Sé que sólo así
me emblanqueceré.
Lávame en tu sangre, Jesús,
y nívea blancura tendré.
La punzante insignia llevó;
en la cruz dejó de vivir.
Grandes males quiso sufrir;
no en vano Cristo sufrió.
Al gran manantial conducido,
que de mi maldad ha sido fin,
«Lávame», le pude decir,
y nívea blancura me dio.
Padre, de Ti lejos vagué;
extraviose mi corazón.
Como grana mis culpas son;
no con agua limpio seré.
A tu fuente magna acudí;
tu promesa creo, oh Jesús;
la eficaz virtud de tu don,
la nívea blancura me dé.
75
Salmo 51.7
1 Pedro 1.19
1 Corintios 6.11
¿Has hallado en Cristo tu buen Salvador?
¿Eres salvo por la sangre de Jesús?
¿Por la fe descansas en el Redentor?
¿Eres salvo por la sangre de Jesús?
c
Lávame, lávame
en tu sangre, oh Cordero de Dios,
y con alma limpia me presentaré
en tu hogar tan glorioso de amor.
¿Vives siempre al lado de tu Salvador?
¿Eres salvo por la sangre de Jesús?
¿Del pecado eres siempre vencedor?
¿Eres salvo por la sangre de Jesús?
Si perdón y paz deseas, pecador,
tu refugio es la sangre de Jesús.
Si librarte quieres de eternal dolor,
¡oh, acude a la sangre de Jesús!
76
Gálatas 2.20
Mateo 7.13
Juan 10.9
Allí la puerta abierta está,
su luz es refulgente;
la cruz fulgura más allá,
señal de amor ferviente.
c
¡Oh cuánto me amas, Cristo, así
que te entregaste Tú por mí!
Por mí, por mí,
y quiero entrar por Ti.
Y los que buscan salvación,
la entrada franca tienen.
No hay pobres, ricos, ni nación
para los que a ella vienen.
Pasado el río más allá,
en la feraz pradera,
la paga de la cruz está:
eterna primavera.
77
Hechos 26.18
Juan 14.3
Buscador de internet
(C)
Día tan grande no puedo olvidar,
día de gloria sin par,
cuando en tinieblas al verme andar,
vino a salvarme el Señor.
Gran compasión tuvo Cristo de mí,
de gozo y paz me llenó.
Quitó las sombras, ¡oh gloria a su nombre!,
la noche en día cambió.
c
Dios descendió, de gloria me llenó,
cuando Jesús por gracia me salvó;
fui ciego, me hizo ver, y en Él renacer.
Dios descendió, de gloria me llenó.
Tengo esperanza de gloria eternal.
Me regocijo en Jesús:
me ha preparado un bello rincón
en la mansión celestial.
Siempre recuerdo con fe y gratitud,
al contemplarle en la cruz,
que sus heridas me dieron la vida.
¡Alabo al bendito Jesús!
78
Lucas 14.22
Mateo 25.10
«Ven –es la invitación–
aún hay lugar».
Oye con atención:
«Aún hay lugar».
El cielo listo está,
Dios te quiere ver allá,
y aviso a todos da:
«Aún hay lugar».
¿Excusas hoy tendrás?
Aún hay lugar.
«No puedo», ¿tú dirás?
Aún hay lugar.
El mundo y su afán,
lo que amigos te dirán,
¿obstáculos serán?
Aún hay lugar.
Cristo en la cruz murió;
aún hay lugar.
La puerta al cielo abrió;
aún hay lugar.
Muchos escucharán,
y con gozo acudirán;
el cielo llenarán.
Aún hay lugar.
No tardes en venir;
aún hay lugar.
¿Qué vas a decidir?
Aún hay lugar.
Pronto Jesús vendrá
y la puerta cerrará;
ya Dios no te dirá:
«Aún hay lugar».
79
Efesios 2.11-13
Lucas 14.33
Apocalipsis 1.5
Lejos de mi dulce hogar,
vagaba yo sin Dios,
a través de tierra y mar,
sin esperanza y paz;
mas el tierno Salvador,
viéndome en aflicción,
por su infinito amor me levantó.
c
Su grande amor me levantó;
de densa oscuridad me libertó.
Su grande amor me levantó;
de densa oscuridad me libertó.
Todo entrego a mi Jesús,
siempre le seguiré;
he tomado ya la cruz
y el mundo atrás dejé.
Tan excelso y grande amor
requiere la canción
y servicio fiel de cada corazón.
Ven a Él, oh pecador,
no te rechazará.
Con ternura el buen Pastor
hoy te recibirá;
tus pecados borrará,
gozo tendrás sin par,
gracia y fuerza te dará para triunfar.
80
Juan 8.12; 9.25
2 Corintios 4.4
El mundo perdido en pecado se vio;
Jesús es la luz del mundo.
Mas en las tinieblas la gloria brilló;
Jesús es la luz del mundo.
c
¡Ven a la luz! No quieras perder
gozo perfecto al amanecer.
Yo ciego fui, mas ya puedo ver;
Jesús es la luz del mundo.
Cual niebla deshace del sol el calor,
Jesús es la luz del mundo.
Así toda duda disipa su amor;
Jesús es la luz del mundo.
¡Oh! ciegos y presos del lóbrego error,
Jesús es la luz del mundo.
Él manda lavaros y ver su fulgor;
Jesús es la luz del mundo.
81
Efesios 5.2
Levítico 1.1-6.7
A la cruz, Señor, Tú fuiste
sin reservas, sin dudar;
todo a Dios te ofreciste,
holocausto en el altar.
Caminaste sin defecto,
voluntario hasta el final,
demostrando gran afecto
a tu Padre celestial.
De la cruz, olor fragante
Dios en gloria percibió,
pues tu vida tan radiante
a tu muerte enriqueció.
Desde el vientre de tu madre
no se halló en Ti maldad;
complacido, Dios el Padre,
se gozó en tu santidad.
Por la cruz hay paz perfecta
entre Dios y el pecador;
comunión feliz, directa,
y es Jesús mi Mediador.
Él, herido en el Calvario,
derramó sangre eficaz;
sacrificio fue, vicario,
grata ofrenda de la paz.
En la cruz, un vil madero,
símbolo de maldición,
eras Tú aquel Cordero
de la ofrenda de expiación.
Tal dolor no mereciste,
mas Jehová te quebrantó,
y esa carga que asumiste
fue la que de mí quitó.
¡Oh, qué cruz! Por culpa mía,
Dios allí te demandó
una ofrenda que sería
la que le debía yo.
Mi infracción Tú la pagaste,
y añadiste mucho más.
¡Qué gran cuenta cancelaste,
sin deberle a Dios jamás!
82
Hebreos 6.18
Salmo 32.5-7
Números 35.11
Cristo, refugio de mí, pecador,
vengo a Ti, sólo a Ti.
Sólo tu gracia me salva, Señor;
gloria a Ti, sólo a Ti.
Tu sangre preciosa vertida por mí
me da tan segura morada en Ti.
Cristo, refugio de mí, pecador,
gloria a Ti, sólo a Ti.
Cristo, refugio de mí, pecador,
gloria a Ti, sólo a Ti.
Me haces justicia con gracia y amor;
gloria a Ti, sólo a Ti.
La duda me hacía vivir en el mal,
ahora es cambiada en fe espiritual.
Cristo, refugio de mí, pecador,
gloria a Ti, sólo a Ti.
Cristo, refugio de mí, pecador,
gloria a Ti, sólo a Ti.
Has padecido, salvándome así;
gloria a Ti, sólo a Ti.
Afán infinito, y todo por mí;
por eso, Dios santo, diríjome a Ti.
Cristo, refugio de mí, pecador,
gloria a Ti, sólo a Ti.
83
Proverbios 30.4
Isaías 9.6
Mateo 1.21
Buscador de internet
Admirable Señor,
Consejero y Gran Pastor,
Padre Eterno, Dios Fuerte es Jesús;
Redentor, el Amén,
Príncipe de Paz también,
Hijo amado ofrecido en la cruz.
Él es mi Salvador,
no hay otro Mediador;
Emanuel, el «Yo Soy» es Jesús.
Inocente sufrió,
Santo y Justo se entregó,
el Varón que colgó en la cruz.
Rey de Reyes será
el Renuevo de Jehová,
el Bendito, exaltado Jesús.
Es León de Judá,
el Mesías que vendrá;
fue el Cordero inmolado en la cruz.
84
Números 21.9
Juan 3.14; Juan 12.32; Juan 19.30
La mirada de fe al que ha muerto en la cruz
infalible la vida nos da.
Mira, pues, pecador, mira pronto a Jesús,
y tu alma la vida hallará.
c
Ve, ve, ve a Jesús.
Que si miras con fe
al que ha muerto en la cruz,
al momento la vida tendrás.
Su penoso sufrir en la cruz ¿qué valió,
si tus culpas no estaban allí?
¿Qué valió su morir, si tu deuda no fue
con su sangre pagada por ti?
Ni el gemir ni el llorar, de la culpa el baldón
o la pena quitarte podrá.
Sólo Cristo en la cruz, padeciendo hasta el fin,
ha podido tu carga llevar.
Con inmensa bondad tus pecados tomó,
y por ellos la muerte cruel.
De inefable sufrir compasivo abrazó,
para darte la vida y el bien.
No vaciles ni tengas temor, oh mortal,
pues Jesús en la cruz anunció,
exclamando con voz de clemencia y poder:
«Consumada es la redención».
Oye, pues, con placer el decreto de Dios;
bondadoso la vida te da;
y recibe con fe el mensaje de amor,
que te anuncia el perdón y la paz.
85
Lucas 1.4
2 Timoteo 3.15
1 Corintios 15.1
Dime la antigua historia
del celestial favor,
de Cristo y de su gloria,
de Cristo y de su amor.
Dímela con llaneza
propia de la niñez,
porque es mi mente débil
y anhela sencillez.
c
Dime la antigua historia,
cuéntame la victoria,
háblame de la gloria
de Cristo y de su amor.
Dime esa grata historia
con lentitud; y así
conoceré la obra
que Cristo hizo por mí.
Dímela con frecuencia,
pues soy dado a olvidar,
y el matinal rocío
suele el sol disipar.
Dime tan dulce historia
con tono claro y fiel.
Murió Jesús, y salvo
yo quiero ser por Él.
Dime esa historia siempre,
si en tiempo de aflicción
deseas a mi alma
traer consolación.
Dime la misma historia,
si crees que tal vez
me ciega de este mundo
la falsa brillantez.
Y cuando ya me alumbre
de la gloria la luz,
repíteme la historia:
«Quien te salva es Jesús».
86
Juan 3.3
1 Pedro 1.3
Un hombre llegose de noche a Jesús,
buscando la senda de vida y salud,
y Cristo le dijo: «Si a Dios quieres ver,
tendrás que renacer».
c
Tendrás que renacer.
Tendrás que renacer.
De cierto, de cierto, te digo a ti:
Tendrás que renacer.
Y tú, si quisieras al cielo llegar
y con los benditos allí descansar;
si vida eternal tú quisieras tener,
tendrás que renacer.
Oh hombre, no debes jamás desechar
palabras que Cristo dignose hablar.
Porque si no quieres el alma perder,
tendrás que renacer.
Amigos han ido con Cristo a estar,
que mucho quisieras un día encontrar.
Hoy este mensaje pues debes creer:
Tendrás que renacer.
87
Juan 3.16; Juan 14.6
Isaías 53.10
La grata nueva suena
por el mundo en derredor,
ofreciendo vida eterna
al indigno pecador.
De tal manera Dios
a la humanidad amó,
que a Jesús su bien amado
a morir le entregó.
c
¡Escuchad! ¡Escuchad!
el mensaje de perdón.
¡Aceptad! ¡Aceptad!
de Jesús la salvación.
La grata nueva ofrece
a los hombres el perdón.
No rechaces, no, su oferta
de tan grande salvación.
El camino es Jesús
a la gran ciudad de luz;
nadie viene al Padre sino
por el Salvador Jesús.
La grata nueva ruega
al que vacilando está,
para que no pierda tiempo
mientras hay lugar allá.
No tengas, pues, temor
de este mundo en derredor.
En Jesús hay un amigo
quien es nuestro Redentor.
La grata nueva dice
cómo Dios nos da perdón
por los méritos de Cristo
en su gran expiación.
La víctima fue Él,
y las culpas Él llevó.
Satisfizo la justicia
y a su pueblo redimió.
88
Lucas 15.11-24
Mateo 11.28
Dios convídate, oh pródigo,
«¡Ven, oh ven a Mí!»
Hoy su voz escucha,
llega ahora a ti.
No rechaces su oferta
de amor y salvación,
y recibirás su perdón.
c
¡Ven, oh ven a Mí!
¡Cansado pródigo, ven!
Hoy te brindo a ti
la vida y todo bien.
Ven, tu mísero estado
te impele a regresar.
¡Cuánto has padecido
lejos de tu hogar!
Hambre, sed y cansancio
han sido tu porción;
¡oh cuán triste es tu corazón!
¡Cuánto gozo te espera,
si ahora al Padre vas!
Una fiesta eterna
en su amor tendrás;
con anillo, zapatos,
vestido principal,
gozarás de paz celestial.
89
2 Corintios 6.2
Génesis 6.3
Hechos 17.31
Oh, hombre, tu Dios de su gloria te llama
con dulces acentos de solicitud.
Escucha la voz que del cielo proclama:
Que hoy solamente es el día de salud.
c
Que hoy solamente es el día de salud.
Que hoy solamente es el día de salud.
Su corazón, lleno de tierno cuidado,
de lejos conoce tu gran inquietud.
Al Hijo en rescate por todos ha dado,
mas hoy solamente es el día de salud.
c
Mas hoy solamente es el día de salud.
Mas hoy solamente es el día de salud.
Si tú le rechazas, Él ha de dejarte,
y no te valdrá de Jesús la virtud.
Acéptale, amigo, si quieres salvarte,
pues hoy solamente es el día de salud.
c
Pues hoy solamente es el día de salud.
Pues hoy solamente es el día de salud.
Más tarde el Señor traerá para juicio
delante del trono la gran multitud.
Entonces no es tiempo de huir del suplicio,
pues hoy solamente es el día de salud.
c
Pues hoy solamente es el día de salud.
Pues hoy solamente es el día de salud.
90
Mateo 9.13
Juan 8.36
1 Juan 2.12
Oíd palabra de Jesús:
«Yo salvo al pecador».
Oíd palabra de Jesús:
«Yo salvo al pecador».
c
Ven a Cristo, ven a Cristo;
Él te salvará.
Ahora mismo ven a Cristo
y Él te salvará.
Ven, pecador, ven a Jesús;
Él te libertará.
Ven, pecador, ven a Jesús;
Él te libertará.
Perdido, ven, ven a Jesús;
Él te perdonará.
Perdido ven, ven a Jesús;
Él te perdonará.
91
2 Corintios 8.9
Lucas 2.14
Romanos 5.20
Maravilla de clemencia,
prueba de infinita gracia,
compasivo amor que sacia,
contemplamos en Jesús.
Por nosotros, pecadores,
Él de rico pobre se hizo.
La justicia satisfizo
por nosotros al morir.
La justicia satisfizo
por nosotros al morir.
Grande fue el amor que tuvo
a las almas tan perdidas,
del pecado ennegrecidas;
con su sangre las limpió.
Gloria a Dios en las alturas
que a los hombres paz ha dado,
y al que tenga más pecado
y confiese, da perdón.
Y al que tenga más pecado
y confiese, da perdón.
92
Mateo 9.13
Lucas 15
Pecador, ven a Cristo Jesús,
y feliz para siempre serás;
que si tú le quisieras tener,
al divino Señor hallarás.
c
Ven a Él, pecador. Ven a Él, pecador,
que te espera tu buen Salvador.
Ven a Él, pecador. Ven a Él, pecador,
que te espera tu buen Salvador.
Si cual hijo que necio pecó
vas buscando a sus pies compasión,
tierno amigo en Jesús hallarás,
y tendrás por su sangre perdón.
Ovejuela que huyó del redil,
da tú voces al buen Salvador,
y en los hombros llevada serás
de tan fuerte y amante Pastor.
93
Romanos 8.35-39
Efesios 3.17-19
Buscador de internet
(C)
Grande amor, sublime, eterno,
más profundo es que la mar
y más alto que los cielos,
insondable es y sin par.
c
Él me abrirá la puerta,
y así entrar podré.
Redención Él ha comprado
y perdón me da por fe.
Grande amor, sublime, eterno.
En la cruenta cruz murió
mi bendito Jesucristo;
mi castigo así llevó.
Grande amor, sublime, eterno.
Soy indigno pecador,
mas el Hijo incomparable
dio su vida en mi favor.
94
Romanos 8.32
Juan 14.27
2 Timoteo 2.19
Por la justicia de mi Dios,
por sangre que Jesús vertió,
alcanzo paz, poder, perdón,
y cuanto bien me prometió.
Que sólo Cristo salva, sé;
segura base es de mi fe,
segura base es de mi fe.
Así turbada no veré
mi paz, su incomparable don.
Aunque Él un tiempo oculto esté,
me dejará su bendición.
En mí no puede haber jamás
ninguna base real de paz,
ninguna base real de paz.
En la tormenta sostendrá
el pacto que juró y selló.
Su amor supremo vencerá;
su amor que mi alma redimió.
La roca eterna que me da,
base única que durará,
base única que durará.
95
Tito 2.11
Isaías 1.18
Buscador de internet
(C)
¡Gracia admirable del Dios de amor
que excede a todo nuestro pecar!
Cristo en la cruz por el pecador
su vida ha dado. ¡Qué amor sin par!
c
¡Gracia de Dios,
que nos ofrece en su gran bondad!
¡Gracia de Dios,
que excede a toda mi iniquidad!
Negras las olas de la maldad
me amenazaron con perdición;
pudo en la gracia de Dios hallar
dulce refugio mi corazón.
Grande es la mancha de mi maldad.
¿Cómo la puedo emblanquecer?
Viendo a Cristo quien en verdad
como la nieve la puede hacer.
96
Hechos 24.25; Hechos 26.28
2 Pedro 3.9
¿Te sientes casi resuelto ya?
¿Te falta poco para creer?
Pues, ¿por qué dices a Jesucristo:
«Hoy no. Mañana te seguiré»?
¿Te sientes casi resuelto ya?
Pues vence el casi, con Cristo ven,
porque hoy es tiempo, pero mañana
sobrado tarde pudiera ser.
Sabes que el casi no es de valor
en la presencia del justo Juez.
¡Ay del que muere casi creyendo!
¡Completamente perdido es!
97
Juan 3.16
Romanos 10.13
El evangelio invita
a todo pecador:
«Todo aquel que quiera hoy».
El agua es gratuita,
la fuente es el Señor.
«Todo aquel que quiera hoy».
c
Todo aquel que quiera,
«todo aquel» ¡te incluye a ti!
No tardes, ven ahora,
te espera el Salvador;
«todo aquel» ¡te incluye a ti!
No puso condiciones:
a Dios las gracias doy.
«Todo aquel que quiera hoy».
Es para pecadores:
yo de ellos uno soy.
«Todo aquel que quiera hoy».
Mensaje tan glorioso,
a otros contaré.
«Todo aquel que quiera hoy».
Soy salvo, tengo gozo;
jamás me perderé.
«Todo aquel que quiera hoy».
A Dios daré la gloria;
su propio Hijo dio.
«Todo aquel que quiera hoy».
Hermosa, bella historia
que a mí me incluyó.
«Todo aquel que quiera hoy».
98
Lucas 2.7
Hechos 10.38
Salmo 126.3
Cantaré a Cristo por su gran amor,
cómo vino para ser mi Salvador.
¡Tan humilde fue el lugar en el pueblo de Judá,
donde Cristo vino por amor de mí!
c
Es sin igual en su infinito amor,
pues en la cruz allí su vida dio por mí.
Yo cantaré su dulce nombre, sí;
¡oh Salvador eterno!, loores doy a Ti.
Cantaré a Cristo, quien en humildad
obró siempre la divina voluntad.
Los enfermos Él sanó, a los muertos levantó,
a los pobres Él colmó por su bondad.
Cantaré a Cristo, quien murió por mí;
contaré lo que Él ha hecho para mí.
Mis pecados Él llevó, mi perdón y paz compró;
siempre cantaré su dulce nombre, sí.
99
Isaías 4.6; Isaías 32.2
Marcos 4.37; Marcos 6.51
Cariñoso Salvador,
huyo de la tempestad
a tu seno protector,
fiándome de tu bondad.
Cúbreme, Señor Jesús,
de las olas del turbión;
hasta el puerto de salud
guía Tú mi embarcación.
Otro asilo ninguno hay;
indefenso acudo a Ti.
Mi necesidad me trae,
porque mi peligro vi.
Solamente en Ti, Señor,
tengo yo consuelo y luz.
Vengo lleno de temor
a tus pies, Señor Jesús.
Cristo, Salvador, en Ti
sólo puedo yo confiar.
¡Oh! protégeme a mí
en el turbulento mar,
hasta que la tempestad
de la vida terrenal
cese con tranquilidad
en el puerto celestial.
100
Isaías 53.6
Gálatas 6.14
¡La cruz!, ¡la cruz!, pasmosa cruz,
en que murió el Señor.
Espinas veo allí en Jesús;
los clavos, ¡qué dolor!
c
En la cruz, en la cruz,
donde vi, por fin, la luz,
y mi carga de pecados Dios quitó.
Recibí por fe al Señor Jesús
y mi alma de gozo Él llenó.
El peso de mi iniquidad
en Cristo Dios cargó;
Cordero manso, sin maldad,
por mí sacrificó.
Me gloriaré en la cruz aquí;
mi pasaporte allá
es que Jesús murió por mí,
¡al cielo viajo ya!
101
Juan 14.2; Juan 16.22
Buscador de internet
(C)
Mansión gloriosa tengo yo en el cielo,
do las maldades nunca entrarán.
Toda tristeza cambiará en consuelo,
y en dulce canto el dolor y afán.
c
Bellas mansiones hay allá en la gloria;
tendré en la mía el gozo sin par.
Suenan las notas de la grata victoria;
voy pues con gozo a mi dulce hogar.
En este mundo predomina el llanto;
somos sujetos al dolor fatal.
Mas en el cielo cesará el quebranto,
y por los siglos nunca habrá más mal.
Amigo mío, cuánto anhelo yo verte
libre de penas y de turbación.
A Jesucristo debes ya creerle,
tendrás también una bella mansión.
102
Efesios 1.7
Hebreos 9.22
Romanos 5.9
Cristo su preciosa sangre
en Calvario dio;
por nosotros pecadores la vertió.
Con su sangre tan preciosa
hizo redención;
y por eso Dios te brinda el perdón.
Es la sangre tan preciosa
del buen Salvador
lo que quita los pecados y el temor.
Sin la sangre es imposible
que haya remisión;
por las obras no se alcanza salvación.
103
Lucas 15.5
Romanos 6.17
2 Corintios 1.5
Descarrieme cual oveja,
pero Cristo me buscó
y me recogió en su seno;
al camino me volvió.
c
Cantaré la grata historia
de Jesús mi Salvador,
quien murió en el Calvario
por mí, un pobre pecador.
Fui esclavo del pecado,
Cristo vio mi perdición.
Con su sangre derramada
Él compró mi redención.
Muchas veces tengo penas,
mas Jesús ve mi aflicción;
con su voz de amor consuela
mi abatido corazón.
104
1 Corintios 15.57
Apocalipsis 5.9-10
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(C)
Oí bendita historia
de Jesús, quien de su gloria
al Calvario decidió venir
para salvarme a mí.
Su sangre derramada
se aplicó feliz a mi alma;
me dio victoria sin igual
cuando me arrepentí.
c
Ya tengo la victoria
pues Cristo me salva.
Buscome y comprome
con su divino amor.
e imparte de su gloria;
su paz inunda mi alma.
Victoria me concedió
cuando por mí murió.
Oí que en amor tierno
Él sanó a los enfermos:
a los cojos los mandó correr,
al ciego lo hizo ver.
Entonces, suplicante,
le pedí al Cristo amante
le diera a mi alma sanidad
y fe para vencer.
Oí que allá en la gloria
hay mansiones de victoria
que su santa mano preparó
para los que Él salvó.
Espero unir mi canto
al del grupo sacrosanto
que victorioso rendirá
tributo al Redentor.
105
Salmo 1
Dicha grande es la del hombre
cuyas sendas rectas son;
lejos de los pecadores,
lejos de la tentación.
A los malos consejeros
deja, porque teme el mal.
Huye de la burladora
gente impía e inmoral.
Antes en la Ley divina
cifra su mayor placer,
meditando día y noche
en su divinal saber.
Éste, como el árbol verde,
bien regado y en sazón,
frutos abundantes rinde
y hojas que perennes son.
Cuanto emprende es prosperado,
duradero le es el bien.
Muy diversos resultados
sacan los que nada creen;
pues los lanza como el tamo
que el ciclón arrebató,
de pasiones remolino
que a millones destruyó.
En el juicio ningún malo
por lo tanto se alzará;
entre justos congregados
insensatos nunca habrá.
Porque Dios la vida mira
por la cual los suyos van;
otra es la de los impíos:
al infierno bajarán.
106
Marcos 2.17
Isaías 43.25
Juan 18.11
La tierna voz del Salvador
nos habla conmovida.
Oíd al Médico de amor,
quien da a los muertos vida.
c
Nunca los hombres cantarán,
nunca los ángeles de luz
más dulce nota elevarán
que el nombre de Jesús.
«Borradas ya tus culpas son»,
Su voz hoy te pregona.
Recibe, sí, su bendición,
y goza la corona.
La negra copa del dolor,
Jesús, has apurado,
por dar al pobre pecador
tu amor, oh bien Amado.
Y cuando venga el Salvador,
al cielo subiremos;
arrebatados en amor,
su nombre cantaremos.
107
Apocalipsis 21.2, 18; Apocalipsis 22.14
1 Pedro 1.4
En la ciudad de Dios
no cabe el pecador.
Puro es su brillo, puro es su brillo,
sin mancha es su fulgor.
Perdona mi maldad,
soy pobre pecador.
Lava mis culpas, lava mis culpas,
bendito Salvador.
Tu hijo quiero ser
por siempre, mi Señor.
Tú eres mi amparo, Tú eres mi amparo,
contra el vil tentador.
¡Oh! cuando arriba esté,
salvado por tu cruz,
puro y sin mancha, puro y sin mancha,
veré tu hermosa luz.
108
Génesis 1.16
Juan 1.14
Hebreos 1.2-3
Cuando Dios creó planetas,
las estrellas y hasta el sol,
y después creó la vida
en la tierra alrededor,
¿quién se hubiera imaginado
que este Ser de tanto honor
pudiera pensar en uno,
miserable pecador?
Fue así que con empeño,
interés y habilidad,
nos formó del polvo mismo,
dando al alma eternidad.
Aun sabiendo de antemano
la terrible decisión
que nos llevaría, rebeldes,
lejos de su protección.
No fue solo, pues, la vida
que el eterno Dios creó,
fue también su amor sublime
que de arriba nos mostró.
Y al mirarnos tan hundidos
en pecado y transgresión,
descendió del cielo mismo
hasta el mundo, y se humanó.
El bendito Jesucristo,
el eterno Creador,
habitó entre los hombres,
mas su gloria escondió.
Siendo Él el Dios eterno,
majestuoso Emperador,
se dignó hacerse siervo
y ayudar al pecador.
Si sorprende su venida,
con tan grande humillación,
¡más sorprenden sus heridas
en su cruel crucifixión!
El Autor de nuestra vida,
el Eterno e Inmortal,
se entregó en el Calvario
para expiar todo mi mal.
Es por eso que te invito
a mirar hacia la cruz
y contemples el Calvario,
donde encontrarás la luz
del que hizo las estrellas
y murió para salvar
a cualquiera que creyere
que Él murió en su lugar.
109
Zacarías 13.6
1 Timoteo 1.15
Romanos 5.7-8
Me asombra el amor que me ofrece el Señor Jesús,
su gracia tan grande no puedo explicarme yo,
y tiemblo al saber que por mí padeció en la cruz;
por mí, pecador vil, su sangre preciosa dio.
c
¡Qué maravilla es, que Él me amara así,
hasta morir por mí!
¡Qué maravilla es, Él murió por mí!
Pensar que del trono divino Jesús bajó,
mi alma rebelde y altiva para buscar,
y que Él extendió hacia mí su insondable amor
que puede salvar, redimir y justificar.
Sus manos heridas mi deuda pagaron, sí.
Tal misericordia y amor ¿olvidar podré?
¡Oh no! Sin cesar yo le alabo y adoro aquí,
hasta que en la gloria me arroje a sus santos pies.
110
Éxodo 17.6
Deuteronomio 32.31
Salmo 61.2
Roca abierta ya por mí,
tengo abrigo siempre en Ti.
Es tu sangre, oh Jesús,
por mí derramada en cruz,
el remedio eficaz
de mi culpa contumaz.
Todo celo vano es;
vanas son mis lágrimas.
Tú, oh Jesús, mi Salvador,
sólo puedes perdonar.
En tu cruz está el perdón;
sólo en Ti hay salvación.
En mi vida terrenal
y en mi hálito final,
cuando te veré, Jesús,
en el trono de la luz,
Roca abierta ya por mí,
dame siempre abrigo en Ti.
111
1 Juan 1.7
Salmo 51.2
Juan 1.4
Por fe contemplo redención,
la fuente carmesí.
Jesús nos da la salvación;
su vida dio por mí.
c
La fuente sin igual hallé,
de vida y luz el manantial.
¡Oh, gloria a Dios!, ya lo probé;
me limpia a mí, me limpia a mí.
Mi vida salva el Señor,
las dudas Él quitó.
Mi alma goza en su favor,
mis deudas Él pagó.
¡Cuán inefable gozo da,
saber que salvo soy!
Por su palabra de verdad
yo sé que al cielo voy.
¡Oh, gracia excelsa de mi Dios!
¡Cuán grande es su amor!
Y sólo a Él, mi Salvador,
quisiera dar loor.
112
1 Timoteo 1.15
Lucas 15.3-7
Cuando perdido anduve en noche terrenal,
de su hogar glorioso vino Cristo el Señor;
hasta el mundo vino la gran obra a terminar
de la salvación del pobre pecador.
c
Cierta, cierta, cierta es la palabra
que Jesús, que Jesús vino acá a salvar;
a salvarnos a los pecadores,
y su vida en precio de rescate dar.
Cuando perdido anduve, vino el buen Pastor;
vino en busca de la oveja que se perdió.
A sufrir la muerte le llevó su gran amor,
y con regocijo a su oveja halló.
Gracias a Cristo que a la muerte se entregó
para abrir la puerta de su hogar celestial;
de la muerte victorioso Dios le levantó,
y en la gloria vive para perdonar.
c
Gracias, gracias, gracias doy a Cristo
que murió, que murió y resucitó
por salvarme, y justificarme.
Ahora agradecido en Él confío yo.
113
1 Pedro 2.22
Gálatas 3.13
Jesús murió en la cruenta cruz,
llevó la maldición.
De amor por mí su vida dio,
por darme salvación.
c
Él murió en la cruz,
fue traspasado allí.
Sus manos, su costado y pies.
Por ti, por mí.
En el madero Jesús llevó
la carga de mi mal.
Mi fe en Él me da perdón,
la vida eternal.
«Perdónalos, oh Padre», fue
la voz del Salvador.
El don recibo por la fe
en Cristo, el Señor.
Seguro estoy, cuán firme es
la base de mi fe.
Él dijo: «Consumado es»;
ya nada temeré.
114
Juan 7.37-38
Isaías 55.1
¿Sabes dónde hay una fuente
pura de divino amor,
cuyas aguas celestiales
manan con ferviente ardor?
Esta fuente inagotable,
de eficacia y de valor,
es el Redentor bendito,
el precioso Salvador.
c
Es Jesús la viva fuente,
donde he apagado yo
esa sed que consumía
mi cuitado corazón.
Esa fuente siempre pura
nunca su cristal perdió;
y sus aguas refrescantes
se te ofrecen, pecador.
Si sediento y fatigado,
a Jesús la fuente vas,
satisfecho y aliviado
al momento quedarás.
¡Oh! recibe pues su oferta;
no rechaces, no, su amor.
Dile: «De esas aguas dame,
y sabré su gran valor».
Sin dinero y sin precio,
se te ofrece el grato don:
vida eterna, paz y gozo,
de tus culpas el perdón.
115
Romanos 5.20
Isaías 1.18
¡Oh bondad tan infinita
hacia el mundo pecador:
Dios en Cristo revelando
su eterno y santo amor!
c
En Jesús encontré
el perdón de mi maldad.
Sólo a Él le daré
gracias por la eternidad.
Como el vasto firmamento,
como el insondable mar,
es la gracia salvadora
que Jesús al alma da.
Aunque fueren tus pecados
rojos como el carmesí,
en la sangre del Calvario
hay limpieza para ti.
116
2 Corintios 4.4
1 Corintios 13.13
Acudid a Cristo, porque Él da felicidad.
El brillo de este mundo es engaño y vanidad.
Cristo es amigo fiel; a aquel que cree en Él
da mejores goces que este mundo da.
c
Da mejores goces que este mundo da;
al creyente salva del poder del mal.
Saciará tu corazón de esperanza, fe y amor.
Da mejores goces que este mundo da.
Acudid a Cristo, porque Él quiere daros paz.
Su amor destierra la tristeza y trae gran solaz.
Contesta la oración, consuela el corazón;
da mejores goces que este mundo da.
Acudid a Cristo, porque Él da la libertad;
es cosa buena y agradable hacer su voluntad.
Ciega el diablo al pecador; no sabe que el Señor
da mejores goces que este mundo da.
117
1 Pedro 1.19
Efesios 2.8
Isaías 1.18
¡Sangre! Sangre tan preciosa del Señor Jesús;
Él borró nuestros pecados en la cruz.
Sangre pura que nos salva, nos redime ya.
Paz perfecta sin mis obras Dios me da.
¡Sangre! Sangre tan preciosa; no resistas más.
Su eficacia en salvarte, la verás.
Tus pecados son tan rojos como el carmesí.
Esta sangre poderosa es por ti.
Sangre de Jesús, valiosa, libre para mí;
a guardarme del pecado, aun aquí.
Cuando en gloria estaremos, junto con Jesús,
con las huestes cantaremos de la cruz.
118
Isaías 53.1-12
Desfigurado fue Jesús;
sin parecer colgó en la cruz.
De tal manera nos amó,
de tal manera padeció.
Tierno Renuevo de Jehová;
raíz de tierra seca acá.
Hermoso, sin igual Varón,
fue despreciado sin razón.
Mas Él herido fue por mí,
molido por su Dios allí;
paz en la cruz Él consiguió,
y con su llaga me sanó.
Manso Cordero caminó
y cual oveja enmudeció.
Firme anduvo hasta el final
y por mi bien llevó mi mal.
El fruto de su aflicción
verá con gran satisfacción.
La voluntad de Jehová
por siglos mil prosperará.
119
Filipenses 3.7-8
1 Juan 2.15-17
Dejo el mundo y sigo a Cristo,
porque el mundo pasará;
mas su amor, amor bendito,
por los siglos durará.
c
¡Oh, qué gran misericordia!
¡Oh, de amor sublime don!
¡Plenitud de vida eterna,
prenda viva del perdón!
Dejo el mundo y sigo a Cristo,
paz y gozo en Él tendré;
y al mirar que va conmigo,
siempre alegre cantaré.
Dejo el mundo y sigo a Cristo,
su sonrisa quiero ver;
como luz que en mi camino,
haga aquí resplandecer.
Dejo el mundo y sigo a Cristo,
acogiéndome a su cruz,
y después iré a mirarle
cara a cara en plena luz.
120
Mateo 27.22; Mateo 6.24
Hechos 17.31
Ante Pilato Jesús está;
todos los suyos se fueron ya.
Pregunta se oye, y ¿qué será?
¿Qué harás tú con Cristo?
c
¿Qué harás tú con Cristo?
No puedes ser neutral;
pronto tendrás que decirte:
¿Conmigo qué hará Él?
Aún hoy a prueba está Jesús;
puedes negarle, dejar la luz;
fiel puedes ser y tomar tu cruz.
¿Qué harás tú con Cristo?
¿A Cristo quieres tú rechazar,
cual Pilato tus manos lavar?
O ¿quieres tus culpas a Él contar?
¿Qué harás tú con Cristo?
Cristo, te tomo por Salvador;
te reconozco por mi Señor.
Y digo, gozándome en tu amor:
«Ahora soy de Cristo».
121
Juan 3.17; 12.47
Jesús no vino a condenar
al pobre pecador,
mas vino para rescatar
a todos en su amor.
c
Y al proclamar que Él salva,
al proclamar que Él salva,
al proclamar que Él salva ya,
decimos la verdad.
122
Hechos 4.12
Juan 6.68; Juan 14.6
Mateo 7.14
Feliz es el hombre que llega a saber
que Cristo es el Salvador,
que no hay otro nombre en que deba creer
sino en Jesús el Señor.
c
Entonces, ¿qué harás? ¿A quién otro tú irás?,
que pueda ser tu Salvador.
Pues, ven a Jesús, quien murió en la cruz,
y salvo por siempre serás,
y salvo por siempre serás.
Caminos hay muchos, veredas aun más;
son sendas de un triste final.
Uno es el camino de vida eternal,
y ese es Cristo el Señor.
La puerta es estrecha, ¿no quieres entrar?
Se entra al pie de la cruz.
El paso de fe dalo hoy sin tardar,
creyendo en Cristo Jesús.
123
Isaías 4.6; Isaías 32.2
Mateo 7.25
La Peña fuerte, el santo Dios,
nos guarda de la tempestad.
Busquemos pues su protección;
nos guarda de la tempestad.
c
En tierra calurosa Jesús nos da
su sombra, sí, su sombra, sí.
Jesús es el peñasco que sombra da;
nos guarda de la tempestad.
De día templa el gran calor;
nos guarda de la tempestad.
Da paz de noche en derredor;
nos guarda de la tempestad.
La Peña de mi corazón,
nos guarda de la tempestad.
En cada amarga tentación,
nos guarda de la tempestad.
124
Romanos 5.8
1 Juan 4:10
(C)
¡Cuán grande el amor de Dios,
gratuito y singular!
Que Cristo, el unigénito,
muriera en mi lugar.
Amor inmenso, sin igual,
que en cruz cargó con nuestro mal.
c
Dios, grande es tu amor,
tu gran amor por mí.
Admirable amor,
que durará sin fin.
s divino y santo,
amplio es cual la mar,
alto más que los cielos es
tu amor por mí.
¡Cuán grande el amor que Dios
a mí me reveló!
El Santo Espíritu de Dios
un día me selló.
Seguro estoy en su poder,
pues suyo soy y mío es Él.
¡Cuán grande el amor de Dios!
Yo voy a proclamar
a los perdidos salvación
y vida eternal.
Que otros puedan conocer
su amor, su gracia, su poder.
125
Juan 4.14; Juan 7.37
Lucas 23.43
1 Pedro 1.19
Del agua de vida quien quiere beber,
y arrepentido en Cristo creer,
de todo pecado librado será,
pues Cristo por siempre al tal salvará.
c
El don es de balde. Jesús es capaz
de satisfacer con dulcísima paz
al hombre que acepta su pleno perdón,
fiado en la sangre por su salvación.
Mediante la sangre que Cristo vertió
del infeliz reo el rescate pagó,
y el Padre le brinda por célico amor
con sus bendiciones en Cristo el Señor.
126
Lucas 2.12, 34
Hechos 4.12
Romanos 10.9
Señal dada por Dios mismo
a un mundo pecador:
en Belén humilde virgen
dio a luz al Salvador.
Y pastores con gran gozo
adoráronle a Él,
niño envuelto en pañales
en pesebre, el Emanuel.
c
Es Jesús el señalado
quien te vino a buscar.
Es Jesús y ningún otro
quien te puede hoy salvar.
s Jesús a quien tú debes
aceptar por Salvador.
Es Jesús a quien tus labios
deben confesar Señor.
Cristo en cruz, señal divina
que traspasa el corazón;
contradicha es por muchos
cuyo fin es perdición.
Aquel cuerpo que en vida
era templo de su Dios,
destruido fue por hombres,
mas ya vive para nos.
Sepultado por tres días,
luego Él resucitó;
señal de Jonás profeta
que al alma Dios nos dio.
Pronto el Cristo, Rey de reyes,
desde el cielo bajará,
y el mundo despertado
su rechazo llorará.
127
Marcos 15.33-37
Juan 19.30
Voz de amor y de clemencia
en el Gólgota sonó,
y al oírla, con violencia
el Calvario retembló.
«Consumado es, consumado es, consumado es»,
fue la voz que Cristo dio.
Voz de escarnio y de ironía
vil pronuncia el hombre audaz,
mientras Cristo en su agonía
hace al sol nublar su faz.
«Consumado es, consumado es, consumado es»,
fue la voz del Dios veraz.
Entre angustias y dolores,
sin amparo se encontró
el Señor de los señores,
el que al débil amparó.
«Consumado es, consumado es, consumado es»,
y su espíritu entregó.
Ya el infierno está vencido
y la muerte es sin horror
para el hombre redimido
que confía en su Señor.
«Consumado es, consumado es, consumado es»,
el rescate de amor.
128
Romanos 5.20
¡Qué maravilla! Perdón recibí;
Cristo por gracia salvome a mí.
Mis culpas todas Él las llevó,
y sólo por gracia salvo soy.
c
Sólo por gracia salvo soy,
sólo por gracia salvo soy.
Esta es mi historia,
de Dios es la gloria;
sólo por gracia salvo soy.
Yo tengo un gozo que Cristo me dio,
cuando en su sangre mis culpas lavó.
Feliz elevo mi corazón,
que sólo por gracia salvo soy.
Mas por su gracia la cruz puedo ver,
ya me hallo libre y contento con Él.
Su amor inunda mi corazón,
y sólo por gracia salvo soy.
129
Mateo 26.33
Juan 19.1-3
Buscador de internet
(C)
En el huerto donde oraba
arrestaron al Señor,
lo trataron como un malhechor.
Lo afrentaron, le escupieron,
lo humillaron sin razón,
y pidieron su crucifixión.
c
Cristo podía haber llamado
ángeles sin fin a su favor,
mas obediente fue al Calvario
para redimirnos con amor.
Con espinas le tejieron
la corona que llevó,
y dijeron: «¡He aquí, el Rey!»
Lo azotaron y en silencio
soportó la maldición;
angustiado y afligido fue.
Lo clavaron al madero;
por otros Él oró,
pidiendo al Padre su perdón.
Vinagre y hiel le dieron
en su sed al Salvador;
la terrible oscuridad reinó.
Aunque era sin pecado,
quebrantado fue por Dios,
y desamparado padeció.
«¡Consumado es!», Él dijo,
y su espíritu entregó.
¡Asombroso plan de salvación!
130
1 Corintios 15.1
Marcos 16.15
Apocalipsis 5.9
Grato es decir la historia del celestial favor,
de Cristo y de su gloria, de Cristo y de su amor.
Me agrada referirla, pues sé que es la verdad,
y nada satisface cual ella mi ansiedad.
c
¡Qué bella es esa historia!
Mi tema allá en la gloria
será la antigua historia
de Cristo y de su amor.
Grato es decir la historia, más útil al mortal,
que en gloria y portentos no reconoce igual.
Me agrada referirla, pues me hizo mucho bien;
por eso a ti deseo decírtela también.
Grato es decir la historia que, antigua sin vejez,
parece al repetirla más dulce cada vez.
Me agrada referirla, pues hay quien nunca oyó
que para hacerlo salvo el buen Pastor murió.
Grato es decir la historia; el que la sabe ya
parece que de oírla sediento aún está.
Y cuando el nuevo canto en gloria entonaré,
será la antigua historia que en vida tanto amé.
131
1 Pedro 1.18-19
Sofonías 1.18
No soy rescatado con oro o con plata;
no vale dinero en los ojos de Dios.
La sangre preciosa de Cristo fue el precio
de mi redención de la condenación.
c
Yo nada soy, y nada tengo;
en tu amor pensaste en mí.
Moriste Tú por mis pecados,
¡oh Señor!, confío en Ti.
No soy rescatado con oro o con plata;
el oro no compra la gracia de Dios.
Si fuera por oro sería un negocio,
mas Cristo por todos su sangre vertió.
No soy rescatado con oro o con plata.
Pensando en mis culpas tenía temor,
y al ver que la sangre borró mis pecados,
huyeron las dudas de mi corazón.
132
Salmo 40.3
Isaías 6.7
Cansado y triste vine al Salvador;
mis culpas Él llevó, mis culpas Él llevó.
Mi eterna dicha hallé en su amor;
mis culpas Él llevó.
c
Mis culpas Él llevó, mis culpas Él llevó;
alegre siempre cantaré.
Al Señor gozoso alabaré,
porque Él me salvó.
Borradas todas mis culpas son;
mis culpas Él llevó, mis culpas Él llevó.
A Él feliz elevo mi canción;
mis culpas Él llevó.
Ya vivo libre de condenación;
mis culpas Él llevó, mis culpas Él llevó.
Su dulce paz me llena el corazón;
mis culpas Él llevó.
Si vienes hoy a Cristo, pecador,
tus culpas borrará, tus culpas borrará.
Perdón tendrás si acudes al Señor;
tus culpas borrará.
c
Tus culpas borrará, tus culpas borrará,
y limpiará tu corazón.
Y dirás feliz en tu canción:
«Mis culpas Él llevó».
133
Mateo 7.24
Santiago 2.14
Lucas 7.42
¿Qué cimiento habrá sobre el cual fundar
una casa que pueda soportar
ruda tempestad que ha de venir,
y el débil edificio destruir?
c
Sobre la Peña mi casa está;
firme sobre ella se quedará.
Tempestades la podrán batir,
pero no podrán esa casa hundir.
¿Quién de arena su cimiento hará?
De mis obras, ¿cuál me podrá salvar?
Pues al que en sus obras confiado esté,
de Jesús la sangre no le inspira fe.
Mas al que profesa en Jesús confiar,
esa fe por obras ha de mostrar.
Si el perdón grande es, ¿qué será el amor
que por Cristo siente el pobre pecador?
134
Lucas 15
La oveja se perdió; tras ella el buen pastor,
dejando todo, la buscó, movido por su amor.
Perdido así me vi, mas Cristo me encontró;
hasta la cruz Él fue por mí y allí me rescató.
Moneda de valor una mujer perdió;
con diligencia, luz, fervor, su casa ella barrió.
Perdido así me vi, mas Dios me pudo ver;
su Espíritu obró en mí, y yo volví a nacer.
El pródigo salió muy lejos del hogar;
perdidamente él vivió, y quiso regresar.
Perdido así me vi, arrepentido estoy;
amor del Padre recibí, y perdonado soy.
135
Juan 3.16
Efesios 3.17-19
El amor de Dios al mundo,
describirlo, ¿quién podrá?
Libros nunca alcanzarían
ni palabras bastarán.
Este amor es sin medida:
vasto, inmenso como el mar.
Dios envió a su Hijo amado
a morir en mi lugar.
En el monte del Calvario
este amor se nos mostró,
cuando su preciosa sangre
Jesucristo derramó.
Tal amor, ¿cómo es posible
si yo soy un pecador?
Aunque es incomprensible,
da justicia y salvación.
No se mide la anchura,
longitud, profundidad,
ni la altura se comprende
del amor de mi Señor.
Nada puede separarme,
nadie me alejará
del amor de Jesucristo
por la gran eternidad.
Este Amor incomparable
por mi mal herido fue,
mas hoy vive para siempre
y jamás me dejará.
Este Amor por las edades
mantendrá mi salvación
y con manos horadadas
por mí siempre abogará.
136
Juan 19.18
Gálatas 2.20
Crucificado por mí fue Jesús,
de tal manera me amó.
Sin murmurar fue llevado a la cruz,
de tal manera me amó.
c
De tal manera me amó,
de tal manera me amó;
Cristo en la cruz del Calvario murió,
de tal manera me amó.
El inocente Cordero de Dios,
de tal manera me amó,
que por salvarme sufrió muerte atroz,
de tal manera me amó.
En mi lugar padeció aflicción,
de tal manera me amó.
Ya consumó mi eternal salvación,
de tal manera me amó.
137
Hechos 8.39
Juan 10.4
Josué 24.15
Día feliz cuando escogí
servirte, mi Señor y Dios;
preciso es que mi gozo en Ti
lo muestre hoy por obra y voz.
c
¡Soy feliz! ¡Soy feliz!
Y en su favor me gozaré.
En libertad y luz me vi,
cuando triunfó en mí la fe,
y el raudal carmesí
salud de mi alma enferma fue.
¡Pasó! Mi gran deber cumplí;
de Cristo soy y mío es Él.
Me atrajo; con placer seguí;
su voz conoce todo fiel.
Reposa, débil corazón,
a tus contiendas pon ya fin;
hallé más noble posesión,
y parte en superior festín.
138
Mateo 22.1-14
El Rey a la fiesta mandó convidar.
Fue tal su ternura y amor,
que a fin de que todos pudiesen entrar,
pagó en la cruz con dolor.
c
Aparejado está, Cristo llama,
Él te espera, te manda venir.
Bienvenido serás.
Andad por las calles, hacedlos venir.
«El Rey os convida», decid.
A ricos y pobres se puede decir:
«Seréis bienvenidos, venid».
La casa se llena, te espera a ti;
afuera no puedes vivir.
La puerta muy pronto cerrada será;
el Rey es quien manda venir.
139
Salmo 32; Salmo 51; Salmo 34
1 Timoteo 1.13
¡Cuán bendito es el hombre perdonado por Jesús,
con el corazón lavado en la sangre de la cruz!
Sí, es bienaventurado al que Dios no contará
ni engaño ni pecado, mas su gracia le dará.
Triste, envuelto en el silencio, mis pecados escondí.
¡Qué pesares de conciencia, qué miserias padecí!
Mas por fin desesperado, descubrí mi aflicción;
mis pecados confesando, en Jesús busqué perdón.
Escuchó Él mis clamores, mis pecados perdonó,
y de todas mis angustias, compasivo, me libró.
¡Gloria a Ti, Señor eterno, adorable Salvador!
¡Gloria a Ti en las alturas, Dios de vida, Dios de amor!
140
Salmo 39.4-5
Job 14.5
2 Corintios 6.2
Medita que has perdido
por siempre un año más,
un año de tu vida
que nunca volverá.
Sus horas han marchado,
llevándose al volar
las huellas del pecado
que te han de condenar.
c
Veloz el año pasa;
¡quizás tu última ocasión!
Sé salvo mientras dura
el día de salvación.
Medita que pasaron
al mundo eternal
mil seres que empezaron
contigo el año actual.
Son almas que abandonan
la humana vanidad;
son voces que pregonan
cercana eternidad.
Medita que el Maestro,
brindando salvación,
mil veces a la puerta
llamó del corazón.
Quizás la voz que hubiste
así de rechazar,
por vez postrera insiste,
cansada de llamar.
141
Efesios 2.8-9; Efesios 3.12
Juan 10.28
Las obras mías no me salvan,
ni ayudan ante Ti.
De Cristo el pago sólo aceptas,
pues Él murió por mí.
c
Me salva por la eternidad
Jesús, mi Salvador.
Yo tengo gran seguridad
confiando en mi Señor.
Su mano fuerte me sostiene,
me lleva el buen Pastor.
De Él nadie puede arrebatarme,
me guarda con fervor.
Predestinado y llamado,
justificado soy.
Declaras que glorificado
me consideras hoy.
Tu Santo Espíritu es las arras
y Él mora siempre en mí.
La redención me garantizas,
sellado así por Ti.
142
Lucas 2.13-14
Oíd un son en la alta esfera:
«En los cielos gloria a Dios;
al mortal paz en la tierra»,
canta la celeste voz.
Con los cielos alabemos
al eterno Rey; cantemos
a Jesús, a nuestro bien,
con el coro de Belén.
Canta la celeste voz:
«¡En los cielos gloria a Dios!»
El Señor de los señores,
el Ungido celestial,
a salvar los pecadores
vino al mundo terrenal.
Loor al Verbo encarnado,
en humanidad velado;
gloria al Santo de Israel,
cuyo nombre es Emanuel.
Canta la celeste voz:
«¡En los cielos gloria a Dios!»
Príncipe de paz eterna,
¡gloria sea a Ti, Jesús!
De tu heredad paterna
nos trajiste vida y luz.
Has tu majestad dejado,
y buscarnos te has dignado;
para darnos el vivir,
a la muerte osaste ir.
Canta la celeste voz:
«¡En los cielos gloria a Dios!»
143
Lucas 15.11-32
1 Juan 4.8
Dios de amor, Dios de amor,
a Ti vine, un pecador.
Nada de bueno había en mí,
mas de lo bueno que no merecí,
todo en Ti encontré, todo en Ti encontré.
Dios de amor, Dios de amor,
cuando vine con temor,
me recibiste y me diste lugar
con alegría en tu buen hogar.
Y como hijo yo entré, y como hijo yo entré.
Dios de amor, Dios de amor,
gracias doy por tu favor.
Aunque el siervo de casa saldrá,
el que es hijo permanecerá,
y él hartura tendrá, y él hartura tendrá.
Dios de amor, Dios de amor,
me consagro con fervor.
Más fielmente te quiero servir,
y por Ti sólo ya quiero vivir.
Haz Tú que sea así, haz Tú que sea así.
144
Isaías 53.5-6
1 Pedro 2.24
Mucho gozo tengo desde que
Dios quitó la carga de mi mal.
Sobre Cristo mi castigo fue,
al llevar la carga de mi mal.
c
Ya no siento el peso en mi corazón,
pero tengo el gozo de la salvación.
El ser salvo es algo muy real;
Dios quitó la carga de mi mal.
145
Génesis 16.13
Romanos 5.8
Soy muy pecador,
eso bien lo sé;
Dios lo sabe y me ve,
no me esconderé.
Hay un Salvador
quien murió por mí;
Dios lo dice, y es así,
yo ya le creí.
146
Hechos 4.12
1 Juan 1.7
Sólo Cristo os puede salvar, ¡sin precio!,
Él pagó la gran deuda en la cruz.
Vuestro Dios, sí, os quiere limpiar, ¡hoy mismo!,
por la sangre eficaz de Jesús.
c
Oh gritad: «¡Es verdad!
Pues sin Cristo no hay salvación».
Aceptad su bondad;
a vosotros os brinda el perdón.
147
Cantares 2.1
Juan 19.30
Buscador de internet
(C)
Todos deben conocer, todos deben conocer,
todos deben conocer quién es Jesús.
Todos deben conocer, todos deben conocer,
todos deben conocer quién es Jesús.
c
Es el Lirio de los valles,
es la Rosa de Sarón;
de los miles el más bello,
todos deben conocer.
Dios me puede perdonar, Dios me puede perdonar,
Dios me puede perdonar por fe en Jesús.
Dios me puede perdonar, Dios me puede perdonar,
Dios me puede perdonar por fe en Jesús.
c
Con su sangre derramada
satisfecho está mi Dios.
«Consumado es», Él dijo.
Dios me puede perdonar.
Vida Cristiana
200
Romanos 12.1
Filipenses 2.17; 3.8
Tal como soy anhelo ser
tuyo, y en Ti permanecer.
A Ti queriéndome ofrecer,
ahora Cristo, vengo a Ti.
Todo mi ser te quiero dar,
a Ti lo quiero dedicar,
y sin reserva, ni esperar,
ahora Cristo, vengo a Ti.
Siempre en tu luz anhelo andar,
por lo que es recto batallar,
ser fiel y nunca desmayar;
ahora Cristo, vengo a Ti.
Tal como soy te doy mi amor,
doy de mi vida lo mejor.
Por la verdad, por Ti, Señor,
ahora Cristo, vengo a Ti.
201
1 Crónicas 28.9
1 Juan 2.16
Señor, yo he prometido
servirte con amor;
concédeme tu gracia,
mi amigo y Salvador.
No temeré la lucha
si Tú a mi lado estás,
ni perderé el camino
si Tú guiando vas.
El mundo está muy cerca
y abunda tentación;
suave es el engaño
y es necia la pasión.
Ven Tú, Señor, más cerca,
mostrando tu piedad,
y escuda al alma mía
de toda iniquidad.
Cuando mi mente vague,
ya incierta, ya veloz,
concédeme que escuche,
Señor, tu clara voz.
Anímame si paro,
inspírame también;
repréndeme si temo
en todo hacer el bien.
Señor, Tú has prometido
a todo aquel que va
siguiendo tus pisadas,
que al cielo llegará.
Sostenme en el camino,
y al fin con dulce amor
trasládame a tu gloria,
mi amigo y Salvador.
202
Eclesiastés 12.7
Santiago 1.6
2 Pedro 1.2
Es la Biblia para mí
santo y gran tesoro aquí;
pues contiene con verdad
la divina voluntad.
Me declara lo que soy,
de quién vine y a quién voy.
Reprende ella mi dudar
y me exhorta sin cesar.
Es cual faro de mi pie;
va guiando por la fe
a las fuentes del amor
del bendito Salvador.
Es la infalible voz
del Espíritu de Dios,
que vigor al alma da
cuando en aflicción está,
y me enseña a triunfar
de la muerte y del pecar.
Por su santa letra sé
que con Cristo reinaré;
yo que tan indigno soy,
por su luz al cielo voy.
Es la Biblia para mí
santo y gran tesoro aquí.
203
Hechos 5.41
Filipenses 2.9
Cantares 1.3
¡Tan dulce el nombre de Jesús!
Sus bellas notas cantaré,
que mi alma llena al proclamar
el nombre de Jesús.
c
Siempre es mi Señor;
gracias doy al Salvador,
y en el cielo su loor
por siempre cantaré.
Adoro el nombre de Jesús.
Jamás me faltará su amor,
y pone aparte mi dolor
el nombre de Jesús.
Tan puro el nombre de Jesús,
que mi pesar pudo quitar
y grata paz a mi alma dar,
el nombre de Jesús.
El dulce nombre de Jesús
por siempre quiero alabar,
y todos deben ensalzar
el nombre de Jesús.
204
Salmo 19.10; 119.103, 105
En tu Palabra, oh Padre Dios,
¡qué bella luz se ve!
Bendita, celestial porción,
gozada por la fe.
Aquí del Redentor la voz
alegra el corazón;
la dulce voz del buen Pastor
que trae salvación.
En su divina inspiración
aliento se nos da;
también allí satisfacción
el alma encontrará.
Y antorcha para iluminar
los pasos de tu grey;
y lámpara que nos dará
visiones del gran Rey.
¡Cuán dulce es tu Palabra fiel
para mi paladar!
Más que la refinada miel
que cae del panal.
Y mina de riqueza es
que no se agotará
hasta ese día en que yo esté
en gloria celestial.
205
Salmo 73.16-17; Salmo 145.16
Romanos 8.33
Cuando combatido por la adversidad,
creas ya perdida tu felicidad,
mira lo que el cielo para ti guardó.
Cuenta las riquezas que el Señor te dio.
c
¡Bendiciones, cuántas tienes ya!
Bendiciones, Dios te manda más.
Bendiciones, te sorprenderás
cuando veas lo que Dios por ti hará.
¿Andas agobiado por algún pesar?
¿Duro te parece amarga cruz llevar?
Cuenta las promesas del Señor Jesús,
y de las tinieblas nacerá la luz.
Cuando de otros veas la prosperidad
y tus pies claudiquen tras de su maldad,
cuenta las riquezas que tendrás por fe
donde el oro es polvo que hollará tu pie.
206
Romanos 7.4; Romanos 13.12
Juan 15.1
¿He de ir sin ningún fruto
que presente a mi Señor?
¡No le llevo ni un trofeo,
ni servicio de valor!
c
¿He de ir sin ningún fruto?,
¿he de ver a Cristo así?
Con el tiempo mal gastado,
¿he de presentarme allí?
De la muerte no me asusto;
Cristo es ya mi Salvador.
Para Él nada yo he hecho;
esto, sí, me da dolor.
Darle todo yo quisiera
de los años que perdí,
caminando en la ceguera,
pero a Satanás los di.
Pasa el día y llega noche.
¡Trabajad cuando haya luz!
Le verán, y sin reproche,
quienes sirvan a Jesús.
207
Juan 10.11
Gálatas 2.20
Filipenses 2.5
Mi vida di por ti, mi sangre derramé.
Por ti inmolado fui, por gracia te salvé.
Por ti, por ti mi vida di, ¿qué has hecho tú por Mí?
Por ti, por ti mi vida di, ¿qué has hecho tú por Mí?
Mi celestial mansión, mi trono de esplendor,
dejé por rescatar al mundo pecador.
Sí, todo Yo dejé por ti, ¿qué dejas tú por Mí?
Sí, todo Yo dejé por ti, ¿qué dejas tú por Mí?
Reproches, aflicción y angustias Yo sufrí.
La copa amarga fue que Yo por ti bebí.
Reproches Yo por ti sufrí, ¿qué sufres tú por Mí?
Reproches Yo por ti sufrí, ¿qué sufres tú por Mí?
De mi celeste hogar te traigo el rico don
del Padre Dios de amor: la plena salvación.
Mi don de amor te traigo a ti, ¿qué ofreces tú por Mí?
Mi don de amor te traigo a ti, ¿qué ofreces tú por Mí?
208
Salmo 95.1
Colosenses 3.16
Canta, oh buen cristiano,
dulce es el cantar;
hace el camino llano
y quita el pesar.
Canta en las noches tristes,
canta en la clara luz;
almas así salvadas
cantan de Jesús.
Canta, oh buen cristiano,
lleno tu corazón;
himnos lo hacen sano,
y del cielo son.
Tanto hay en este mundo
de angustias y dolor,
canta el amor profundo
de tu Salvador.
Canta, oh buen cristiano;
Dios guardará tus pies,
y Él sostendrá tu mano
hasta la vejez.
¿Sabes que al diablo invitas
cuando medroso estás?
Pon ante Dios tus cuitas
y Él darate paz.
209
1 Corintios 3.11
Deuteronomio 32.4, 15, 31
Es mi única solicitud
Jesús, su muerte y su virtud.
No sigo de otros blanda voz;
acudo a su llamar veloz.
c
En Cristo estoy, mi roca es Él;
no hay otro fundamento fiel,
no hay otro fundamento fiel.
Si largo el viaje pareció,
jamás su gracia me faltó.
Si ruge fiera tempestad,
es mi ancla ya su gran bondad.
Las olas pueden azotar,
mas en la cruz voy a confiar.
Apoyo humano faltará,
mas salvo soy si corro allá.
De la final trompeta al son
me esconderé en su corazón.
Vestido de su santidad,
iré al trono en claridad.
210
Hebreos 4.15
Juan 14.27
Proverbios 17.17
¿Hay aquí quien nos ayude,
quien comprenda nuestro ser,
cuando el alma está transida de dolor?
¿Hay quien sienta simpatía,
nuestra condición al ver,
y nos dé lo que deseamos con amor?
c
Uno hay, uno hay;
en Cristo el bendito uno hay.
Cuando viene aflicción a nuestro corazón,
un amigo hay en Cristo, uno hay.
¿Hay aquí quien nos ayude
nuestra carga a llevar,
aunque grave y difícil pueda ser?
¿Hay quien quiera con ternura
al caído levantar,
y en sus brazos amorosos recoger?
¿Hay aquí quien nos ayude,
quien nos dé tranquilidad
cuando estamos bajo el peso del dolor,
quien al pecador ofrezca
el perdón de su maldad,
y por él se sacrifique con amor?
211
1 Corintios 14.25
Apocalipsis 5.13
Engrandecido sea Dios
en esta reunión, en esta reunión.
Alegres, juntos a una voz,
c
Dad gloria,
gloria, gloria, gloria;
dad gloria a nuestro Dios.
Durante el día que pasó,
la mano del Señor, la mano del Señor,
de muchos males nos salvó.
Pues hasta aquí nos ayudó
y siempre proveerá, y siempre proveerá.
Con gratitud, placer y amor,
212
1 Corintios 6.19-20
Romanos 8.29
Buscador de internet
(C)
Oh Dios, hazme un buen santuario,
santo y puro, vivo y real;
preparado y de tu agrado,
un santuario para Ti.
Oh Dios, hazme un siervo útil,
obediente, bueno y fiel,
como Cristo; y siempre listo
para darme todo a Ti.
Oh Dios, hazme a la grata imagen
del carácter de Jesús,
un espejo que dé reflejo
de tu Hijo, para Ti.
213
Romanos. 12.1-2
Juan 12.3
Todo a Cristo yo me rindo
con el fin de serle fiel.
Para siempre quiero amarle
y agradarle solo a Él.
c
Yo me rindo a Él,
yo me rindo a Él;
todo a Cristo yo me entrego,
quiero serle fiel.
Todo a Cristo yo me rindo,
a sus pies postrado estoy;
los placeres he dejado
y le sigo desde hoy.
214
Romanos 12.2
Filipenses 3.14
Anhelando amor perfecto,
paz, pureza y santidad,
a tus plantas, con fe plena,
¡heme aquí, Dios de bondad!
c
Cual ofrenda me consagro,
constreñido por tu amor;
cuerpo, espíritu y alma
doy a Ti, mi Salvador.
Tuyo sólo sea yo, Señor.
Ya vencido por tu gracia,
hoy me rindo a Ti, Jesús.
Redimido por tu sangre,
soy trofeo de tu cruz.
Toma, oh Cristo, lo que es tuyo;
pon tu sello sobre mí:
que tu semejanza tenga,
y te glorifique aquí.
215
Filipenses 2.5-11
Colosenses 2.15
Me gozo en Jesús, quien su trono de luz
dejó por comprar mi salud en la cruz.
c
¡Alabanzas al Cordero!,
de mi vida el sostén.
Triunfó en el madero.
¡Aleluya! Amén.
Mis culpas sentí, y contrito acudí
a Cristo, refugio eternal para mí.
Y así tengo yo en Jesús que me amó,
la paz y el perdón que su sangre compró.
Si hay penas aquí, gozo eterno hay allí,
do Cristo prepara lugar para mí.
216
1 Tesalonicenses 5.17
Daniel 6.10
Ora a tu Dios de mañana,
Él oye tu oración;
ora a tu Dios por la noche,
con Él tienes comunión.
Dios oirá de mañana,
Él oye tu oración;
Dios oirá por la noche,
con Él tienes comunión.
Cristo vendrá por su pueblo,
Él reinará en Sion.
Pronto vendrá en las nubes;
con Él tienes comunión.
217
Proverbios 18.24
1 Tesalonicenses 5.17
¡Oh! ¡qué amigo nos es Cristo!,
nuestras culpas Él llevó,
y nos manda que llevemos
todo a Dios en oración.
¿Somos tristes, agobiados,
y cargados de aflicción?
Esto es porque no llevamos
todo a Dios en oración.
¿Te hallas débil y oprimido
de cuidados y temor?
A Jesús, refugio eterno,
dile todo en oración.
¿Te desprecian tus amigos?
Cuéntale en oración;
en sus brazos de amor tierno
paz tendrá tu corazón.
Jesucristo es nuestro amigo,
de esto pruebas nos mostró;
pues para llevar consigo
al culpable, se humanó.
El castigo de su pueblo
en su muerte Él sufrió.
Cristo es el amigo eterno,
sólo en Él confío yo.
218
Habacuc 3.2
Oseas 6.3
Salmo 63.1-2
Avívanos, Señor.
Sintamos el poder
del Santo Espíritu de Dios
en todo nuestro ser.
c
Avívanos, Señor,
con nueva bendición;
inflama el fuego de tu amor
en cada corazón.
Avívanos, Señor,
tenemos sed de Ti.
La lluvia de tu bendición
derrama ahora aquí.
Avívanos, Señor;
despierta más amor,
más celo y fe en tu pueblo aquí
en bien del pecador.
219
Santiago 5.13
Isaías 65.24
Apocalipsis 5.8
A Ti, Dios mío, en oración,
con mi cuidado terrenal
allégome, y de corazón
te manifestaré mi mal.
¡Oh cuántas veces tuve en Ti
refugio de mi tentación!
Y ¡cuántas cosas recibí
de Ti, Dios mío, en oración!
A Ti, Dios mío, en oración,
confiando en tu fidelidad,
elevaré mi petición,
la voz de mi necesidad.
Yo sé que escucharás allá,
que me darás tu bendición;
que fortaleza me vendrá,
de Ti, Dios mío, en oración.
Ahora, oh Dios, en oración
aliento y gozo a mi alma da.
En este mundo de aflicción
de orar necesidad habrá.
Mas desde el día en que yo esté
contigo en suma perfección,
mis oraciones cambiaré
en una eterna adoración.
220
Salmo 73.2-5
Juan 13.7
Cuando tentado, yo he deseado
saber por qué hay muchos aquí
que andan sin pruebas y sin cuidado
mientras el mal me acecha a mí.
c
Entenderemos nuestras angustias,
entenderemos nuestro pesar.
Hermano mío, nunca desmayes;
todo en el cielo se ha de aclarar.
«Hasta la muerte —dijo el Maestro—,
serás tú fiel y trabajarás;
todo tu afán tan grande dejado
cuando al celeste hogar entrarás».
Cuando vendrá Jesús en la gloria,
todos al cielo nos llevará;
cuando le veamos en aquel día,
lo entenderemos, sí, más allá.
221
Salmo 34.1
2 Timoteo 4.2
Cristiano, alaba a tu Señor,
proclama sus bondades.
Anuncia a todos su favor,
su gracia y sus verdades.
c
Alaba siempre,
alaba al Salvador.
Canta, ¡oh! canta
la historia de su amor.
La buena nueva de salud
declara al angustiado.
Ensalza siempre la virtud
de Aquel que te ha salvado.
Con fe, constancia y gran valor
sé siempre buen testigo.
Dirige al triste pecador
a Cristo, el fiel amigo.
En todo tiempo, sin temor,
confiesa a Jesucristo.
No te avergüences del Señor,
que en cruz por ti ha sufrido.
222
Judas 3
2 Timoteo 2.12
Hebreos 12.14
Contendamos, jóvenes, por la fe,
aunque brame el mundo con Satanás.
En la lucha nunca nos vencerán,
pues Jesús nos guardará.
c
Si sufrimos aquí, reinaremos allí
en la gloria celestial.
Si llevamos la cruz por amor de Jesús,
la corona Él nos dará.
No seamos tibios de corazón,
ni dejemos nunca el primer amor.
Mantengamos firme la profesión
de la fe en el Salvador.
Procuremos todos la santidad,
sin la cual ninguno verá al Señor.
Gozo, paz y eterna felicidad
Cristo ofrece al vencedor.
223
Daniel 1.8; Daniel 2.36
Gran ejemplo fue Daniel,
preso en Babilonia.
Joven firme, fuerte y fiel,
¡qué bonita historia!
No comió, ni bebió,
lo que el rey mandaba;
nunca se contaminó,
sólo en Dios confiaba.
Una noche el rey soñó;
vio una gran imagen.
A los magos él pidió
que le ayudasen.
Fue Daniel quien contó
lo que Dios decía;
en metales descifró
grandes profecías.
224
Apocalipsis 5.9
Lucas 15.4
Salmo 23.4
Cantaré la bella historia,
que Jesús murió por mí;
cómo allá en el Calvario
dio su sangre carmesí.
c
Cantaré la bella historia
de Jesús, mi Salvador;
y con santos en la gloria
a Jesús daré loor.
Cristo vino a rescatarme;
vil, perdido me encontró;
con su mano fiel y tierna
al redil Él me llevó.
Mis heridas y dolores
el Señor Jesús sanó;
del pecado y los temores
su poder me libertó.
En el río de la muerte
el Señor me guardará.
Es su amor tan fiel y fuerte
que jamás me dejará.
225
Mateo 26.42
Hechos 21.14
Efesios 5.17
Acepto, oh Dios, tu voluntad,
alabo tu saber,
y mientras viva yo acá,
y mientras viva yo acá,
más fiel te quiero ser.
¿Por qué afanarme, oh Señor?,
si cuidarás de mí.
Más bien, tranquilo viviré;
más bien, tranquilo viviré;
Tú estás conmigo aquí.
Sé Tú mi guía, y venceré
peligros que hay aquí.
Tus hijos peregrinos son,
tus hijos peregrinos son,
y van en pos de Ti.
Y siempre gana el que honra a Dios;
no perderá jamás.
Mejor cumplir tu voluntad,
mejor cumplir tu voluntad,
aunque le cueste más.
«Mal» que vendrá es bendición,
si viene, oh Dios, de Ti;
y «bien» que cause mucho mal,
y «bien» que cause mucho mal,
no quieres para mí.
226
Colosenses 3.17
1 Corintios 13.13
1 Pedro 5.7
De Jesús el nombre guarda,
heredero del afán.
Dulce hará tu copa amarga;
tus afanes cesarán.
c
Suave luz, manantial
de esperanza, fe y amor.
Sumo bien celestial
es Jesús el Salvador.
De Jesús el nombre estima,
que te sirve de broquel.
Alma débil, combatida,
hallarás asilo en Él.
De Jesús el nombre ensalza,
cuyo sin igual poder
del sepulcro nos levanta,
renovando nuestro ser.
227
Génesis 31.49
Dios os guarde con su gran poder,
protegidos y abrigados,
recibiendo sus cuidados;
Dios os guarde con su gran poder.
c
En fraterno amor nos veremos
a los pies de nuestro Salvador,
para nunca más separarnos,
un redil con nuestro buen Pastor.
Dios os guarde por su tierno amor,
y bebiendo de sus fuentes,
aunque del hogar ausentes;
Dios os guarde por su tierno amor.
Dios os guarde del poder del mal,
de pecados y de errores,
de peligros y temores;
Dios os guarde del poder del mal.
Dios os guarde para su loor,
para su presente gozo
en servicio y en reposo;
Dios os guarde para su loor.
228
Salmo 23.6
1 Tesalonicenses 4.13
Amigos, con placer nos vemos
en tiempo tan veloz;
mas siempre llega el tiempo triste
en que se dice adiós.
c
Jamás se dice adiós allá,
jamás se dice adiós.
En el país de gozo y paz,
jamás se dice adiós.
¡Cuán dulce es el consuelo dado
por ellos al partir,
que al venir Jesús en gloria,
nos hemos de reunir!
La voz de triste despedida
jamás allí se oirá,
mas la canción de paz y gozo
por siempre durará.
229
Romanos 12.1-2
Hechos 9.6
Cristo, tu santo amor, diste a mí
cuando en la cruz, Señor, sufriste aquí.
Acepto tu virtud y hoy, en gratitud,
cumplo con prontitud: me rindo a Ti.
Un corazón de amor quiero, Jesús,
y que esté, Señor, lleno de luz;
así podré servir, el tiempo redimir,
y almas dirigir, Señor, a Ti.
Lo que yo tengo y soy por tu favor,
alegre a Ti lo doy, Cristo Señor.
Tu rostro yo veré, contigo estaré,
y siempre yo seré algo por Ti.
230
1 Pedro 2.11
Juan 14.2
Lucas 15
Cual peregrino voy
a mi hogar;
aunque en el mundo estoy,
no es mi hogar.
Peligros sé que habrá,
mi alma batallará,
tengo en la gloria allá
celeste hogar.
Cual hijo errante, yo
dejé el hogar.
Paciente, Dios me vio
desde su hogar.
Lejos yo me perdí,
gozo jamás sentí,
pesares padecí,
sin un hogar.
Gracias al buen Pastor,
tengo un hogar.
Vino por mí en amor;
dejó su hogar.
Me rescató, y soy
oveja suya hoy;
sobre sus hombros voy
hacia mi hogar.
Cristo me preparó
eterno hogar.
Se fue, mas prometió
un bello hogar.
Pronto regresará,
su voz me llamará
y me trasladará
hasta mi hogar.
231
Mateo 9.36; Mateo 18.10-14
Ezequiel 34.22
De ovejas cuántas vagan;
del redil muy lejos van.
En la montaña triste
con frío y hambre están;
o en tenebroso bosque,
en medio del zarzal,
o en peña peligrosa,
expuestas a gran mal.
c
Vayamos a buscarlas
en el nombre del Señor,
y gran gozo habrá para quien podrá
atraerlas al Pastor.
Oh, ¿quién irá a buscarlas,
quién, por la compasión
de Dios, irá a buscarlas,
do están en perdición?
¿Quién se dará molestias,
quién sufrirá dolor
por gozo de encontrarlas,
y traerlas al Pastor?
Felices nos haría
el así poder hablar:
«Pastor, hemos salido
tus ovejas a buscar;
y lejos las hallamos,
después de pruebas mil.
Y aquí te las traemos,
que estén en tu redil».
232
Lucas 15.6
Efesios 2.3
Juan 15.5
Lejos de mi Padre Dios
fui por Cristo hallado;
por su gracia y por su amor
fui por Él salvado.
c
Es Jesús mi Señor,
mi alegría eterna.
Él me amó y me salvó
en su gracia tierna.
Es Jesús, mi Salvador,
fiel en su constancia;
toda mi necesidad
suple su abundancia.
Cerca de mi buen Pastor
vivo cada día;
toda gracia en su Señor
halla el alma mía.
Guárdame, Señor Jesús,
para que no caiga;
cual sarmiento de la vid,
vida de Ti traiga.
233
Mateo 26.32
Hechos 1.8
1 Corintios 15.58
Firmes y adelante, huestes de la fe,
sin temor alguno, que Jesús nos ve.
Jefe soberano, Cristo al frente va,
y la regia enseña tremolando está.
c
Firmes y adelante, huestes de la fe;
sin temor alguno, que Jesús nos ve.
Muévese potente la Iglesia de Dios;
de los ya gloriosos marchamos en pos.
Somos sólo un cuerpo, y uno es el Señor,
una la esperanza, y uno nuestro amor.
Tronos y coronas pueden perecer;
de Jesús la Iglesia constante ha de ser.
Nada en contra suya prevalecerá,
porque la promesa nunca faltará.
234
Efesios 1.7; Efesios 2.8
Tito 2.11
Hebreos 4.16
Sublime gracia del Señor
que un infeliz salvó;
fui ciego mas hoy miro yo,
perdido y Él me halló.
Su gracia me enseñó a temer,
mis dudas ahuyentó;
¡oh cuán precioso fue a mi ser
cuando Él me transformó!
En los peligros o aflicción
que yo he tenido aquí,
su gracia siempre me libró
y me guiará feliz.
Y cuando en Sion por siglos mil
brillando esté cual sol,
yo cantaré por siempre allí
su amor que me salvó
235
Santiago 4.6
2 Corintios 12.9
Su gracia es mayor si las cargas aumentan;
su fuerza es mayor si la prueba es más cruel.
Si es grande la lucha, mayor es su gracia;
si más son las penas, mayor es su paz.
c
Su amor no termina, su gracia no acaba,
un límite no hay al poder del Señor;
pues de sus inmensas riquezas en gloria,
abunda su gracia, abunda su amor.
Si nuestros recursos se han agotado,
si fuerzas nos falta para terminar,
si al punto ya estamos de desesperarnos,
el tiempo ha llegado en que Dios puede obrar.
236
Ezequiel 34.26
Santiago 5.7
2 Corintios 13.14
«Lluvias de bendición grandes»,
es la promesa de amor.
Hoy te pedimos las mandes
de tu presencia, Señor.
c
Las lluvias grandes,
mándanos, oh Salvador.
Haz que sintamos de nuevo
más de tu gracia y tu amor.
«Lluvias de bendición grandes»,
¡cuánta falta hacen aquí!
Las gotas ya recibimos,
lluvias pedimos a Ti.
Aquí rogándote estamos;
oye Tú nuestra oración.
Toda la gloria te damos
a Ti por tu bendición.
Ya vendrán las lluvias grandes;
Tú las darás sin tardar.
Mientras aquí esperamos,
haz que las veamos llegar.
237
Isaías 40.11
1 Pedro 5.4
Pastoréanos, Señor potente,
cuida, oh buen Pastor, tu grey;
tu sustento placentero dale,
tu redil, tu suave Ley.
Alta ciencia, providencia,
tuyas para nuestro bien.
Bendecido, Rey ungido,
a santificarnos ven.
Tu misión divina es a los pobres
dar salud y santidad;
a pesar de ser tan pecadores,
no nos has de desechar.
Comunicas dotes ricas
al que implora tu perdón,
salvadora luz que mora
en el nuevo corazón.
238
Salmo 51.10-13
1 Timoteo 4.6
¡Oh! háblame, Señor, y hablaré
en ecos vivos de tu dulce voz;
y, como hallado tuyo, buscaré
a los perdidos para Dios.
¡Oh! guíame, Señor, y guiaré
al pobre errado que tan lejos va.
Dame alimento y yo también daré
al pobre hambriento tu maná.
Enséñame, Señor, y enseñaré
siempre las cosas tuyas en sazón.
Dame palabras, y yo alcanzaré
al que es de triste corazón.
¡Oh! lléneme, Señor, tu plenitud.
Haz que rebose tu favor en mí;
que con fervor declare la virtud,
bondad y amor que encuentro en Ti.
Haz que te sirva, oh Cristo mi Señor,
en lo que sea tu santa voluntad;
que tu servicio tenga por honor,
ahora y en la eternidad.
239
1 Juan 4.4
Romanos 13.14
Tentado, no cedas; ceder es pecar;
te será más fácil luchando triunfar.
¡Valor! pues, gustoso domina tu mal;
Jesús librar puede de asalto mortal.
c
A Jesús, pues, acude;
en sus brazos tu alma
hallará dulce calma.
Él te hará vencedor.
Evita el pecado, procura agradar
a Dios, a quien debes por siempre ensalzar.
No manche tus labios impúdica voz;
tu corazón guarda de codicia atroz.
Amante, benigno y enérgico sé;
en Cristo ten siempre indómita fe.
Veraz sea tu dicho, de Dios es tu ser;
corona te espera y vas a vencer.
240
Salmo 40.2
Juan 5.8, 21
Mi Salvador en su bondad
al mundo malo descendió;
y de hondo abismo de maldad
Él mi alma levantó.
c
Seguridad me dio Jesús
cuando Él su mano me tendió;
estando en sombra a plena luz,
en su bondad, me levantó.
Su voz constante resistí,
aunque Él amante me llamó,
mas su palabra recibí
y fiel me levantó.
Tortura cruel sufrió Jesús,
cuando en la cruz por mí murió;
tan sólo así me dio salud,
y así me levantó.
Que soy feliz, yo bien lo sé,
con esta vida que Él me dio;
mas no comprendo aún por qué
Jesús me levantó.
241
Mateo 9.38
Juan 4.35
Siervos de Dios ¡mirad!
La mies ya blanca está,
la siega espera actividad,
o el tiempo pasará.
Siervos de Dios ¡obrad!
El Dueño de la mies
dispénsanos tal potestad
que sin medida es.
Siervos de Dios ¡orad!
Hay mucho aún que hacer.
Las buenas nuevas anunciad
a todos por doquier.
242
1 Juan 3.1
Judas 12
Efesios 1.5
Ser de Dios los hijos caros,
en Jesús sublime don;
en Jesús nos mira el Padre
y nos da su bendición.
c
«Mirad cuán grande el amor,
cuán grande el amor
que el Padre hanos manifestado,
que hijos, hijos de Dios,
seamos por siempre llamados».
Llevaremos de Él la imagen
de su gracia y su poder;
darnos de su gloria parte
Él dignose prometer.
Y sin Él la vida es vana,
es de abrojos un erial;
sin aguas, estéril nube,
y de males manantial.
Mas si de Él somos los hijos
por su graciosa adopción,
la herencia de sus bienes
gozaremos en Sion.
243
2 Timoteo 2.6
Juan 6.27
¡Trabajad, trabajad!, somos siervos de Dios;
seguiremos la senda que el Maestro trazó.
Renovando las fuerzas con bienes que da,
el deber que nos toca cumplido será.
c
¡Trabajad, trabajad!
¡Esperad y velad!
¡Confiad, siempre orad!,
que el Maestro pronto volverá.
¡Trabajad, trabajad! Hay que dar de comer
al que el pan de la vida desea tener.
Hay enfermos que irán a los pies del Señor
al saber que de balde los sana su amor.
¡Trabajad, trabajad! Fortaleza pedid;
al reinado del mal con valor combatid.
Conducid los cautivos al Libertador,
y decid que de balde redime su amor.
244
Filipenses 3.7-14
Salmo 17.15
Tuyo soy, Señor, sólo tuyo soy,
redimido por tu amor;
mas cual siervo fiel quiero yo seguir
y más cerca estar de Ti.
c
Más cerca, cerca de Ti
llévame, mi Salvador.
Sí, más cerca, cerca yo quisiera estar
de Ti, mi Salvador.
Sólo a Ti, Jesús, me consagro hoy,
constreñido por tu amor;
y mi ser entero gozoso doy,
a servirte a Ti, Señor.
¡Qué profunda paz y felicidad
guardan hoy mi corazón!
cuando por la fe puedo ver tu faz
en más grata comunión.
Del amor divino jamás sabré
la profunda inmensidad,
hasta que, oh Señor, yo contigo esté
en la gloria celestial.
245
2 Pedro 1.4
2 Corintios 1.20
Todas las promesas del Señor Jesús
son apoyo poderoso de mi fe;
mientras viva aquí cercado de su luz,
siempre en sus promesas confiaré.
c
Grandes, fieles,
las promesas que el Señor Jesús ha dado.
Grandes, fieles;
en ellas para siempre confiaré.
Todas sus promesas para el hombre fiel,
el Señor, en sus bondades, cumplirá,
y confiado sé que para siempre en Él
paz eterna mi alma gozará.
Todas las promesas del Señor serán
gozo y fuerza en nuestra vida terrenal;
ellas en la dura lid nos sostendrán
y triunfar podremos sobre el mal.
246
Lucas 8.39
Juan 16.33
Apocalipsis 22.4
Hallé un buen amigo, mi amado Salvador;
contaré lo que Él ha hecho para mí.
Hallándome perdido e indigno pecador,
me salvó, y ya me guarda para Sí.
Me salva del pecado, me guarda de Satán,
promete estar conmigo hasta el fin.
Él consuela mi tristeza, me quita todo afán;
grandes cosas Cristo ha hecho para mí.
Jesús jamás me falta, jamás me dejará;
es mi fuerte y poderoso protector.
Del mundo yo me aparto y toda vanidad
para consagrar mi vida a mi Señor.
Si el mundo me persigue, si sufro tentación,
confiado en Cristo puedo resistir.
La victoria me es segura y elevo mi canción;
grandes cosas Cristo ha hecho para mí.
Yo sé que Jesucristo muy pronto volverá,
y entretanto me prepara un lugar
en la casa de su Padre, mansión de luz y paz,
do el creyente fiel con Él ha de morar.
Llegándome a la gloria, con Él yo estaré
y contemplaré su rostro siempre allí.
Con los santos redimidos gozoso cantaré;
grandes cosas Cristo ha hecho para mí.
247
Salmo 110.3
Lamentaciones 3.27
Da lo mejor al Maestro,
tu juventud, tu vigor;
dale el ardor de tu vida,
del bien luchando en favor.
Cristo nos dio el vivo ejemplo
de su pureza y valor.
Da tu lealtad al Maestro,
dale de ti lo mejor.
c
Da lo mejor al Maestro,
tu juventud, tu vigor.
Por la verdad lucha siempre,
que va contigo el Señor.
Da lo mejor al Maestro,
ríndele fiel devoción;
sea su amor tan sublime
el móvil de cada acción.
Puesto que al único Hijo
dionos el Padre de amor,
sírvele con alegría;
dale de ti lo mejor.
Da lo mejor al Maestro,
¡qué incomparable es su amor!,
pues al morir por nosotros,
dejó su regio esplendor.
Sin murmurar dio su vida
por el más vil pecador;
ama y adora al Maestro,
dale de ti lo mejor.
248
Deuteronomio 20.8; Deuteronomio 33.26
Efesios 5.17
De maneras misteriosas
suele Dios aún obrar,
y así sus maravillas
por los suyos efectuar.
Él cabalga sobre nubes
y los vientos y tempestad
son sus siervos enviados
para hacer su voluntad.
En abismos insondables,
con destreza y gran saber,
atesora sus designios,
efectúa su querer.
¡Alentaos, pues, medrosos!
Estas negras nubes son
de sus bendiciones llenas;
traerán la salvación.
No juzguéis por los sentidos
los designios del Señor
si parece que las pruebas
contradicen su amor.
Descansad en sus promesas,
en su gracia confiad;
estas sombras son el manto
con que envuelve su bondad.
Sus propósitos perfectos
a su tiempo cumplirá,
y lo que es ahora amargo
dulce fruto llevará.
La incredulidad es ciega,
pues no mira más allá;
a la fe Dios se revela:
todo nos aclarará.
249
Apocalipsis 3.20
Salmo 91.1
Éxodo 34.29
En la luz de su presencia
quiere mi alma siempre estar.
¡Cuán preciosas las lecciones,
las que aprendo de Él allá!
No me turban las tristezas
ni me vence la aflicción;
pues, si ruge el enemigo,
busco abrigo en la oración.
Cuando mi alma desfallece,
al abrigo del Señor
se hallan aguas refrescantes
y una sombra del calor.
Y descansa al lado mío
el bendito Salvador;
expresar jamás podría
nuestra dulce comunión.
Pero esto sé: le digo
toda duda, todo afán.
¡Cuán paciente se demuestra!
¡Cuánto gozo a mi alma da!
Mas a veces me reprende;
no sería amigo fiel
si Él nunca me dijera
de las faltas que en mí ve.
¿Conocer también quisieras
el secreto del Señor?
Ve debajo de sus alas,
y tendrás tu galardón.
Y al salir de su presencia
con amor y gran solaz,
llevarás la imagen santa
del Maestro en tu faz.
250
Salmo 85.8
1 Reyes 19.12
Filipenses 4.7
Habla, Señor, a mi alma,
hazme entender tu voz;
mi corazón reclama
tu fuerte protección.
Débil soy y afligido,
te necesito, ¡oh Dios!
Tú puedes darme abrigo
de la tormenta atroz.
Con corazón tranquilo
procuraré escuchar
ese apacible silbo
que infunde en mi alma paz.
Pasa mi entendimiento
esa tranquilidad,
que por tu gracia siento
aun en la adversidad.
Hazme, Señor, atento
siempre a tu dulce voz;
haz que yo more adentro
del templo de mi Dios.
Con tu luz revestido,
que vea el mundo en mí
constante y fiel testigo
de tu bondad aquí.
251
Lamentaciones 3.23
Salmo 16.11; Salmo 33.20; Salmo 140.13
Es tu fidelidad tan grande, oh Padre;
Tú dices la verdad, descanso allí.
Tu luz rodea mi senda en el mundo,
tu voz me anima, mi fuerza es en Ti.
c
¡Oh qué fidelidad! ¡Oh qué fidelidad!
Nunca me canso de darte loor.
Cada mañana es nueva tu gracia;
inalterable es tu gran amor.
Los enemigos son muy poderosos;
Tú eres mi Amigo, oh Dios, fuerte adalid.
En la batalla me das hoy tu ayuda;
vencido no seré, confiando en Ti.
En tu presencia, oh Dios, hay gran descanso,
dulce consolación, perfecta paz.
Al ver las glorias de Cristo el Señor
le hemos de celebrar siempre jamás.
252
2 Corintios 1.9-11
Filipenses 4.7
Mi fe espera en Ti, Cordero, quien por mí
fuiste a la cruz.
Escucha mi oración, dame tu bendición;
llene mi corazón tu santa luz.
Tu gracia en mi alma pon; guarde mi corazón
tu sumo amor.
Tu sangre carmesí diste en la cruz por mí;
que viva para Ti con fiel ardor.
A ruda lid iré, y pruebas hallaré;
mi guía sé.
Líbrame de ansiedad, guárdame en santidad,
y por la eternidad te alabaré.
253
Hechos 10.33
Efesios 4.3
Salmo 133.1
Juntos en tu presencia,
henos, bendito Dios,
con filial reverencia
para escuchar tu voz;
salvos por pura gracia,
siervos por puro amor.
Llena Tú nuestras almas;
bendícenos, Señor.
c
Bendice a los creyentes,
bendícenos, Señor.
Haznos ser más fervientes,
aumenta aquí el amor.
Haznos ser fieles siempre,
grata congregación.
Bendice a los creyentes,
bendícenos, Señor.
Plácido es este sitio,
sitio de reunión,
oyendo hablar tu libro
en viva comunión.
Te ensalzaremos siempre,
oh nuestro Salvador;
bendito eternamente,
bendito Tú, Señor.
Padre, te suplicamos
en tu gran compasión:
guárdanos los hermanos
en fraternal amor,
prontos a perdonarnos,
prontos a oír tu voz,
cual escogidos santos
y amados de Ti, ¡oh Dios!
254
Lucas 15.10
Juan 10.15
El buen Pastor al verme perdido e infeliz,
llegando a donde estaba me trajo a su redil.
Y al ver que Cristo me salvó,
el cielo entero se alegró.
c
Soy salvo por su gracia,
su tierno amor me sacia,
su preciosa sangre me lavó,
y hasta hoy su brazo me guardó.
Me señaló sus llagas, su sangre me mostró.
Me dijo: «Por salvarte la vida puse Yo».
Jamás oí tan dulce voz,
llenome de la paz de Dios.
Al recordar mi vida de olvido de Jesús,
no sé por qué quisiera morir por mí en la cruz.
Mas creo su Palabra fiel,
y vida eterna tengo en Él.
Encuentro en su presencia descanso y dulce paz,
y espero el grato día en que veré su faz.
Y mientras en el mundo esté
sus alabanzas cantaré.
255
Salmo 84.2; Salmo 100.4; Salmo 122.1
Mi gozo está en tus atrios,
oh Padre celestial,
venir a tu presencia
y en tu luz adorar,
traer a la memoria
las pruebas de tu amor,
el bien con que tu mano
mi vida enriqueció.
Mi gozo está en tus atrios,
la casa de oración,
do el alma tantas veces
su fuerza y luz halló.
Con cuánto amor el ruego
Tú sueles escuchar.
¡Qué dulce hablar contigo,
cuán bello en Ti esperar!
Mi gozo está en tus atrios,
moradas de salud.
Aquí su amor explaya,
gozando de tu cruz,
el coro de tus hijos
que tu poder salvó
aquel sublime día
de nuestra redención.
Mi gozo está en tus atrios,
moradas de verdad
do, limpia la mirada,
se goza en meditar
el alma redimida
tu ciencia y tu poder,
la gloria de tus obras,
la dicha de tu Ley.
Mi gozo está en tus atrios,
la casa del festín;
lo más bello y sublime
el alma encuentra en Ti.
No llega aquí la mano
cruel del opresor;
la paz más bella canta
feliz el corazón.
256
Efesios 3.17
Salmo 107.9
Filipenses 4.19
¿Quién podrá con su presencia
impartirme bendición?
Sólo Cristo en su clemencia
puede dar consolación.
c
Sólo Cristo satisface
mi transido corazón.
Sí, gozoso Cristo me hace
por su eterna redención.
Su amor no se limita;
es su gracia sin igual.
Su merced es infinita,
más profunda que mi mal.
Redención sublime y santa,
imposible de explicar:
que su sangre sacrosanta
mi alma pudo rescatar.
Cristo suple en abundancia
toda mi necesidad;
ser de Él es mi ganancia;
inefable es su bondad.
257
Marcos 16.15
Lucas 1.79
De heladas cordilleras
y playas de coral,
de etiópicas riberas
del mar meridional,
nos llaman afligidos
a darles libertad
naciones sumergidas
en densa oscuridad.
Nosotros, alumbrados
de celestial saber,
¿a tantos descarriados
dejamos perecer?
A todos, pues, llevemos
gratuita salvación;
el Cristo prediquemos
que obró la redención.
Llevada por los vientos
la historia de la cruz,
despierte sentimientos
de amor al buen Jesús;
prepare corazones,
enseñe su verdad
en todas las naciones
según su voluntad.
258
Job 23.11
Mateo 4.19-20
1 Pedro 2.21
Quiero seguir las pisadas del Maestro,
quiero ir en pos de mi Rey y Señor;
y modelando por Él mi carácter
canto con gozo a mi Redentor.
c
¡Qué hermoso es seguir las pisadas del Maestro,
siempre en la luz, cerca de Jesús!
¡Qué hermoso es seguir las pisadas del Maestro
en su santa luz!
Ando más cerca de Aquel que me guía,
cuando el maligno me quiere tentar.
Siempre confiado en Cristo, mi Amado,
debo con gozo su nombre ensalzar.
Sigo sus pasos de tierno cariño,
misericordia, paz y lealtad.
Gozando en Él por el don de su gracia,
voy al descanso, gloriosa ciudad.
Quiero seguir las pisadas del Maestro,
siempre hacia arriba con Él quiero andar.
Viendo a mi Rey en gloriosa hermosura,
con Él en gloria podré descansar.
259
1 Tesalonicenses 5.23
Isaías 57.15; Isaías 66.2
Consagrarme todo entero,
alma, vida y corazón,
es el íntimo deseo
que hoy me anima, buen Señor.
c
Heme aquí, Señor,
a tus plantas hoy,
pues a Ti consagrar quiero
todo lo que soy.
Al contrito has prometido
que de Ti no arrojarás;
hoy propicio eres conmigo
y tu Espíritu me das.
Confesando mis pecados,
que sin número han de ser,
y arrojando todo a un lado,
a servirte aprenderé.
Mi canción constante sea,
y mi sola inspiración,
proclamar la dicha eterna
del que vive para Dios.
¡Oh! qué gozo llena mi alma
al pensar que suyo soy,
y que pronto en las moradas
estaré de mi Señor.
260
Filipenses 3.12
2 Corintios 3.18
Más de Jesús quiero aprender,
más de su gracia conocer,
más del amor con que me amó,
más de la cruz en que murió.
c
Más quiero amarle,
más quiero honrarle;
más de su salvación gozar,
más de su dulce amor gustar.
Más de Jesús quisiera hablar,
más de su comunión gozar,
más de sus dones recibir,
más con los otros compartir.
c
Más, más de Jesús;
más, más de Jesús;
más de sus dones recibir,
más con los otros compartir.
Más de Jesús anhelo ver,
más de su hermoso parecer,
más de la gloria de su faz,
más de su luz, más de su paz.
c
Más, más de Jesús;
más, más de Jesús,
más de la gloria de su faz,
más de su luz, más de su paz.
261
1 Samuel 15.22
Juan 16.33
Para andar con Jesús no hay sendero mejor
que guardar sus mandatos de amor.
Obedientes a Él siempre habremos de ser,
y tendremos de Cristo el poder.
c
Obedecer y confiar en Jesús,
es la senda marcada
para andar en la luz.
Cuando vamos así, ¡cómo brilla la luz
en la senda al andar con Jesús!
Su promesa de estar con los suyos es fiel,
si obedecen y esperan a Él.
Quien siguiere a Jesús ni una sombra verá,
si confiado su vida le da.
Ni terrores ni afán, ni ansiedad, ni dolor;
pues los cuida su amante Señor.
Mas no habréis de alcanzar sus tesoros de amor
si rendidos no vais al Señor;
pues su paz y su amor sólo son para aquel
que a sus leyes divinas es fiel.
262
1 Corintios 9.25
2 Corintios 4.10
¡Oh jóvenes! venid, su brillante pabellón
Cristo ha desplegado hoy en la nación.
A todos en sus filas os quiere recibir,
y con Él a la pelea os hará salir.
c
Vamos a Jesús, compañeros, sin temor;
vamos a la lid, inflamados de valor.
Jóvenes luchemos todos contra el mal;
en Jesús tenemos nuestro General.
Las armas invencibles del Jefe Guiador
son el evangelio de su gran amor.
Con ellas revestidos y llenos de poder,
compañeros, acudamos; vamos a vencer.
Quien salga a la pelea, su voz escuchará;
Cristo la victoria le concederá.
Salgamos, compañeros; luchemos, sí, por Él;
con Jesús conquistaremos inmortal laurel.
263
Juan 5.39
2 Corintios 9.15
Mateo 24.35
Ama la Biblia que Dios nos ha dado,
pues nos enseña divina verdad.
Cristo es su tema, el Hijo entregado
para salvarnos de nuestra maldad.
c
Ama la Biblia, lee la Biblia,
sigue a la Biblia: de Dios es el don.
Lee la Biblia; sus bellas historias
traen al alma salud celestial.
Llenen tu espíritu todas sus glorias,
y gozarás de su luz eternal.
Sigue a la Biblia, que puede guiarnos
por los peligros que abundan aquí;
y al fin con Cristo podremos gozarnos,
viendo su faz y sus glorias allí.
Gracias a Dios por su don inefable;
Él se revela al humano por fe.
En su Palabra con gozo insondable
ya nos llegamos delante del Rey.
Aun este mundo y los cuerpos celestes
han de llegar a su punto final.
Mas, cuando pasen las cosas terrestres,
firme estará la Palabra eternal.
264
Mateo 5.16
Salmo 43.3
Una voz del cielo se oye resonar:
«Dad la luz, dad la luz;
muchas almas viven en la oscuridad,
dadles luz, dadles luz».
c
Dadles luz, la santa y pura luz
de Jesús el Salvador.
Dadles luz, la santa y pura luz
enviad con fiel amor.
Escuchad la voz que dice sin cesar:
«Dad la luz, dad la luz».
La misión cumplamos que el Señor nos da;
demos luz, demos luz.
Haz, Señor, que siempre, siempre por doquier
demos luz, demos luz;
que este mundo nuestra vida pueda ver
dando luz, dando luz.
Cual antorchas vivas vamos con fervor,
dando luz, dando luz;
que saquemos almas fuera de su error
a la luz, a la luz.
265
Mateo 28.19
Marcos 16.15
Lucas 24.48
Ve, cristiano, y predica
de Jesús, tu Salvador.
Sí, ve a todos y explica
el mensaje de su amor.
c
Sí, iré a predicarles
el santo y bendito evangelio.
Sí, iré a explicarles
el mensaje de su amor.
Diles que ellos son culpables;
que «ya condenados» son.
Y con tonos muy amables,
diles de la salvación.
Diles de celestes goces
por la sangre de Jesús,
que con penas tan atroces
derramó en la cruenta cruz.
Diles que ha resucitado,
que glorificado está,
que un hogar ha preparado
do más muerte nunca habrá.
Diles que muy pronto viene,
y que grande galardón
reservado Cristo tiene
para los que salvos son.
266
Salmo 23.3; Salmo 61.2; Salmo 139.24; Salmo 143.10
Me guiará, ¡qué bendición!
Dios me dará su dirección;
en el camino en que iré
o en lo que hoy me ocuparé.
c
Me guiará, me guiará;
su mano siempre guiará.
Me guiará, me guiará;
su mano siempre guiará.
El buen Pastor me lleva hoy
seguro, y en su mano estoy.
Así, jamás me perderé;
descanso y paz en Él tendré.
En valle oscuro andaré
y pruebas sé que encontraré;
mi Dios conmigo estará,
Él siempre aquí me sostendrá.
La muerte viene, no hay temor;
vivir con Cristo es mejor.
Jesús mi mano tomará,
y mi alma al cielo Él guiará.
267
2 Timoteo 4.7
Salmo 144.1
Hebreos 12.3
Siervos de Jesús, hombres de verdad,
guardas del deber somos, sí;
libres de maldad, ricos en bondad,
y seremos fieles en la lid.
c
¡Firmes! ¡Fuertes! Alcen la bandera,
grande, noble emblema del deber.
¡Prontos! ¡Bravos! Pasen la consigna;
marchen todos, vamos a vencer.
¡Cuán hermosos son los que sin temor,
listos al llamar del clarín,
luchan sin cesar, sufren sin dudar,
guardas del deber siempre hasta el fin!
Nuestro Capitán es ya vencedor,
Él nos redimió por su cruz.
Guardas del deber, Él nos da poder
y nos guiará en su santa luz.
Invencibles son los que con afán
cada día dan al deber;
gloria y luz tendrán y recibirán
grande galardón del Redentor.
268
1 Timoteo 1.12
1 Juan 3.2
En Cristo amor abunda, en Él hay redención;
en Él maná diario, en Él consolación.
En Él hay paz y gozo, en Él tranquilidad;
en Él salud completa, en Él serenidad.
c
¡En Él, en Él!
Su santo servicio es un gran honor.
¡En Él, en Él!
¡Sublime Salvador!
En Él descanso ahora, mi boca llena está
de todos sus favores que Él a mí me da.
Jesús, yo te adoro, porque me guardas, sí,
en paz y gracia firme, sirviendo sólo a Ti.
Mas cuando vea a Cristo, su rostro a contemplar,
entonces en su imagen, fácil será adorar
con himnos de alabanza por su humanidad,
y dar a Él la gloria por la eternidad.
269
Salmo 73.24; Salmo 145-150
Judas 24-25
Loemos a Dios por su bondad,
el amigo inmutable, fuerte y fiel.
Su poder a su amor es igual,
sin medida ni fin por siempre. Amén.
Primero y Postrero es el Señor,
cuyo Espíritu, salvos, nos guiará.
El pasado nos causa loor
y el futuro nos llama a confiar.
270
Job 19.25
Salmo 18.1; Salmo 23.1
Buscar la tonada
Eres mi Rey y Protector,
eres mi Dios y Rescatador,
eres mi buen Pastor.
Eres mi justo Mediador,
eres mi santo Intercesor,
Señor Jesús.
c
Cristo (mi Cristo),
Salvador (oh Salvador),
digno eres Tú.
Cristo (mi Cristo),
Redentor (oh Redentor),
digno eres Tú.
Me has amado sin razón
y has ganado mi corazón
por tu gran amor.
Entonces, a Ti me rindo hoy,
cuanto tengo y lo que soy,
por amor de Ti.
271
Miqueas 6.6-7
Salmo 121.1-4
1 Pedro 1.18
Buscador de internet
¿Con qué pagaremos amor tan inmenso,
que diste tu vida por el pecador?
En cambio recibes la ofrenda humilde,
la ofrenda humilde, Señor Jesucristo,
de mi corazón.
La ofrenda humilde, Señor Jesucristo,
de mi corazón.
Y cuando la noche extiende su manto
mis ojos en llanto en Ti fijaré.
Alzando mis ojos veré las estrellas;
yo sé que tras ellas, cual Padre amoroso,
Tú velas por mí.
Yo sé que tras ellas, cual Padre amoroso,
Tú velas por mí.
No puedo pagarte con oro ni plata
el gran sacrificio que hiciste por mí.
No tengo qué darte por tanto amarme;
recibe este canto, mezclado con llanto,
y mi corazón.
Recibe este canto, mezclado con llanto,
y mi corazón.
272
Romanos 6.11
Hebreos 13.5
Crucificado con Cristo estoy,
resucitado con Él vivo hoy,
mirando a Cristo confiado yo voy:
cada momento, Señor, tuyo soy.
c
Cada momento, guardado en su amor;
cada momento con mi Salvador.
Mirando a Cristo confiado yo voy;
cada momento, Señor, tuyo soy.
Nunca en conflictos me abandonará,
nunca una lucha que Él no peleará,
nunca enemigos que Él no vencerá:
cada momento su fuerza me da.
Nunca una prueba en que Él no estará,
nunca una carga que Él no llevará,
nunca una pena que Él no sentirá:
cada momento Él me cuidará.
Nunca un gemido que Él no pueda oír,
nunca una angustia que Él no ha de sentir,
nunca un temor que Él no pueda extinguir:
cada momento conmigo ha de ir.
Nunca me deja en mi debilidad,
nunca termina su felicidad,
nunca varía su tierna amistad:
cada momento, ¡qué inmensa bondad!
273
Hechos 2.42; Hechos 3.1
1 Timoteo 2.1
Hebreos 4.16
En la hora de oración, juntos en humildad,
ante el trono de gracia y con necesidad,
confesando nuestro mal y gozando el perdón,
Padre, somos tus hijos: danos hoy tu bendición.
c
¡Oh, qué bendición!
¡Grande consolación!
Nuestras almas descansan
en la hora de oración.
En la hora de oración damos gracias a Ti
que en el cielo Jesús intercede allí.
Él sufrió nuestro dolor, compasión nos tendrá;
oportuno socorro, sacerdote fiel será.
En la hora de oración no podemos dudar;
hoy confiamos que Tú nos podrás contestar.
Si es tu santa voluntad, actuarás con poder.
Padre, ayúdanos siempre solamente a creer.
En la hora de oración quita el sueño de aquí;
la lección aprendamos del Getsemaní:
nuestra carne débil es, hay que orar sin cesar.
El Señor viene pronto; ¡sí, debemos hoy velar!
274
Juan 8.12; Juan 13.1; Juan 16.22
Apocalipsis 21.4
Oh Amor que no me dejarás,
descansa mi alma siempre en Ti,
es tuya y Tú la guardarás,
y en el océano de tu amor
más rica al fin será.
Oh Luz que en mi sendero vas,
mi antorcha débil rindo a Ti;
su luz apaga el corazón,
seguro de encontrar en Ti
más bello resplandor.
Oh Gozo que al buscarme a mí
viniste con mortal dolor;
tras la tormenta el arco vi,
y ya el mañana yo lo sé,
sin lágrimas será.
Oh cruz que miro sin cesar,
mi orgullo, gloria y vanidad,
al polvo dejo por hallar
la vida que en su sangre dio
Jesús, mi Salvador.
275
1 Timoteo 4.16
Marcos 14.38
Precepto es del Señor
que gloria yo le dé,
cuidando el alma que me dio,
viviendo por la fe.
Ejemplo debo dar,
mi vocación cumplir,
y mis talentos dedicar
a Cristo en servir.
Celoso debo ser,
pues a su vista estoy;
su rostro llegue así a ver,
contento donde voy.
En oración velar,
confiando sólo en Él;
si fuere de olvidar capaz,
perdido me veré.
276
Romanos 14.8
¡Soy del Señor! ¡Palabras tan sublimes!,
dulce respuesta a su divino amor.
«No temas, porque Yo te he redimido;
mío eres tú», me ha dicho el Salvador.
¡Soy del Señor! Silencia toda queja
y da descanso al afligido ser.
Rendido a Ti, oh Padre, tu hijo acepta:
«Es lo mejor tu voluntad hacer».
¡Soy del Señor! cantamos con aprecio,
con voz de triunfo y de gratitud.
Asidos de esta roca inconmovible
gozamos de su paz la plenitud.
¡Soy del Señor! ¡Oh cuánto significa!
Sí, ¡cuánto amor, lealtad, servicio fiel!
La rendición total a sus deseos,
y mi obediencia sin reserva a Él.
¡Soy del Señor! Mi espíritu, alma y cuerpo
tienen el sello de su propiedad.
Así también por gracia infinita
mi Amado es mío por la eternidad.
277
2 Pedro 1.5-8; 2 Pedro 3.18
Más santidad dame, más odio al mal,
más calma en las penas, más alto ideal,
más fe en mi Maestro, más consagración,
más celo en servirle, más grata oración.
Más prudente hazme, más sabio en Él,
más firme en su causa, más fuerte y más fiel,
más recto en la vida, más triste al pecar,
más humilde hijo, más pronto en amar.
Más pureza dame, más fuerza en Jesús,
más de su dominio, más paz por la cruz,
más rica esperanza, más obras aquí,
más ansia del cielo, más gozo de allí.
278
Éxodo 21.6; Éxodo 32.29
1 Corintios 15.58
Quiero consagrarme hoy,
sin reservas todo doy.
Holocausto en el altar,
sólo a Dios quiero agradar,
sólo a Dios quiero agradar.
Mis oídos abrirás;
tuyo soy, me marcarás.
Cual esclavo en la antigüedad,
no me des mi libertad,
no me des mi libertad.
Manos listas para Ti,
diligencia ve en mí.
Sin pereza, con fervor,
serviré a mi Señor,
serviré a mi Señor.
Quiero que tu voluntad
cumplas sin dificultad.
Alfarero Tú serás;
barro soy que formarás,
barro soy que formarás.
Esta voz podrás usar,
tu palabra al proclamar.
Vaso humilde quiero ser
en que muestres tu poder,
en que muestres tu poder.
Mi dinero quiero dar,
nardo puro derramar
a tus pies. Yo sé Señor,
bien mereces lo mejor,
bien mereces lo mejor.
Y mis pies Tú guiarás;
no me detendré jamás.
Mándame, ¿a dónde iré?
Llámame, te seguiré.
Llámame, te seguiré.
279
Isaías 48.18
Filipenses 4.7
3 Juan 2
Si paz cual un río es aquí mi porción,
si es como las olas del mar;
cualquiera mi suerte, es ya mi canción:
«Está bien, con mi alma está bien».
c
Está bien. Está bien.
Está bien con mi alma, está bien.
Por más que Satán me tentare a mí,
en esto consuelo tendré:
que Cristo, al ver cuán perdido yo fui,
en la cruz por mi alma murió.
Pecado llevó, y las gracias le doy;
completo el trabajo está.
Llevolo en la cruz y ya libre estoy;
¡oh mi alma, bendice al Señor!
Que viva por Cristo, y sólo por Él.
Y si yo muriese, bien sé
que no temeré, porque Cristo es fiel
y mi alma en su paz guardará.
Mas no es la muerte que espero, Señor;
la tumba mi meta no es.
Tu pronta venida, en tu tierno amor,
esperando mi alma hoy está.
280
1 Timoteo 6.14-16
2 Timoteo 2.3-4
Canten del amor de Cristo,
ensalzad al Redentor.
Tributadle santos todos
grande gloria y loor.
c
Cuando estemos en gloria,
en presencia de nuestro Redentor,
a una voz la historia
diremos del gran Vencedor.
Ya el triunfo es seguro
a las huestes del Señor.
¡Oh, luchad con la mirada
puesta en nuestro Protector!
Alcen la bandera, hermanos,
de la cruz, y caminad.
De victoria en victoria
siempre firmes avanzad.
Firmes vamos en la lucha,
¡oh, soldados de la fe!
Nuestro el triunfo, escuchemos
los clamores: ¡Gloria al Rey!
281
Mateo 28.18-20
Marcos 16.15
Ved los millones que entre las tinieblas
yacen perdidos, sin un Salvador.
¿Quién, quién irá las nuevas proclamando,
que por Jesús Dios salva al pecador?
c
Todo poder mi Dios me dio,
y ahora a mis siervos mando Yo.
«Id al mundo y proclamad el evangelio;
y estoy con vosotros siempre».
«A mí venid», la voz divina llama.
Clamad: «Venid», en nombre de Jesús.
Para salvarnos de la muerte eterna
su vida Él ofreció en la dura cruz.
Que venga pronto el día tan glorioso
en que los redimidos se unirán
en coro excelso, santo y jubiloso;
eternamente gloria a Dios darán.
282
Lucas 16.5
Efesios 2.4-7
Al acabar la vida aquí
en este mundo de pesar,
para gozar en gloria allí
y ante Ti, Señor, estar;
entonces, sí, sabré mejor
lo que te debo por tu amor.
Al recibir, Señor Jesús,
de Ti mi cuerpo celestial,
y ante el trono de la luz
servirte, libre ya del mal;
entonces, sí, sabré mejor
lo que te debo por tu amor.
Al escuchar el dulce son
del himno que te entonará
en armoniosa perfección
la Iglesia tuya en gloria allá;
entonces, sí, sabré mejor
lo que te debo por tu amor.
Tú me buscaste en tu bondad
y me salvaste por la fe.
Que viva, pues, en santidad
mientras aquí en el mundo esté.
Ayúdame a mostrar mejor
lo que te debo por tu amor.
283
Éxodo 13.21; Éxodo 17.6
Hebreos 11.26
¡Alma mía! Dios te llama;
oh, no dejes de acudir.
Con su poderosa mano
el camino te ha de abrir.
Él ha roto la cadena,
ya de Egipto salvo estás;
libertado de la pena
con tu Dios caminarás.
El desierto está delante;
triste, seca soledad.
Mas de la celeste fuente
beberás en libertad.
Luz divina te rodea
y tus pasos guiará.
Tras la noche y la pelea,
hay la paz que durará.
¿Son de Egipto los placeres
para ti sólo ilusión?
El Señor de sus tesoros
saciará tu corazón.
Si el camino fuese largo,
sostendrate su virtud;
como el águila renueva
fuerzas de tu juventud.
Cuando al fin de tus desvelos
entres en tu posesión,
y ese amor allí celebres
en la celestial mansión,
quien allá te habrá guiado,
conocido te ha de ser;
de su amor bien comprobado
vas la gloria pronto a ver.
284
1 Corintios 13.1
Efesios 3.19
Concédeme, Jesús, poder
y gracia para comprender
cuán dulce es el amar.
Hazme, Señor, con santidad
del cielo la felicidad
aun aquí gozar.
La santa sed inspírame
de conocerte a Ti. Sabré
entonces la virtud
de tu perfecta salvación,
y gozará mi corazón
de amor la plenitud.
¡Oh! santifícame, Señor,
mi alma llena de tu amor.
Permíteme oír
tu voz, tu rostro contemplar,
tus perfecciones admirar,
y así por Ti vivir.
285
Hebreos 13.8
Malaquías 3.6
Cristo es todo para mí, en calma y tempestad;
Él es mi gozo, vida y paz, camino y verdad.
Y cuando mi alma triste esté,
su gran consuelo yo tendré.
Es siempre el mismo amigo el Señor Jesús.
Cristo es todo para mí en prueba y tentación;
en su poder yo venceré la fuerza de Satán.
En tiempo de debilidad
encuentro en Él seguridad;
es siempre el mismo amigo el Señor Jesús.
Cristo es todo para mí; disfruto de su amor.
Feliz en Él no temeré, me cuida el Señor.
Y cuando en valle oscuro esté,
confiadamente yo andaré;
es siempre el mismo amigo el Señor Jesús.
286
Salmo 121
Deuteronomio 31.6
Hebreos 13.5
Cristo está conmigo, qué consolación;
su presencia quita todo mi temor.
Tengo la promesa de mi Salvador:
«No te dejaré nunca; siempre contigo estoy».
c
No tengo temor, no tengo temor.
Jesús me ha prometido: «Siempre contigo estoy».
No tengo temor, no tengo temor.
Jesús me ha prometido: «Siempre contigo estoy».
Fuertes enemigos siempre cerca están;
Cristo está más cerca; guárdame del mal.
«Ten valor, –me dice–, soy tu ayudador.
No te dejaré nunca; siempre contigo estoy».
El que guarda mi alma nunca dormirá.
Si mi pie resbala, Él me sostendrá.
En mi vida diaria Él es mi guardador.
¡Oh qué fiel su palabra! «Siempre contigo estoy».
287
Filipenses 4.7
Romanos 15.13
Cual la mar hermosa es la paz de Dios,
fuerte y gloriosa, es eterna paz;
grande y perfecta, premio de la cruz,
fruto del Calvario, obra de Jesús.
c
Descansando en Cristo,
siempre paz tendré.
En Jehová confiando,
nada temeré.
En el gran refugio de la paz de Dios
nunca hay molestias, es perfecta paz;
nunca negra duda, pena ni pesar,
vejaciones crueles, pueden acosar.
Toda nuestra vida cuidará Jesús;
Cristo nunca cambia, Él es nuestra paz.
Fuertes y seguros en el Salvador,
siempre moraremos en su grande amor.
Oh, Señor amado, Tú nos das quietud;
de Ti recibimos celestial salud.
Haznos conocerte, te amaremos más;
sé Tú nuestro dueño, Príncipe de paz.
c
Descansando en Cristo,
tengo siempre paz.
En Jehová confiando,
hallo gran solaz.
288
1 Corintios 3.14
1 Tesalonicenses 1.3
Juan 4.36
Cual las estrellas que por la mañana
siempre se pierden del sol al fulgor,
pasar quisiera yo así de este mundo,
bien recordado por obras de amor.
c
Sí, recordado, bien recordado,
bien recordado por obras de amor.
Pasar quisiera yo así de este mundo,
bien recordado por obras de amor.
En la cosecha que obreros recogen,
¿se olvidará la pasada labor?
No, pues cuando ellos los campos despojen,
se acordarán de mis obras de amor.
Toda verdad en la vida sembrada,
cual la semilla del buen sembrador,
ha de quedar, y –la vida pasada–
se acordarán de mis obras de amor.
Muy pronto viene en las nubes del cielo
para buscar a su Iglesia el Señor;
y a todo siervo que fiel se ha mostrado
Él premiará por sus obras de amor.
289
1 Tesalonicenses 1.9-10
1 Juan 4.4
Después de contemplar la cruz
mis ídolos dejé;
camino nuevo yo emprendí,
y dicha allí encontré.
c
Va bien, va bien,
va bien con los salvos, bien.
Lo sé por cierto, es así:
va bien, con los salvos, bien.
De Egipto escapar logré,
a Canaán me voy.
El Salvador mi guía es;
confiado en Él estoy.
Cuando a tentarme Satanás
su sutileza emplea,
confío sólo en el Señor,
y gano la pelea.
En hora de oscuridad
en Dios yo confiaré,
pues su promesa firme está:
«Yo no te dejaré».
Después de terminar la lid
al cielo subiré.
Allí esperando Cristo está,
y en gloria viviré.
290
Mateo 18.20
Hechos 20.28
Cuánto amo a la iglesia,
congregada al Señor,
dando un buen testimonio,
todo para su honor.
Él nos dijo que en medio,
donde está su nombre ya,
Cristo, invisiblemente,
con su pueblo morará.
Cuánto amo a la iglesia:
candelero que da luz,
edificio, templo, casa
y labranza es de Dios;
Cuerpo y columna fuerte,
es baluarte de verdad,
un rebaño, sí, muy tierno,
virgen en su castidad.
Cuánto ama a su iglesia,
con su sangre la compró;
Cristo, para dirigirla,
el Espíritu dejó.
Dio modelo en la Biblia,
dones para trabajar.
Él ha invertido tanto:
¿cómo puedo menos dar?
Cuánto amo a la iglesia,
voy a cada reunión.
Es un alto privilegio
el estar en comunión.
Sí, merece la asamblea
mi constancia y mi amor;
que yo siempre la aprecie
tanto como mi Señor.
291
Salmo 23.3-4
Génesis 24.27
Donde Él me guíe, yo iré,
porque yo vivo por la fe.
Y me acuerdo de la cruz
do inmolado fue Jesús.
c
Siempre Jesús me guiará;
hasta el final no fallará.
Él es mi amigo siempre fiel;
hasta la cruz por mí fue Él.
Cuánto me gozo en mi Señor,
pues Él me manda con amor.
Su voluntad, cuán dulce es;
santificada por la cruz.
Sigo adelante sin temor;
me hace feliz mi Salvador.
Seguro estoy que lo veré,
y en su presencia viviré.
292
Jeremías 18.4
Filipenses 1.6
Buscar la tonada
Muestra el Alfarero su habilidad
al tocar el barro con bondad.
Con su mano le da rasgo único,
con belleza y con propósito.
c
Siempre bueno es, siempre bienhechor.
Tiene en su control todo mi Señor,
para acercarme más en comunión,
para que refleje su imagen.
La vasija ahora cuán quebrada está,
se cayó e inútil quedará.
No obstante, el Alfarero con amor
es capaz de hacerla aún mejor.
Pase lo que pase en mi vida aquí,
continúa Dios obrando en mí.
Toda cosa dada me ayuda a bien;
su benignidad y amor se ven.
293
Salmo 93.2
Hebreos 1.8
Dios en su trono está
y nunca nos olvidará.
Si pruebas afligen y cargas oprimen
Él no nos abandonará.
Dios en su trono está
y nunca nos olvidará.
Mirad pues a Él, su palabra es fiel:
Dios en su trono está.
294
Isaías 26.3; Isaías 50.4-5
Salmo 40.8
Buscar la tonada
Tú, Señor Jesucristo,
siempre meditabas en la verdad,
escuchando la voz del Padre
para hacer su voluntad.
c
Hazme, hoy, como Tú, Señor,
con tus creencias y tu valor.
Que yo esté convencido
por la Biblia en toda convicción.
Oh Señor Jesucristo,
siempre dame más de tu gran fervor,
para que viva tu ejemplo
con firmeza, paz y amor.
c
Guíame al escudriñar
mi Biblia hoy, para conformar
mi vida y lo que yo creo
a tu voluntad, Señor.
Tú, Señor Jesucristo,
siempre aceptaste el plan de Dios.
Es lo más provechoso para el hombre,
y se vio en la cruz.
c
«Tú guardarás en completa paz
a aquel cuyo pensamiento en Ti
persevera; porque
en Ti ha confiado», oh Señor.
295
Romanos 12.1-2
Gálatas 2.20
Toma, Señor, mi vida,
me ofrezco con fervor;
con voluntad rendida,
doy de mí lo mejor.
Un sacrificio vivo,
santo, agradable a Ti;
con devoción te sirvo,
pues Tú me amaste a mí.
Mucho fue lo que hiciste
al ir hasta la cruz,
cuando por mí moriste,
¡gracias!, Señor Jesús.
Al mundo y sus placeres
no volveré jamás;
todo lo que Tú eres
es lo que anhelo más.
Fuerte enemigo tengo,
es un león rapaz.
Señor, a Ti yo vengo;
sé que me ayudarás.
Espada Tú me has dado,
y escudo de la fe;
si fuere yo tentado,
«Escrito está», diré.
Crucificado he visto
mi viejo hombre; así,
no vivo yo, mas Cristo
es quien hoy vive en mí.
Toda concupiscencia,
toda carnalidad
juzgo en tu presencia,
según tu santidad.
Guarda mis pensamientos;
guarda mi corazón;
quita los sentimientos
que en mí de Ti no son.
Sé Tú divina fuente
de mi felicidad.
Quiero ya solamente
cumplir tu voluntad.
296
Filipenses 1.21-23; Filipenses 3.7-14
La meta de mi vida aquí,
Señor, es agradarte a Ti.
Prosigo sin mirar atrás,
y sé que Tú me guiarás.
c
Anímame siempre a seguir;
ayúdame a más alto ir.
Otro nivel alcanzaré,
y más de Ti conoceré.
Lo que antes fui lo olvidé,
y por basura lo tendré.
A Cristo hoy quiero ganar;
camino así, sin vacilar.
No soy perfecto, ¡eso sé!,
mas a la meta miraré;
me extenderé para alcanzar
el premio que me quieres dar.
Vivir es Cristo para mí;
lo que Él sufrió, por fe lo vi.
Morir será mucho mejor,
pues ¡llegaré a Ti, Señor!
297
Jeremías 18.4
2 Corintios 4.7
2 Reyes 4.3
Por tu gracia ya salvados,
constreñidos por tu amor,
vasos limpios, consagrados,
utilízanos, Señor.
c
Somos barro solamente,
pero con tu gran poder,
si nos llenas plenamente,
bendición podremos ser.
Yace el mundo en que vivimos
en tinieblas, sin Jesús.
Quiébranos, Señor, pedimos;
haznos cántaros de luz.
Ya vaciada la vasija,
mucho aceite va a caber;
que tu Espíritu dirija
cien por ciento nuestro ser.
Agua viva de la Fuente
al sediento quieres dar;
haznos oportunamente
estos cántaros usar.
298
Juan 15.5
2 Timoteo 4.17, 22
Te necesito, oh Dios;
con tu apacible voz
mi alma aquietarás,
de paz me llenarás.
c
Oh Dios, te necesito,
pues me debilito.
Humilde y contrito,
hoy vengo a Ti.
Te necesito, oh Dios,
y voy de Ti en pos.
Atrás no miraré,
ni nunca dudaré.
Te necesito, oh Dios,
y sé que vamos dos,
pues Tú a mi lado estás
y protección me das.
Te necesito, oh Dios.
El mundo tan atroz
no puede darme a mí
lo que yo encuentro en Ti.
299
Salmo 23
1 Juan 2.15-17
Este mundo jamás me dará
lo que en Cristo al fin encontré;
un desierto vacío será,
nada aquí de valor hallaré.
El camino que Cristo trazó,
hasta el cielo me ha de llevar;
hasta hoy sé que Él me guardó,
y promete conmigo estar.
Andaré, sin querer desmayar,
pues descanso eterno tendré
en el santo y hermoso lugar
que al final de mi senda veré.
El tesoro de su gran amor,
peregrino me hizo acá.
Hoy en parte conozco al Señor,
¿qué será, cara a cara, allá?
Salvador, cuando vengas por mí
–¡oh, qué día glorioso, sin par!–
estaré para siempre allí
en tu bello y eterno hogar.
Hasta entonces, Señor, seguiré
en los pasos que diste aquí;
por tu vara y callado sabré
que guiarás mi llegada a Ti.
300
Hebreos 11
Salmo 40.8
1 Pedro 1.25
Por la fe vivieron los antiguos
y a su Dios pudieron agradar.
Superaron pruebas y peligros;
esa fe también quiero mostrar.
c
Dame hoy la fuerza necesaria
para así con convicción vivir,
y lo que me enseñe tu Palabra
pueda yo con prontitud cumplir.
Cristo fue el ejemplo tan perfecto
de una vida consagrada a Ti.
Te mostró su devoción y afecto
al hacer tu voluntad aquí.
Aunque vivo en tiempos muy modernos,
en la Biblia Tú me enseñarás
los principios fieles y eternos
con los cuales Tú me guiarás.
301
Apocalipsis 1.17; Apocalipsis 5.8-9
Hebreos 13.8
Dios es grande y le damos loor,
nuestro amigo inmutable y muy fiel.
Su poder, al igual que su amor,
sin medida, es así como Él.
c
Grato fin que vendrá:
nos veremos allá alrededor
de ese trono en que está
nuestro amante y bendito Señor.
El Primero y Postrero es Jesús.
No tenemos por qué hoy dudar,
pues ayer nos guió con su luz,
por los siglos jamás va a cambiar.
Una patria gloriosa, sin par,
por la fe vemos ya desde aquí;
nuestro Padre se goza al pensar
que muy pronto estaremos allí.
Alabamos a Dios con fervor,
por mostrarnos aquí tal bondad;
de su don inefable de amor
cantaremos por la eternidad.
302
Juan 6.56
1 Juan 3.20
No importa dondequiera esté,
Jesús conmigo siempre está.
Lo ha prometido, y tengo fe
que su promesa cumplirá.
c
Do Cristo está el cielo es,
y Cristo está en mi corazón.
Morando en mí, derrama paz
y toda rica bendición.
Es mi deber andar con Él,
orando para no caer,
velando contra el mundo infiel,
confiando siempre en su poder.
Yo sé que flaco y débil soy
y sé que es fuerte Satanás.
Más poderoso es mi Señor,
me guardará de tropezar.
303
Deuteronomio 33.27
2 Tesalonicenses 1.7
Salvo en los fuertes brazos
del tierno Salvador,
dulce reposo tengo
en su inmutable amor.
Vivo bien garantido
contra el poder del mal;
Cristo me ha recogido
del hondo cenagal.
c
Salvo en los fuertes brazos
del tierno Salvador,
dulce reposo tengo
en su inmutable amor.
En el desierto triste
por donde paso aquí,
con su bondad me guía
bien apoyado así.
Él siente simpatía
por todo mi dolor;
lo cambia en alegría
con su sincero amor.
A mis necesidades
Él cuida de atender;
mis dudas, mis errores
consigue esclarecer.
Sobre mi oscura vía
lanza celeste luz;
mi protector y guía
siempre será Jesús.
Deseo acá servirle
mientras ausente está;
y cuando venga en nubes
Él me recogerá;
día en el cual su rostro
en plena luz veré,
y su divina gloria
sin nubes miraré.
304
Romanos 8.28
Salmo 48.14
Que lo sabe todo el Padre
es mi certitud,
y que en gracia Él por mí vela
con solicitud.
Todo cuanto Dios permita
obra para bien,
y deseo solamente
responderle: «Amén».
Bien sé yo que lo futuro
en su mano está;
con desvelo permanente
Él me guiará.
Aunque en mi camino encuentre
penas y dolor,
siempre tras de fuertes pruebas
veo su favor.
Gusto de contarle cuanto
me sucede aquí,
cierto que su buen cuidado
llega aun a mí.
Y después con buen agrado
de su amor gozar,
gracias le daré por cuanto
Él me quiera dar.
Confiadamente, entonces,
puedo aquí vivir
sin recelos ni cuidados
por mi porvenir.
Pues mi Padre Dios me asiste
con divino amor,
siendo aquel que me sostiene
Cristo el Salvador.
305
Hebreos 4.12
Juan 17.17
Oh Señor, que Tú nos hables,
haznos escuchar tu voz;
que obedientes hoy seamos,
respondientes a tu amor.
Tu mensaje llegue a nos,
alcanzando el corazón.
Hay algunos que andan lejos
de tu santa voluntad;
otros hay que se hallan fríos;
¡oh qué gran necesidad!
Salvador, avívanos;
danos hoy tu bendición.
Que tu Espíritu revele
más de Cristo la bondad;
que ilumine tu Palabra;
«tu Palabra es verdad».
Santifícanos, Señor,
para tu placer y honor.
306
Salmo 40.3
Efesios 5.19
Isaías 12.3
Grande gozo hay en mi alma hoy,
pues Jesús conmigo está,
y su paz, que ya gozando estoy,
por siempre durará.
c
Grande gozo, ¡cuán hermoso!
cuando paso el tiempo bien feliz,
porque veo de Cristo la sonriente faz;
grande gozo siento en mí.
Hay un canto en mi alma hoy,
melodías a mi Rey.
En su amor feliz y libre soy,
y salvo por la fe.
Paz divina hay en mi alma hoy,
porque Cristo me salvó.
Las cadenas rotas ya están,
Jesús me libertó.
Gratitud hay en mi alma hoy,
y alabanzas a Jesús.
Por su gracia a la gloria voy,
gozándome en la luz.
307
Romanos 8.15, 21
Colosenses 2.14
¿Por qué hay dudas y temor,
si Dios, mi Padre, en su amor
a su Hijo entregó?
No puede el justo Juez a mí
la culpa imputar, que así
en Cristo Él cargó.
Cristo el pecado expió,
la deuda entera canceló
de los que creen en Él.
La ira no me alcanzará,
en el Amado acepto ya,
y limpio por su cruz.
Pues Él mi libertad compró,
y en el Calvario padeció
la ira de su Dios.
Dos veces no demanda Dios
el pago: antes a Jesús,
y ahora al que en Él cree.
Mira, alma mía, al Salvador;
los méritos de tu Señor
dan paz y libertad.
Cree en su sangre eficaz,
la perdición no temas más,
pues Él por ti murió.
308
Mateo 20.2
1 Corintios 15.58
Yo quiero trabajar por el Señor,
confiando en su palabra y en su amor.
Quiero yo cantar y orar, y ocupado siempre estar
en la viña del Señor.
c
Trabajar y orar
en la viña, en la viña del Señor.
Sí, mi anhelo es orar y ocupado siempre estar
en la viña del Señor.
Yo quiero cada día trabajar,
los esclavos del pecado libertar;
conducirlos a Jesús, nuestro Guía, nuestra Luz,
en la viña del Señor.
Yo quiero ser obrero de valor,
confiando en el poder del Salvador.
El que quiera trabajar hallará también lugar
en la viña del Señor.
309
Cantares 1.3
Santiago 2.7
¡Cuán dulce el nombre de Jesús
es para el hombre fiel!
Consuelo, paz, vigor, salud
halla el creyente en Él.
Al alma herida fuerza da,
y calma el corazón;
al alma hambrienta es cual maná,
y alivia su aflicción.
Tan dulce nombre es para mí,
de dones plenitud;
raudal que nunca exhausto vi,
de gracia y salud.
Jesús, mi amigo y el Amén,
mi Rey y Salvador;
mi vida y luz, mi eterno bien,
acepta mi loor.
310
Deuteronomio 31.8; Deuteronomio 33.25
Isaías 40.11; Isaías 43.2
¡Cuán firme cimiento se ha dado a la fe
de Dios en su eterna Palabra de amor!
¿Qué más Él pudiera en su libro añadir,
si todo a sus hijos lo ha dicho el Señor?
«Ya te halles enfermo o en plena salud,
ya rico, ya pobre se encuentre tu ser,
en casa o viajando por tierra o por mar,
conforme a tu día será tu poder».
«No temas por nada, contigo Yo estoy.
Tu Dios Yo soy sólo, tu ayuda seré.
Tu fuerza y firmeza en mi diestra estarán,
y en ella sostén y poder te daré».
«No habrán de anegarte las ondas del mar,
si en aguas profundas te ordeno salir.
Pues siempre contigo en angustias seré
y todas tus penas podré bendecir».
«La llama no puede dañarte jamás,
si en medio del fuego te ordeno pasar.
El oro de tu alma más puro será,
pues sólo la escoria se habrá de quemar».
«Mi amor siempre tierno, invariable, eternal,
constante a mi pueblo mostrarle podré,
si nívea corona ya ciñe su sien;
cual tiernos corderos aún cuidaré».
«Al alma que anhele la paz que hay en Mí,
jamás en sus luchas la habré de dejar.
Si todo el infierno la quiere perder,
¡Yo nunca, no nunca, la puedo olvidar!»
311
Colosenses 1.27
1 Pedro 5.10
Judas 24
Gozo tenemos por Cristo Jesús,
felicidad mediante su cruz;
puras delicias andando en la luz,
y gozaremos de gloria sin par.
c
Gloria sin par, con el Señor;
gloria sin par, por su favor;
vamos muy pronto al célico hogar,
do gozaremos de gloria sin par.
Gracia gozamos y santo favor,
misericordia de nuestro Señor.
Paz disfrutamos por su grande amor,
y gozaremos de gloria sin par.
Gloria será nuestro Salvador ver,
gloria con Él siempre permanecer.
Gloria eternal y constante placer;
sí, gozaremos de gloria sin par.
312
2 Corintios 4.6
Filipenses 1.21; 3.10
Que vea tu faz: un resplandor
de encanto divinal,
pues otro amor no encontraré
que al tuyo sea igual.
Luz inferior ha de menguar,
ninguna gloria habrá;
toda hermosura terrenal
su gracia perderá.
Que vea tu faz: mi fe y amor
más firmes han de estar,
y nada acá podrá la paz
de mi alma perturbar.
Será mi vida cual visión,
todo intangible acá
–vana ilusión–, mas Tú, Señor,
la sola realidad.
Que vea tu faz: olvidaré
la antigua lasitud,
ni sombras del febril pesar
traerán más inquietud.
Temores por el porvenir
se trocarán en paz;
mi corazón, pues, gozará
sosiego y gran solaz.
Que vea tu faz: se aliviará
la más pesada cruz;
bien se ha de ver en todo mal,
en cada noche, luz.
Veloz los años correrán,
en calma han de pasar.
Luego, el pesar dejado atrás,
iré a mi eterno hogar.
313
Efesios 6.20
1 Tesalonicenses 2.2
No te dé temor hablar por Cristo,
haz que brille en ti su luz.
Siempre a quien te redimió confiesa;
todo debes a Jesús.
c
No te dé temor, no te dé temor,
nunca, nunca, nunca.
Es tu Salvador amante;
nunca pues te dé temor.
No te dé temor hacer por Cristo
cuanto de tu parte está.
Obra con amor, fe y constancia;
tus trabajos premiará.
No te dé temor sufrir por Cristo
los reproches o el dolor.
Sufre con amor sus pruebas todas,
cual sufrió tu Salvador.
No te dé temor vivir por Cristo
esa vida que te da.
Si en tu mucho afán en Él confiares,
de todo bien te saciará.
No te dé temor morir por Cristo;
vida, luz, verdad es Él.
Él te llevará con su ternura
a su célico vergel.
314
Hechos 1.8
Filipenses 3.20
La palabra del Señor predicad, predicad;
con anhelo y oración predicad, predicad.
Ante el mundo burlador
sed testigos de su amor;
el poder del Salvador predicad, predicad.
El ejemplo del Señor imitad, imitad;
su humilde y tierno amor imitad, imitad.
Su constancia en la oración,
su paciencia en la aflicción,
su bondad y compasión imitad, imitad.
La venida del Señor esperad, esperad.
Él vendrá, no tardará; esperad, esperad.
Como siervos del gran Rey,
trabajad con celo y fe.
Si sembráis, recogeréis; esperad, esperad.
315
Efesios 2.3
1 Corintios 10.31
¡Qué vergüenza revivir
lo que por un tiempo fui!
El Señor rogaba en vano;
yo decía con descaro:
«Todo quiero para mí,
nada quiero para Ti».
Me encontró; lo vi morir
en aquella cruz tan vil.
Lo escuché: «Todo he pagado».
Triste, dije quebrantado:
«Aún hay algo para mí,
pero hay algo para Ti».
Con continua compasión
me bendijo sin razón.
¡Es su gracia tan paciente!
Yo le dije débilmente:
«Casi nada para mí,
más y más es para Ti».
¡No podré entender jamás
cuánto me pudiste amar!
Cristo, mi Señor, te pido,
fervoroso y convencido:
«Nada quiero para mí,
todo quiero para Ti».
316
Romanos 8.16
Juan 10.14
Cantares 6.3
Por la gracia del Señor gózome en su gran amor;
el Espíritu en mí testifica que es así.
¡Oh, qué paz, perfecta paz; no me perderé jamás!
Pues por su infinito amor suyo soy y mío es Él.
Pues por su infinito amor suyo soy y mío es Él.
A la luz de tal amor, lo que veo en derredor
tiene hermosuras mil que sin Cristo nunca vi.
Canta el pájaro mejor, más brillante es toda flor,
ya que puedo yo decir: «Suyo soy y mío es Él»,
ya que puedo yo decir: «Suyo soy y mío es Él».
En la lucha terrenal me protegerá del mal,
pues su brazo fuerte y fiel me conserva para Él.
El estar con Él aquí es el cielo para mí.
Y muy grato es sentir: «Suyo soy y mío es Él».
Y muy grato es sentir: «Suyo soy y mío es Él».
Soy de Él, sí soy de Él por su amor tan tierno y fiel.
Cuando pruebas muchas son me conforta el corazón.
Lo de aquí se cambiará, nuestra vida pasará;
mas por la eternidad suyo soy y mío es Él,
mas por la eternidad suyo soy y mío es Él.
317
Gálatas 2.20
¡Tuyo, Señor! Jamás tendré amor
a lo que no te agrade a Ti;
ha muerto el mundo para mí,
pues tuyo soy.
¡Tuyo, Señor! Corona, gozo, honor,
sólo eres Tú, y nada acá
mi corazón encantará,
pues tuyo soy.
¡Tuyo, Señor! Con más ferviente ardor
te adoraré y te serviré,
en tanto que en el mundo esté,
pues tuyo soy.
¡Tuyo, Señor! Conozco el gran valor
de tu promesa que vendrás,
y digo: «Ven, no tardes más,
pues tuyo soy».
318
Salmo 87.7
Oseas 11.4
Ven, de todo bien la fuente,
ven, eterno Salvador,
ven, ayúdame a cantarte
dignos cantos de loor.
Tú, Señor, por mí moriste;
quiero yo por Ti vivir.
Sólo Tú eres mi esperanza,
sólo Tú mi porvenir.
Triste yo era y extraviado
cuando Cristo me buscó;
de la muerte por salvarme
Él su sangre derramó.
En su muerte de cariño
vida, paz, perdón hallé;
y por Él la vida eterna
en el cielo gozaré.
De tu gracia, oh bien Amado,
soy continuo deudor;
más y más a Ti me atraes
por los lazos de tu amor.
Ven, de todo bien la fuente,
fuente de mi salvación;
doy a Ti mis alabanzas,
doy a Ti mi corazón.
319
Mateo 13.3, 30
Ved que acercándose el día va,
en que el Señor en su gloria vendrá
a recoger en su alfolí
lo que sembramos en tanto aquí.
Él su fruto recogerá, sí, su fruto recogerá.
c
Vamos sembrando con vivo amor
dulces palabras de nuestro Señor;
siempre obrando con celo y con fe,
para que rica cosecha nos dé.
Entre zarzales podrá caer
cierta semilla y no florecer;
mas el Señor a segar vendrá,
y su buen fruto recogerá.
Él su fruto recogerá, sí, su fruto recogerá.
Muy largo tiempo podrá pasar
antes de ver su semilla brotar;
mas ciertamente el Señor vendrá
y su buen fruto recogerá.
Él su fruto recogerá, sí, su fruto recogerá.
En todo tiempo sin desmayar
vamos sembrando y orando a la par;
pues prestamente el Señor vendrá
y su buen fruto recogerá.
Él su fruto recogerá, sí, su fruto recogerá.
320
Salmo 91.2
Colosenses 2.15
Castillo fuerte es nuestro Dios,
defensa y buen escudo;
con su poder nos librará
en este trance agudo.
Con furia y con afán
acósanos Satán;
por armas deja ver
astucia y gran poder;
cual él no hay en la tierra.
Nuestro valor es nada aquí;
con él todo es perdido;
mas por nosotros pugnará
de Dios el Escogido.
¿Sabéis quién es? Jesús,
el que venció en la cruz,
Señor de Sabaoth; *
y pues Él sólo es Dios,
Él triunfa en la batalla.
Aun si están demonios mil
prontos a devorarnos,
no temeremos, porque Dios
sabrá aún prosperarnos.
Que muestre su vigor
Satán, y su furor
dañarnos no podrá,
pues condenado es ya
por la Palabra santa.
Sin destruirla dejarán,
aun mal de su grado,
esta Palabra del Señor;
Él lucha a nuestro lado.
Que lleven con furor
los bienes, vida, honor,
los hijos, la mujer…
Todo ha de perecer;
de Dios el reino queda.
Señor de los Ejércitos
321
Romanos 13.8-9
1 Timoteo 3.16
Ama a tus prójimos, piensa en sus almas,
diles la historia del tierno Señor.
Cuida del huérfano, hazte su amigo;
muestra la gracia de tu Salvador.
c
Busca al incrédulo, ve su peligro;
Dios le dará su divino perdón.
Aunque recházanle, tiene paciencia,
hasta que quieran tener la salud.
Venlos los ángeles desde la gloria;
de allí los miran con solicitud.
Busca a tus prójimos; Dios es tu ayuda
y por su Espíritu fuerza te da.
Simiente buena, pues, siembra en el tiempo,
y la cosecha eternal te será.
322
Eclesiastés 12.6
Salmo 17.15
2 Corintios 5.1
La débil cuerda cederá,
y no podré cual hoy cantar;
mas en palacio de mi Rey,
¡qué gozo mío al despertar!
c
Y cara a cara le veré,
y el nuevo canto entonaré
de gracias al Señor Jesús
por su obra consumada en cruz.
Mi casa terrenal caerá
–el cuándo no podré decir–,
mas sé que Cristo tiene ya
morada eterna para mí.
El áureo sol, al descender
un día para mi solaz,
a mí dirá mi Salvador:
«Bien hecho; entra tú en mi paz».
Ahora espero su llamar,
y hasta entonces velaré.
La puerta luego Él abrirá,
y a Él mi vuelo emprenderé.
323
Job 19.25
Filipenses 3.21
Si muero, sé que al cielo iré,
pues salvo soy: no temeré.
Mi alma en paz descansará
con Cristo en el más allá.
c
Más allá, sí, más allá;
más allá, sí, más allá.
Será muchísimo mejor
con Cristo en el más allá.
Al polvo yo descenderé,
mas pronto resucitaré;
mi ser entero subirá
a Cristo en el más allá.
c
Más allá, sí, más allá;
más allá, sí, más allá.
Eternamente yo veré
a Cristo en el más allá.
No habrá más muerte ni dolor,
no habrá más llanto ni clamor,
y nada me separará
de Cristo en el más allá.
c
Más allá, sí, más allá;
más allá, sí, más allá.
Con nueva voz voy a cantar
de Cristo en el más allá.
324
Apocalipsis 22.1
Hebreos 11.14
Salmo 17.15
Meditad en que hay un hogar
en la margen del río de luz,
donde van para siempre a gozar
los creyentes en Cristo Jesús.
c
Más allá, más allá,
meditad en que hay un hogar;
más allá, más allá, más allá,
en la margen del río de luz.
Meditad en que amigos tenéis
de los cuales marchamos en pos,
y pensad en que al fin los veréis
en el alto palacio de Dios.
En que mora Jesús meditad,
donde seres que amamos están,
y a la patria bendita mirad
sin angustias, temores, ni afán.
Reunido a los míos seré,
mi carrera a su fin toca ya.
En mi hogar celestial entraré,
donde mi alma reposo tendrá.
325
Apocalipsis 22.1-5; Apocalipsis 19.8
Buscar la tonada
Voy viajando para arriba,
mi destino es la ciudad
donde el árbol de la vida
floreciente siempre está.
c
Porque aquí las rosas duran
poco tiempo, pero allá
rosas nunca se marchitan,
donde en gloria Cristo está.
Como hierba es nuestra vida:
nace, crece y da la flor;
pero pronto se marchita,
con la muerte y el dolor.
Tengo seres muy queridos
esperándome allá,
y de blanco están vestidos,
donde muerte nunca habrá.
326
Mateo 11.28
Hebreos 4.11
¡Qué felicidad, con Jesús estar
en los brazos del Señor Jesús!
No se temerá del furioso mar,
en los brazos del Señor Jesús.
c
Descansando en los brazos del Señor Jesús,
descansando en los brazos del Señor Jesús.
A Dios gracias doy que seguro estoy
en los brazos del Señor Jesús.
Redimido soy, y a la gloria voy
en los brazos del Señor Jesús.
¡Oh, qué libertad, qué tranquilidad,
en los brazos del Señor Jesús!
Mi alma alegre está por su gran bondad,
en los brazos del Señor Jesús.
327
Efesios 2.5, 8
Filipenses 4.3
Tito 2.11
La gracia de mi Dios,
el tema encantador;
el cielo dio la dulce voz
al mundo pecador.
c
Por gracia salvo soy,
mi base ved aquí:
por todos Cristo muerto ha,
y muerto ha por mí.
La gracia me llamó,
me trajo salvación,
y gracia fue que alcanzó
de todo mal, perdón.
Mi nombre escrito está
por gracia divinal,
en libro del Cordero allá,
de vida eternal.
La gracia enseñó
mis pies a caminar
en justas sendas de mi Dios,
al celestial hogar.
328
Efesios 3.14-21
¡Profundidad de amor de Dios!,
¡riqueza y santidad!
No puede el hombre escudriñar
su ciencia y su bondad.
Mas Él revela su saber
con sencillez y con poder,
con sencillez y con poder.
Dificultades sin razón
nos llueven por doquier.
No entiendo mucho pero sé:
su amor siempre se ve,
en esa cruz donde murió
mi Dios, mi Cristo y mi Señor;
mi Dios, mi Cristo y mi Señor.
Andando el tiempo, llegará
el día en que sabré
que todo lo que en Él sufrí,
su resultado fue
para un eterno galardón,
inmarcesible. ¡Gloria a Dios!
Inmarcesible, ¡gloria a Dios!
Y ahora lo que resta aquí,
me gozo en este ser.
Riqueza, gracia y honra da
a todo aquel que cree.
Nada me estorba, quiero ya
vivir por Cristo y su bondad,
vivir por Cristo y su bondad.
329
1 Pedro 2.11
Apocalipsis 21.4
Buscador de internet
(C)
El mundo no es mi hogar, soy peregrino aquí;
en la ciudad de luz, tendré tesoros, sí.
Eterno resplandor por siempre gozaré,
y la vida mundana jamás desearé.
c
Bendito Cristo, Tú eres siempre fiel,
la dicha que me das más dulce es que la miel;
la célica mansión por siempre gozaré,
y la vida mundana jamás desearé.
Un himno entonaré a Cristo el Salvador:
«Digno eres, oh Señor, de gloria y honor».
La patria celestial por siempre gozaré,
y la vida mundana jamás desearé.
Ningún dolor habrá al lado de Jesús,
quien derramó su sangre en la cruenta cruz.
Perfecta paz allá por siempre gozaré,
y la vida mundana jamás desearé.
330
Salmo 73.25
Cantares 3.4
Tesoro incomparable, Jesús, amigo fiel;
refugio del que huye del adversario cruel.
Sujeta compasivo a Ti mi corazón,
ya que para salvarme sufriste la pasión.
Delicias Tú de mi alma, pan de la eternidad
del cual yo me alimento en mi necesidad.
En mi flaqueza extrema se cumple tu virtud,
y en medio de mis males Tú quieres mi salud.
Dirige a mí tu rostro, Jesús, lleno de amor,
sol puro de justicia, dulce consolador.
Sin tu influencia santa la vida es un morir;
gozar de tu presencia, esto sólo es vivir.
Jesús, riqueza mía, mi amante Salvador,
en mi flaqueza Tú eres mi fuerte protector.
Jamás el enemigo podrá turbar mi paz;
por más que lo intentare, no lo permitirás.
Al mundo de falacias no pertenezco ya.
El cielo es mi morada; allí mi Amado está.
A donde Cristo habita, con ansia quiero ir;
en sempiterno gozo con Él quiero vivir.
331
Juan 16.16
1 Juan 2.28
2 Timoteo 2.12
¡Un poco! El Salvador vendrá
y a su pueblo llevará
al santo celestial hogar
que nos ha ido a preparar,
a estar con Él, su rostro ver,
y nuestras gracias ofrecer;
a estar con Él, su rostro ver,
y nuestras gracias ofrecer.
¡Un poco! El Salvador vendrá;
sí, poco tiempo resta ya.
Que duélame no serle fiel,
placer me dé servirle a Él.
Pues listo debería ser
quien al Señor espera ver.
Pues listo debería ser
quien al Señor espera ver.
¡Un poco! El Salvador vendrá.
¡Oh! ¿quién su cruz rechazará?
¿Quién en los pasos del Señor
sufrir no quiere por su amor?
Su gloria recompensará
los sufrimientos de acá.
Su gloria recompensará
los sufrimientos de acá.
¡Un poco! ¡Ven, oh ven, Señor!
La Iglesia tuya con ardor
desea alcanzar su hogar,
el nuevo cántico cantar,
tu gloria ver, estar allí
en todo semejante a Ti;
tu gloria ver, estar allí
en todo semejante a Ti.
332
Filipenses 3.20
Mateo 6.19
Juan 14.2
Ciudadano soy del cielo,
aunque aún no vivo allá.
Es mi Rey el Dios eterno,
al que siempre he de adorar.
Una casa preparada
Cristo tiene para mí.
Es eterna mi morada,
estaré por siempre allí.
Allá tengo mis tesoros,
corromperse no podrán;
conservados y guardados,
nadie los podrá robar.
En mi celestial morada,
maldición no se verá.
Toda lágrima enjugada,
Dios consuelo me dará.
333
Juan 14.3
Apocalipsis 22.7, 12, 20
Grata noticia: viene Jesús
por los salvados mediante su cruz,
para llevarlos al trono de luz.
Sí, pronto vuelve el Señor.
c
Cristo Jesús de los cielos vendrá;
pronto en su gloria vendrá.
Para el creyente ¡qué gozo será
ver al amado Señor!
Con alegría y aclamación,
voz del arcángel, trompeta de Dios,
viene Jesús con cabal salvación.
Sí, pronto vuelve el Señor.
Los que han dormido despertarán,
y con los vivos se reunirán;
todos unidos con Cristo estarán.
Sí, pronto vuelve el Señor.
¡Firmes!, hermanos fieles, velad,
siempre por Cristo constantes obrad;
y su venida hasta el fin esperad.
Sí, pronto vuelve el Señor.
334
Romanos 13.12
1 Tesalonicenses 4.17
La noche termina y el día amanece,
del alba brillante la luz aparece;
de Cristo la vuelta gloriosa esperamos,
descendiendo en las nubes de luz.
c
Pronto viene Jesús,
rodeado de gloria y de luz.
¡Aleluya, Cristo vuelve!
¡Aleluya, amén! ¡Aleluya, amén!
Con gozo su rostro divino veremos,
y luego a su imagen cambiados seremos.
Con cuerpo glorioso veloz subiremos
a verle en las nubes de luz.
Su magnificencia y gloria veremos.
El mundo, el pecado, hermanos, dejemos;
así con gran gozo le recibiremos
cuando Cristo nos venga a llevar.
335
1 Tesalonicenses 1.10
1 Corintios 15.51-53
Buscador de internet
(C)
Yo sólo espero ese día
cuando Cristo volverá.
Yo sólo espero ese día
cuando Cristo volverá.
Afán y todo trabajo
para mí terminarán,
cuando Jesucristo venga,
a su reino me llevará.
Ya no me importa que el mundo
me desprecie por doquier;
ya no soy más de este mundo,
soy del reino celestial.
Yo sólo espero ese día
cuando me levantaré
de la tumba triste y fría
con un cuerpo ya inmortal.
Entonces allí triunfante
y victorioso estaré,
a mi Señor Jesucristo
cara a cara le veré.
Allí no habrá más tristezas,
ni trabajos para mí,
con los santos redimidos
al Cordero alabaré.
336
2 Tesalonicenses 2.1
1 Corintios 15.52
Nos reuniremos mañana,
más allá en la bella mansión,
con Cristo y los glorificados;
¡qué grandiosa reunión!
c
¡Qué grandiosa, bella, eterna reunión!
¡Qué dichosa, alegre, qué grandiosa reunión!
Nos reuniremos mañana,
¡qué momento de gran emoción!
al son de potente trompeta;
¡qué grandiosa reunión!
Nos reuniremos mañana,
con Cristo, en eterna unión,
y con los que ya se han marchado;
¡qué grandiosa reunión!
Nos reuniremos mañana,
cantaremos de la redención,
de gracia tan grande y sublime;
¡qué grandiosa reunión!
337
1 Corintios 15.43
Juan 13.7
Cuando al fin en paz lleguemos
a la patria celestial,
al Señor alabaremos
en concierto universal.
Estas pruebas y aflicciones
terrenales cesarán,
y su faz, sin distracciones,
nuestros ojos mirarán.
c
¡Oh qué día tan glorioso!
Nubes negras ya no habrá
cuando allá, en pleno gozo,
Dios las penas quitará.
Todos ya resucitados,
nuestros cuerpos brillarán;
y por Dios perfeccionados,
al cumplir su eterno plan;
aunque aquí, en las penumbras
de este valle de dolor,
fue difícil, entre sombras,
ver propósitos de amor.
Olvidar jamás podremos
su cuidado y compasión,
pues allá recordaremos
su ternura en la aflicción.
Nos guió por el camino,
nuestras cargas Él llevó;
con poder y amor divino,
nunca nos abandonó.
De las pruebas de la vida
Dios dará su explicación;
toda duda esclarecida
y el porqué de la aflicción.
Juntos nos asombraremos
del diseño de su plan,
y sin lágrimas veremos
la razón de nuestro afán.
338
Romanos 12.1
2 Corintios 8.5
Cuando allá, al Señor miraré:
sonriente faz, hermosa faz.
Ante Él yo me preguntaré:
¿Por qué no le di mucho más?
c
Más, mucho más;
más de mi vida ¿no fui capaz?
Ante Él yo me preguntaré:
¿Por qué no le di mucho más?
Cuando allá y Él su mano me dé
–manos así, ¡nadie jamás!–,
ante Él yo me preguntaré:
¿Por qué no le di mucho más?
En la luz de ese bello hogar,
con el Señor, viendo su faz,
ante Él yo podré recordar
que un día yo quise dar más.
c
Hoy, desde hoy,
toda mi vida en ofrenda le doy;
porque así, sin reservas pondré
ante Él lo que fui desde hoy.
339
Apocalipsis 22.7, 12, 20
Cristo muy pronto vendrá,
Él mismo lo prometió.
Felicidad gozará
el que sus dichos guardó.
c
Mucho más dulce que miel
la Biblia fue para aquel
que en ella se deleitó
y sus preceptos cumplió.
ucho más dulce que miel
la Biblia fue para aquel
que en ella se deleitó
y sus preceptos cumplió.
Sí, pronto viene el Señor,
y galardones dará.
¿Qué motivó mi labor?
Él me lo declarará.
c
Obras se revelarán,
con fuego se probarán.
¿Seré yo fiel o infiel
al darle cuentas a Él?
bras se revelarán,
con fuego se probarán.
¿Seré yo fiel o infiel
al darle cuentas a Él?
Muy ciertamente vendrá.
«Amén, sí, ¡ven, oh Señor!
¡Cuánto quisiéramos ya
verte a Ti, Salvador!»
c
Muertos resucitarán
y con nosotros irán;
juntos en gran reunión
con Cristo, ¡qué bendición!
uertos resucitarán
y con nosotros irán;
juntos en gran reunión
con Cristo, ¡qué bendición!
340
2 Timoteo 4.6
1 Juan 3.2
Al cumplir mi jornada de esta vida terrenal,
del Señor Jesús allá recibiré
muy cordial bienvenida a su casa celestial;
su sonrisa es lo primero que veré.
c
¡Oh qué gozo al conocerle!
Redimido, a su lado yo estaré.
¡Oh, qué gozo al conocerle!
Y sus manos heridas yo veré.
Inefable experiencia cuando al fin le miraré;
esos ojos tan hermosos brillarán.
Por su misericordia y su amor le alabaré,
y mis pies en calles de oro andarán.
Tengo amados en gloria, mi llegada anhelan ver;
bien recuerdo despedidas con dolor.
Aunque ya transformados, yo los voy a conocer,
pero quiero ver primero a mi Señor.
Revestido de blanco, por las puertas entraré
cuando llegue tan glorioso amanecer;
y en el coro celeste con millones cantaré,
no sin antes a mi Cristo conocer.
341
Juan 14.2
1 Pedro 4.13
Judas 24
¡Oh, qué día será cuando el llanto cesará!
Ya no habrá más dolor en el pueblo del Señor;
paz será nuestra porción, no tendremos aflicción.
Día así, tan especial, llegará.
c
¡Oh, qué día será cuando Cristo volverá!
A las nubes subiré, y su rostro yo veré.
Él mi mano tomará, y a su casa me guiará.
Día así, tan especial, llegará.
Nadie allá sufrirá, ni de cáncer morirá;
nunca habrá malestar ni problema vascular;
todos se conocerán, mentes lúcidas tendrán.
Día así, tan especial, llegará.
Celestial reunión para los que salvos son;
despedidas no habrá, ni «Hasta luego» se dirá.
¡Oh, qué gran consolación! ¡Nunca habrá separación!
Día así, tan especial, llegará.
342
Proverbios 4.18
Apocalipsis 22.16
Yo espero la aurora de aquel amanecer
que mis penas, como a sombra, haga prestas vanecer,
cuando deje, con mi Amado, este valle de dolor
y entone dulce canto a mi eterno Redentor.
Una estrella en el oriente tras la niebla puedo ver
que me dice: Pronto viene un glorioso amanecer.
De penumbras a arreboles, de aurora a plena luz
huyan penas y dolores. ¡Ven, sí, ven, Señor Jesús!
Yo espero el regreso del que en la cruz murió;
su amante voz recuerdo: «Volveré», me prometió.
Puedo oír ya sus pisadas que se acercan al umbral.
¡Cuán ansiosa espera mi alma ese día eternal!
343
1 Tesalonicenses 1.9-10; 1 Tesalonicenses 4.16
Salmo 16.10
Cuando la trompeta del Señor se toque la final,
con fulgor apunte el día eternal,
y los redimidos suban a su casa celestial,
cuando allá se pase lista yo estaré.
c
Cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
cierto estoy que por su gracia allí estaré.
Cuando todas sombras huyan en la gran resurrección
de los muertos en Jesús sin corrupción,
y en las nubes al Señor reciban, ¡qué consolación!,
cuando allá se pase lista yo estaré.
Trabajar es mi deseo sin cesar por el Señor,
siempre hablando de su gracia y de su amor.
Cuando acabe aquí mi obra y me llame el Salvador,
cuando allá se pase lista yo estaré.
344
Salmo 30.5, 11
Juan 13.1
Apocalipsis 19.7
Cuando venga Cristo no habrá dolor;
cuando venga Cristo no habrá temor.
Por los suyos viene Cristo el Señor,
pues siempre los amará.
c
Pues siempre los amará,
pues siempre los amará.
A los suyos viene a recoger,
pues siempre los amará.
Todo llanto cesa al venir Jesús,
y la vida acrece al venir Jesús.
Por dolor el canto, por nubes luz,
pues siempre los amará.
Al venir Jesús no habrá más morir,
al venir Jesús no habrá más gemir.
Y de todo mal viene a redimir,
pues siempre los amará.
¡Oh, qué gozo habrá al venir Jesús!
Pues despertará, al albor de luz,
a los nuestros, y los traerá Jesús,
pues siempre los amará.
345
Génesis 24.65
Efesios 5.25-27
Juan 14.3
En tristeza y tempestades una luz se ve;
es de Cristo la promesa: «Pronto volveré».
En la luz, la paz, la gloria del celeste hogar
Él me espera y apareja para mí lugar.
Largo tiempo me ha guiado en el mundo aquí,
mas ya veo la morada lista para mí.
Y Él en medio de la gloria no se olvidará
de mi nombre, pues grabado en su mano está.
Ni la música del cielo es tan dulce son
como las pisadas mías a su corazón.
Ni la gloria de los cielos se completará
mientras que su amada esposa aún ausente está.
¿Quién es éste que a encontrarme viene en grande amor,
cual estrella de mañana, de la luz albor?
Es Aquel que en cruz cruenta padeció una vez;
aun en gloria le conozco, pues Él mismo es.
¡Cuán bendito es el encuentro, el desierto atrás,
y el estar en su presencia sin salir jamás!
Él en toda su hermosura; yo, por su favor,
compartiendo de su Padre plenitud de amor.
Do el pecado no penetra, con Él estaré;
y en la santidad perfecta con Él andaré,
hecha compañera idónea para el Salvador,
y por siempre mostrarase su inmenso amor.
Él, que tuvo la tristeza de la cruz atroz,
yo, que en el desierto oscuro fui de Cristo en pos,
el placer común tendremos en la gloria allí:
yo al estar en su presencia, y Él al verme a mí.
346
1 Tesalonicenses 4.14
2 Tesalonicenses 1.10
Al Salvador rechaza el mundo pecador,
la sorda muchedumbre ajena de su amor.
Mas Él vendrá glorioso, el día cerca está;
aquel día majestuoso llega ya.
c
De los días el más bello, del tiempo el principal;
poco tarda su llegada con triunfo celestial.
De alegría pura, colmo al siervo leal y fiel
ha de ser el día grande de Emanuel.
Alumbrará los cielos glorioso resplandor,
mas brillará la Iglesia con gloria superior.
Y al Salvador divino todo ojo mirará
en el día majestuoso que vendrá.
Ya no tendremos pruebas, ni culpas, ni pesar,
mas grande regocijo y eterno bienestar.
Seremos semejantes a nuestro Redentor
en el día majestuoso de esplendor.
Acerque el bello día el fiel y fuerte amor
de los que consagramos la fuerza a su labor.
Busquemos al perdido por Cristo, el buen Pastor,
para el día majestuoso de su amor.
347
Salmo 72.8
Hebreos 12.28
Apocalipsis 17.14
El reino del Señor Jesús
será cual sol que, dando luz,
inconmovible, sin variar,
firme, por siglos va a durar.
Cristo será el vencedor,
aplastará al opresor;
dominará de mar a mar,
y con justicia va a juzgar.
Y guerras ya jamás habrá,
ni terrorismo existirá.
Las gentes, de cualquier nación,
paz gozarán sin aflicción.
Colmados de su bendición,
vendrán los pueblos a Sion;
sus príncipes se postrarán,
y al Rey de reyes honrarán.
El mundo entero gozará
del fruto que la cruz dará,
y por el globo en derredor
verán la gloria del Señor.
En un concierto universal,
unísono en gran final,
sus criaturas, donde estén,
al ver al Rey dirán: «Amén».
348
1 Corintios 13.12
2 Corintios 3.18
En presencia estar de Cristo,
ver su rostro, ¿qué será?,
cuando al fin en pleno gozo
mi alma le contemplará.
c
Cara a cara espero verle
más allá del cielo azul.
Cara a cara en plena gloria,
yo veré al Señor Jesús.
Sólo tras oscuro velo
hoy le puedo aquí mirar,
mas ya pronto viene el día
que su gloria ha de mostrar.
¡Cuánto gozo habrá con Cristo
cuando no haya más dolor,
cuando cesen los peligros
y ya estemos en su amor!
Cara a cara, ¡cuán glorioso
ha de ser así vivir!
¡Ver el rostro de quien quiso
nuestras almas redimir!
349
Salmo 17.15
Hebreos 11.16; Hebreos 12.22-24
Siempre hablamos del mundo dichoso,
de los goces que Dios nos dará,
del país halagüeño y hermoso.
Mas hallarnos allí, ¿qué será?
c
¿Qué será, qué será?
Mas hallarnos allí, ¿qué será?
¿Qué será, qué será?
Mas hallarnos allí, ¿qué será?
Siempre hablamos del triunfo y la gloria
que en los cielos sin fin reinarán,
de los himnos de amor y victoria.
Mas hallarnos allí, ¿qué será?
Siempre hablamos del día esplendente
que en el santo país brillará,
de Jesús, Salvador del creyente.
Mas hallarnos allí, ¿qué será?
Ni pecados, ni llanto, ni duelo,
ni pesares ningunos habrá
en la casa de Dios, en el cielo.
Pues hallarnos allí, ¿qué será?
350
1 Tesalonicenses 4.16-17
¡Volverá! Yo sé que ya no tarda.
¡Volverá!, pues Él lo prometió.
Y, feliz, mi corazón aguarda
pronto ver al Salvador.
¡Llamará!, según ha sido escrito.
¡Llamará!, con voz de autoridad.
El Señor es quien dará el grito,
y le espero con lealtad.
¡Subiré!, seré arrebatado.
¡Subiré!, del mundo me iré.
Al instante, y ya transformado,
a las nubes llegaré.
¡Le veré! Anhelo aquel momento.
¡Le veré! Postrado quedaré.
Por la cruz y todo aquel tormento,
muchas gracias le daré.
351
Efesios 5.25
Apocalipsis 19.7
En Dios Padre está la fuente de infinito amor;
sobre el Hijo ha derramado todo su favor.
Y la Iglesia es la esposa que Él le aparejó;
con amor eterno y puro Cristo la amó.
Tan preciosa fue la Iglesia a su corazón
que entregose a Sí mismo por su redención;
y en la cruenta cruz sufriendo sin igual dolor,
muchas aguas no pudieron apagar su amor.
Viene el día tan deseado cuando volverá;
a su Iglesia preparada Cristo tomará.
Y en las bodas del Cordero sumo gozo habrá;
gloria y dignidad con ella Él desplegará.
Ya no dos mas uno solo, en perfecta unión,
mutuamente disfrutando grata comunión,
plenamente satisfechos por la eternidad.
¡Cuán bendita, incambiable, dulce amistad!
352
2 Corintios 5.14
1 Corintios 13.12
Al Señor Jesús loemos
porque tanto le debemos.
Lo que somos y tenemos
sólo es nuestro en Él.
Es Jesús su nombre amado;
a su pueblo Él ha salvado.
Es el triunfo asegurado
por su gran poder.
¡Oh, confiad en este amigo!
Nos liberta del peligro;
nos es hoy un fuerte abrigo
y hasta el fin será.
Cumplirase nuestro anhelo
en el día en que sin velo
le veremos en el cielo,
al Señor Jesús.
353
Hechos 2.22
1 Reyes 10.7
Apocalipsis 5.13
De Cristo cada día quiero yo más cerca estar;
Él es mi Rey amable, mi precioso Salvador.
No puedo en todo el mundo amigo cual Jesús hallar,
quien maravillas hace y prodigios sin cesar.
c
Jamás podrán contarme de Cristo la mitad
de su amor divino, su poder y majestad.
Ya miro cerca el día del regreso del Señor.
Y yo, con muchos santos, al encuentro sin igual,
iremos a las nubes, alabando con fervor
a Cristo el Rey glorioso cuyo reino es eternal.
Y cuando estemos salvos en su reino celestial,
jamás nos cansaremos de servir al Salvador.
Gozosos alzaremos nuestro cántico triunfal,
y de arpas mil los ecos subirán en su loor.
354
2 Timoteo 1.12
No sé por qué la gracia del Señor
a mí un día me alcanzó,
ni sé por qué obró la salvación
en un indigno como yo.
c
Más yo sé a quién he creído
y es poderoso para guardarme
seguro hasta el día
en que venga Él por mí.
No sé por qué la gracia del Señor
en mí Él quiso demostrar,
ni sé por qué cuando era pecador
por mí su vida vino a dar.
No sé cómo es que su Espíritu
convence al hombre de su error,
ni como obra en el corazón,
creando fe en el Señor.
No sé cuándo el Señor regresará,
de noche o al amanecer,
ni sé si por la muerte he de pasar
o vivo subiré con Él.
355
Jeremías 18.1-4
Salmo 139.23-24
Haz lo que quieras de mí, Señor;
Tú el alfarero, yo el barro soy.
Dócil y humilde anhelo ser;
cúmplase siempre en mí tu querer.
Haz lo que quieras de mí, Señor;
mírame y prueba mi corazón;
que en mí no haya iniquidad,
pues tu presencia quiero gozar.
Haz lo que quieras de mí, Señor;
dueño absoluto sé de mi ser,
para servirte con devoción,
se manifieste así tu poder.
356
Lucas 2.14
Juan 14.27
Romanos 5.1
¡Al mundo paz, nació Jesús!
Nació ya nuestro Rey;
el corazón ya tiene luz,
el corazón ya tiene luz,
y paz su santa grey,
y paz su santa grey,
y paz, y paz su santa grey.
¡Al mundo paz, el Salvador
en tierra reinará!
Ya es feliz el pecador,
ya es feliz el pecador,
Jesús perdón le da,
Jesús perdón le da,
Jesús, Jesús perdón le da.
Al mundo Él gobernará
con gracia y con poder;
a las naciones mostrará,
a las naciones mostrará
su amor y su poder,
su amor y su poder,
su amor, su amor y su poder.
357
Cantares 2.3, 16
Apocalipsis 19.7-9
Oh, Cristo, Él es la fuente
profunda del amor;
me sacia enteramente,
¡bendito Salvador!
De gran misericordia,
tan bueno y siempre fiel;
lo veré, feliz, en gloria,
en tierra de Emanuel.
Los hilos de mi vida
con mucho amor tejió.
Mi senda recorrida,
su mano la trazó.
En alta mar me guía,
Jesús, mi timonel.
Viviré con Él en gloria,
en tierra de Emanuel.
Yo soy de mi Amado
y mío es Él también;
en gracia me ha invitado
al celestial Edén.
Qué bella es esta historia:
yo, pecador infiel,
gozaré de eterna gloria,
en tierra de Emanuel.
La Esposa hermosamente
el cielo adornará;
y Cristo, preeminente,
más honra llevará.
Por esa gran victoria
en cruz tan vil y cruel
¡para Él será la gloria
en tierra de Emanuel!
358
Salmo 133.1
Apocalipsis 2.4
Muy felices hoy son los que de corazón
obedecen a su Salvador.
Qué deleite es venir y en unión revivir
esos tiempos del «primer amor».
c
Bueno es, bueno es que aquí estemos, Señor.
El amor echa fuera el temor.
Nuestra senda Tú alumbras con gran resplandor.
Bueno es que aquí estemos, Señor.
Esta gran bendición, mi divina porción,
el Cordero con sangre compró.
Por la fe lo creí; ¡qué alegría sentí!,
pues mis culpas Jesús las borró.
Cuando Dios me salvó, todo ángel se unió
al gran coro, feliz, celestial:
«Este vil pecador recibió al Señor
como su Salvador personal».
Cantaré siempre aquí de tal gracia hacia mí,
para que otros escuchen de Aquel
que por mí padeció y en la cruz se entregó,
aunque fui tan rebelde hacia Él.
No podré describir lo que fue descubrir
que en la sangre hay tanta virtud.
Del Señor propiedad soy por la eternidad.
Me llenó Dios con su plenitud.
359
Mateo 4.4; Mateo 6.33; Mateo 7.7
Juan 3.16
Buscador de internet
(C)
Buscad primero el reino de Dios
y su justicia perfecta,
y lo demás añadido será.
Alelu, aleluya.
No sólo de pan el hombre vivirá
sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios.
Alelu, aleluya.
Pedid, pedid y se os dará;
buscad, buscad y hallaréis;
llamad, llamad y se os abrirá.
Alelu, aleluya.
De tal manera al mundo Dios amó
que dio a su Hijo amado,
para que todo aquel que cree en Él
tenga la vida eterna.
360
Hebreos 13.8
Hoy, ayer y por los siglos
Cristo es siempre fiel;
cambios hay, mas Cristo
siempre permanece fiel.
c
Gloria, pues, a Él;
gloria, pues, a Él.
Cambios hay, mas Cristo
siempre permanece fiel.
361
Efesios 2.4
Romanos 5.8
A tu presencia, oh Dios bendito,
vengo y proclamo con gran fervor
cuánta alegría tengo en mi alma,
qué dulce calma ya por tu amor.
No más me escondo de tu presencia,
con confianza ya puedo estar.
Cesó mi miedo; de tu mirada
no tengo nada que recelar.
Supe que me amas, puesto que he visto
en Jesucristo prueba sin par
de que, no obstante mi indigna historia,
tengo en tu gloria propio lugar.
Gracia divina en Ti se encuentra,
y se concentra divino amor.
Cristo del cielo vino a salvarme
y pruebas darme de tu favor.
362
Salmo 74.12
Apocalipsis 1.5
Cristo, mi Rey y mi Salvador,
toda mi vida rindo a Ti.
Me regocijo en tu salvación;
tu sangre, en cruz, vertiste por mí.
c
Mi Salvador, oh, mi Salvador,
eres tan especial para mí.
Mi Salvador, oh, mi Salvador,
mi alma te alaba sólo a Ti.
Libre de mal, ¡qué grande noticia!
todas mis manchas Cristo lavó.
De su presencia goza mi alma,
con su amor y paz me llenó.
Jesús, Señor, por siempre te adoro,
mi vida entera pongo a tus pies.
Que en mis caminos te dé la gloria;
guía mis pasos donde Tú estés.
Cuando en los cielos pueda gozarme
viendo tu rostro en gloria sin par,
a tu imagen ya semejante,
en perfección por siempre cantar.
363
Salmo 23.1-4; Salmo 31.3
Buscar la tonada
(C)
A cada paso Cristo me acompaña
y con su tierno amor me guía Él.
Pues cuando estoy arriba en la montaña
o en el valle, Él es siempre fiel.
c
A cada paso, sé que está adelante;
siempre hacia arriba Él me va a guiar.
Y cuando dé mi último, gran paso
me encontraré en su eterno hogar.
A veces siento que mi fe flaquea
cuando un oscuro valle veo venir.
Es cuando miro al Salvador muy cerca;
fuerte soy, conmigo Él ha de ir.
Confío en Dios, no importa qué acontezca,
pues escondida está mi vida en Él.
Cuando la noche cese y amanezca
gozaré del celestial vergel.
364
Santiago 1.2-3
Romanos 5.3-4
Buscador de internet
(C)
Cristo, acércame a tu lado
al cruzar la tempestad.
Esta prueba Tú has planeado
en tu gracia y tu bondad.
c
Que aprenda las lecciones
que Tú tienes para mí,
y al final de la tormenta
me parezca más a Ti.
En el tiempo de la prueba
dame fuerzas y valor,
que mi alma no se oponga
a este fuego bienhechor.
Tu presencia va conmigo
en el valle de dolor;
cada lágrima vertida
cambiarás en bendición.
Guíame por el desierto,
muéstrame que Tú eres fiel.
Tu propósito perfecto
es hacerme mucho bien.
El tesoro de la prueba
forma en mí, Dios, con amor,
para que pueda ofrecerlo
ante Ti en adoración.
365
Romanos 8.37-39
Job 1.21
Lo que no puedo hoy entender
tendrá sentido más allá.
Las lágrimas que derramé,
Dios todas las enjugará.
c
Su amor no cambia, eso sé,
Dios permanece siempre fiel.
Por todo gracias le daré,
aunque no pueda comprender.
Dios dio y Dios quitó también;
su nombre aquí bendeciré.
Un buen propósito tendrá,
después me lo declarará.
Las sombras veo, no el sol,
sobre lo que siempre anhelé.
Pero después sabré por qué
aquí Dios no lo permitió.
La buena mano del Señor
está conmigo siempre aquí.
Por eso puedo hoy confiar
en lo que Él tiene para mí.
366
Hebreos 12.2-3
Mateo 28.16-20
Oh alma cansada y turbada,
¿sin luz en tu senda andarás?
Al Salvador mira y vive,
del mundo la luz es su faz.
c
Pon tus ojos en Cristo,
tan lleno de gracia y amor,
y lo terrenal sin valor será
a la luz del glorioso Señor.
De muerte a vida eterna
te llama el Salvador fiel.
En ti no domine el pecado,
hay siempre victoria en Él.
Jamás faltará su promesa;
Él dijo: «Contigo estoy».
Al mundo perdido ve pronto
y anuncia la salvación hoy.
367
Romanos 8.28
2 Corintios 4.15-17
Dios cumplirá en mí su plan perfecto.
Su senda es buena y el final también.
Todo lo que sucede en mi vida
en armonía obra para bien.
Dios cumplirá en mí su plan perfecto,
y acabará lo que ya comenzó.
Bellos diseños va entretejiendo
con cada evento, según su intención.
Dios cumplirá en mí su plan perfecto,
y mis fracasos puede aprovechar.
Nada se pierde, todo es restaurado
y utilizado en su voluntad.
Dios cumplirá en mí su plan perfecto.
De muchas formas lo puede lograr:
todas las pruebas, cambios y dolores
son bendiciones dadas en bondad.
Dios cumplirá en mí su plan perfecto.
Por su promesa voy a comprobar
con interés, amor y confianza
que hay esperanza en su eterno plan.
368
Hechos 4.10-12
Efesios 1.19-23
Buscar la tonada
(C)
Solo en Jesús puedo confiar:
Él es mi canto, fuerza y luz.
La principal piedra angular,
firme en la fuerte tempestad.
¡Cuán alto amor! ¡Profunda paz!
Tranquilo estoy, no temo más.
Consolador, mi todo es Él;
reposo siempre en su amor.
Solo en Jesús, humanidad
y deidad en un bebé.
El don de amor y santidad,
burla de los que Él amó.
Cuando en la cruz Jesús murió,
de Dios la ira propició.
Porque Él cargó todo mi mal,
vivo en la muerte del Señor.
En cueva fría yacía Jesús,
luz en la densa oscuridad.
Mas, ¡cuán glorioso el día en que
desde la tumba Él subió!
Ahora está triunfante allá;
la maldición no me tocará.
De Cristo soy, y mío es Él:
me mira Dios en su valor.
No temo más la muerte aquí:
es el poder de Cristo en mí.
Del alba hasta el anochecer,
mi porvenir comanda Él.
Ni hombre ni ser infernal
me mueve de su mano fiel.
Hasta que me llame o venga Él,
me guardará con su poder.
369
Rut 2.12
Salmo 36.7
Bajo las alas del Dios eterno
hallo refugio y protección.
Estoy tranquilo, estoy seguro,
en Él confía mi corazón.
Bajo las alas del Dios amante
hallo descanso y animación.
Tierno me cuida, firme me guarda,
su paz inunda mi corazón.
Bajo las alas del Dios bendito
hallo alegría y consolación.
Hay bendiciones, hay pleno gozo,
Él satisface mi corazón.
Sobre las alas del Dios supremo
hallo enseñanza y dirección.
Su senda es recta, su plan es bueno,
Él encamina mi corazón.
370
Gálatas 2.20
Filipenses 1.20-21
No soy capaz de comprender
ni el plan de Dios, ni su querer.
Pero a su diestra, esto sé,
sentado está mi Cristo.
Por su palabra comprendí
que Cristo ya murió por mí.
En mi alma una sed sentí
de Aquel que es el Cristo.
Desde la gloria descendió;
por pecadores se entregó.
¡Qué inmenso amor me demostró!
Ya conocí a Cristo.
Que encuentre Él satisfacción,
el fruto de su aflicción
en mí; me doy con devoción
a Aquel que es el Cristo.
En vida o muerte, que le dé
mi fuerza y mi ser con fe.
Aquel que vive es mi Rey,
mi Salvador, mi Cristo.
371
Salmo 89.13
Salmo 139.10
Mi mano ten, Señor; yo soy muy débil,
sin Ti no puedo riesgos afrontar.
Tenla, Señor; mi vida el gozo llene,
al verme libre así de todo azar.
Mi mano ten; la vía es tenebrosa,
si no la alumbra tu radiante faz.
Por fe yo alcanzo a percibir su gloria;
¡cuán grande gozo! ¡cuán profunda paz!
Mi mano ten, Señor, y a mis oídos
lleguen palabras de divino amor.
Alienta así mi alma atribulada
para seguirte con un nuevo ardor.
Mi mano ten; el enemigo fuerte
no cesa cada paso en disputar.
Mas nada puede, si Tú estás conmigo,
porque en tu fuerza yo he de triunfar.
Mi mano ten. Se extienden ya las sombras,
el sol se pone, nuestro día va.
Contigo quiero andar; que Tú ilumines
los pasos que en el mundo tu hijo da.
372
Salmo 27.4
Lucas 10.39
Cerca de Ti, Señor, quiero morar;
tu grande y tierno amor quiero gozar.
Llena mi pobre ser, limpia mi corazón,
hazme tu rostro ver en la aflicción.
Mi pobre corazón inquieto está;
por esta vida voy buscando paz.
Mas sólo Tú, Señor, la paz me puedes dar;
cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.
Pasos inciertos doy, el sol se va;
mas si contigo estoy no temo ya.
Himnos de gratitud ferviente cantaré
y fiel a Ti, Jesús, siempre seré.
Día feliz veré, creyendo en Ti,
en que yo habitaré cerca de Ti.
Mi voz alabará tu dulce nombre allí
y mi alma gozará cerca de Ti.
373
Lucas 18.16
2 Timoteo 3.15
Gozo la Santa Palabra leer,
cosas preciosas allí puedo ver;
y sobre todo que el gran Redentor
es de los niños el tierno Pastor.
c
Con alegría yo cantaré
al Redentor, tierno Pastor,
que en el Calvario por mí murió.
Sí, sí, por mí murió.
Me ama Jesús, pues su vida entregó
por mi perdón, y de niños habló:
«Dejad a los niños que vengan a Mí,
para salvarlos mi sangre vertí».
Si alguien pregúntame cómo lo sé,
«busca a Jesús, pecador», le diré.
«Por su Palabra que tienes aquí
puedes saber que Jesús te ama a ti».
374
Éxodo 21.5-6
Salmo 40.6-7
Piensa el siervo en su libertad.
¿La tomará? ¿La tomará?
Pero su amo le muestra bondad.
Él no vacilará.
Irá a la puerta con solicitud,
será marcada su esclavitud.
Lleno de amor, y con gratitud,
siempre le servirá.
Viene al mundo, le habla a Dios.
¿Qué le dirá? ¿Qué le dirá?
La oreja: su cuerpo; el poste: su cruz.
Cristo le amará.
Conforme al libro Él quiere hacer,
su voluntad que le trae placer.
Nunca jamás va a retroceder;
siempre le servirá.
Cristo, mi Amo, yo vengo a Ti.
¿Qué te daré? ¿Qué te daré?
Te presto mi lóbulo, y tuyo soy;
todo te rendiré.
Sé que en Ti yo puedo confiar
porque tu plan es siempre mejor.
Tú me compraste con mucho amor;
siempre te serviré.
375
Marcos 4.14
2 Timoteo 4.2
Sembraré la semilla preciosa
del glorioso Evangelio de amor.
Sembraré, sembraré mientras viva;
dejaré el resultado al Señor.
c
Sembraré, sembraré
mientras viva, semilla de amor.
Segaré, segaré
al hallarme en la casa de Dios.
Sembraré en corazones sensibles
la doctrina del Dios de perdón.
Sembraré, sembraré mientras viva;
dejaré el resultado al Señor.
Sembraré en corazones de mármol
la bendita palabra de Dios.
Sembraré, sembraré mientras viva;
dejaré el resultado al Señor.
400
1 Corintios 10.16; 1 Corintios 11.23-30
Juan 4.23
El pan, la copa aquí en medio están:
dos símbolos que nos ayudarán
memoria hacer de Ti, ¡oh Salvador!,
al celebrar «la cena del Señor».
Aunque invisible, Tú también estás,
y el tema de esta reunión serás.
Para adorar, el Padre nos buscó;
su Santo Espíritu nos congregó.
Tu cuerpo santo Dios lo preparó;
grande misterio: en Ti Él habitó.
Comiendo el pan, lo hacemos con temor
al discernir «el cuerpo del Señor».
En esta copa vemos bendición,
pues Tú bebiste ya la maldición.
Sobre la cruz vertiste, con amor,
sangre preciosa por el pecador.
El pan, la copa, quedarán atrás;
en gloria, emblemas no usaremos más.
Eternamente, ya no como aquí,
adoraremos, ¡viéndote a Ti!
401
1 Corintios 11.23-26
En esta cena del Señor
le recordamos con amor,
sabiendo que muy pronto ya
Jesús vendrá.
Su cuerpo santo Él entregó;
sangre preciosa derramó.
Aunque se fue, no tardará:
Jesús vendrá.
El pan, la copa, nos dejó;
«Memoria haced de Mí», mandó.
Tal vez hoy mismo, ¡sí!, ¿será?
Jesús vendrá.
Mirando atrás con devoción,
volteamos con expectación.
En gloria vive y desde allá
Jesús vendrá.
No siempre así, como hoy, va a ser,
pues al Señor vamos a ver.
Ni pan, ni copa en gloria habrá:
Jesús vendrá.
402
1 Corintios 11.24
Hebreos 13.15
A tu palabra, mi Señor,
humilde vengo aquí,
y en esta fiesta con amor
memoria haré de Ti.
Indigno soy de tal lugar,
pues siempre malo fui,
mas Tú viniste a rescatar
y a libertarme a mí.
Antes perdido me encontré,
mas ya salvado soy;
y de tu amor me acordaré
al darte gracias hoy.
Getsemaní, con su sudor
y copa como hiel;
la cruz con todo tu dolor
y tu agonía cruel.
Tu muerte allí, Señor Jesús,
y la escondida faz
del santo Dios, cuando en la cruz
me procuraste paz.
Sí, aquí, Señor, me acordaré
de todo tu favor,
y con los tuyos cantaré
mis cánticos de loor.
403
Mateo 18.20
Génesis 22.9
Salmo 22.1
Congregados en tu nombre,
invisible, estás aquí.
Eres Dios, y también hombre;
¡oh, Señor!, no hay otro así.
A tu Padre le diremos
de las glorias de tu ser,
aunque poco comprendemos
de lo que Él sí puede ver.
¿Cómo fue que te humillaste
al venir hasta Belén,
y en el Gólgota colgaste,
fuera de Jerusalén?
De tu Padre Hijo amado,
cual Isaac sobre el altar;
por tu Dios desamparado,
sin carnero en tu lugar.
¿Cuánto fue lo que sufriste
en la cruz por nuestro mal?
¿Cómo fue que Tú moriste
siendo Dios, el Inmortal?
En la gloria te veremos
sobre el trono, en majestad,
y, Señor, aprenderemos
más de Ti en la eternidad.
404
1 Corintios 11.28
Isaías 53.5
Obediente a tu mandato,
participa hoy tu grey
de tu cena, y con gozo
acercámonos con fe.
Lo que hiciste en el Calvario
por el pobre pecador,
anunciamos en tu nombre,
recordando tu amor.
Recordando tus angustias,
oh divino Redentor,
y la copa de amargura
que por todo pecador
en el Gólgota apuraste,
soportando tu dolor.
Te loamos y adoramos,
oh bendito Salvador.
Gracias, oh Jesús, te damos,
en tu santa comunión;
en tu gracia disfrutamos
tu clemencia, tu favor.
Tuya fue la cruz, mas nuestra
es la dicha, es el bien.
¡Que la gloria toda sea
tuya para siempre! Amén.
405
1 Corintios 10.16; 1 Corintios 11.23-26
En tu cena nos juntamos
para celebrar, Señor,
tu pasión, angustia y muerte
y ensalzar tu grande amor;
grande amor, grande amor,
y ensalzar tu grande amor.
Redimidos, ya tenemos
por tu muerte comunión.
En el pan te recordamos,
Cristo nuestra salvación;
salvación, salvación,
Cristo nuestra salvación.
En la copa confesamos
que tu sangre es eficaz.
Por tu salvación perfecta
esperamos ver tu faz;
ver tu faz, ver tu faz,
esperamos ver tu faz.
Por tu gracia congregados
en tu paz y con amor,
en espíritu cantamos
siempre a Ti, oh Redentor;
Redentor, Redentor,
siempre a Ti, oh Redentor.
406
Mateo 11.29
Oseas 11.4
Isaías 33.17
Al Calvario en espíritu
venimos, oh Señor,
a meditar y disfrutar
de tu infinito amor.
Allí descansa el corazón
que siente su dolor,
mas goza de la paz con Dios
por Ti, oh Salvador.
¡Oh qué hora oscura de dolor
tu alma padeció!
Tu gracia triunfó por fin;
tu amor al mal venció.
Tus agonías sin igual,
con cuerdas de amor
ligaron nuestro corazón
a Ti, oh Redentor.
Desean nuestros ojos ver
tu frente, oh Salvador,
de espinas no ceñida ya,
sino de luz y honor.
407
Jeremías 31.3
1 Juan 4.19
¿Lejos viniste, oh Amado, para buscarme a mí?
Desde la gloria del cielo vine a buscarte a ti.
De alturas ya invisibles, tras los planetas y el sol,
inmensurable distancia vine por ti en amor.
¿Mucho dejaste, oh Amado, cuando viniste por mí?
Hogar en el seno del Padre; esto dejé Yo por ti.
Tras la canción y homenaje, triste, perdido te vi.
La libertad, luz y gloria: todo dejé Yo por ti.
¿Mucho sufriste, oh Amado, para traerme la luz?
Burla, azotes, espinas, muerte atroz en la cruz.
Ira de Dios, ¡qué tristeza!, su pena cayó sobre Mí;
bajo la vara de enojo, por culpa tuya sufrí.
Y, ¿cuánto tiempo, mi Amado, hace que me amas así?
Antes que el mundo fue hecho, ya mi esposa escogí.
Antes que seres celestes daban excelso loor,
a Dios ofrecí inmolarme. ¡Eterno, eterno mi amor!
408
Mateo 26.26-29
Señor, Tú nos invitas
tu cena a celebrar,
dejando nuestras cuitas,
tu amor a disfrutar.
Tomando nuestra suerte,
tornaste, ¡oh Salvador!,
emblemas de tu muerte
en festival de amor.
Tu cuerpo lacerado
nos trajo salvación;
el pan Tú nos has dado
por santa comunión.
La copa de amargura
bebiste Tú, ¡oh Jesús!,
mas cáliz de dulzura
nos diste por tu cruz.
Ya tu obra consumada
en su totalidad
abrionos una entrada
a tu felicidad.
No solamente vemos
tus hechos, ¡oh Señor!
Ahora conocemos
tu corazón de amor.
409
Juan 1.14
Colosenses 1.15
Filipenses 2.9-11
Eres el Verbo eternal,
Hijo único de Dios;
su manifestación final,
Hijo de su amor.
c
Tú eres digno, oh Señor,
de recibir ferviente loor,
de recibir ferviente loor.
La gloria de tu Padre Dios
en Ti se reveló;
en Ti la plenitud de Dios
en hombre habitó.
Imagen de invisible Dios,
de luz el resplandor;
esencia del Divino Ser
se ve en tu corazón.
Ni ángel puede comprender
misterio tan veraz.
El Padre sólo de tu ser
es de entender capaz.
Amándote en quien su amor
el Padre derramó,
tus miembros gozan del favor
de quien te aceptó.
Del universo entero, su
centro y sol serás.
Los cánticos y el loor
por siempre gozarás.
410
Salmo 45.7-8
Marcos 16.1
Apocalipsis 1.13
Ropaje espléndido, divinal,
es el de mi Señor;
su mirra célica sin igual
mi corazón llenó.
c
Glorias magníficas Él dejó
para buscarme a mí.
Sólo su incomparable amor
le hizo venir aquí.
Su vida tuvo su amargor,
los áloes se ven;
llevó la cruz con su cruel dolor,
espinas en su sien.
También la casia balsámica
en su vestido está;
me quita todas mis lágrimas,
profunda paz me da.
Con ropa hermosa vendrá otra vez,
y todos le verán;
postrándose ante sus santos pies,
los suyos le adorarán.
411
Job 19.25
Salmo 19.14
Redentor, ¡oh qué belleza en tal título se ve!
Cristo sólo, con certeza, digno de llevarlo fue.
Redentor, Redentor, ¡qué alegría tuyo ser!
Redentor, Redentor, ¡qué alegría tuyo ser!
En miseria sumergido, de Satán esclavo fui;
Tú escuchaste mi gemido cuando sin valor me vi.
Redentor, Redentor, Tú me diste libertad.
Redentor, Redentor, Tú me diste libertad.
Cuando en tu celeste gloria al final he de llegar,
y con himnos de victoria tus loores entonar,
Redentor, Redentor, ¡qué alegría celestial!
Redentor, Redentor, ¡qué alegría celestial!
412
Lucas 24.27, 44
La Biblia revela a Cristo.
La ley nos da sombras de Él;
profetas su muerte decían;
los salmos también cual vergel.
c
Velado en carne Él vino;
la vida a Dios consagró.
Él fue al Calvario, varón solitario,
y todas mis culpas borró.
Abel con altar le predijo,
Abraham a su hijo ató,
Moisés ofreció el cordero:
a todos la sangre salvó.
Entonces el Verbo eterno
en carne entre hombres moró.
Al fin señalole el Bautista
y Dios de los cielos habló.
Llevando la cruz tan pesada,
al monte Calvario subió.
Y Dios escondiole el rostro
cuando Él mis pecados cargó.
La muerte no pudo vencerle;
al cielo entonces subió,
de donde espera su pueblo
a Aquel que así les amó.
413
Salmo 118.27
2 Corintios 5.21
Señor Jesús, tomaste mi lugar,
cual víctima ligada en el altar.
Su fuego conseguiste Tú apagar,
Señor, por mí, por mí.
Tu sangre sólo, oh Cristo, es mi virtud;
tu muerte de justicia es mi salud;
pecado hecho a mi similitud,
Señor, por mí, por mí.
Tal como fuiste, Tú eres hoy, Señor,
pues inmutable es tu divino amor.
En gloria vives como Salvador,
Señor, por mí, por mí.
Confío en tu probada caridad.
Sé mi refugio Tú en la tempestad.
Enséñame a gozar de tu amistad,
Señor, a mí, a mí.
414
Mateo 26.36
Juan 19.13
1 Timoteo 3.16
En soledad y oscuridad
en el Getsemaní,
la copa amarga de mi mal
Jesús bebió por mí.
c
En soledad Él padeció allí.
Sufrió, sangró y expiró;
mi Salvador agonizó por mí.
Gabata fue al Redentor
lugar de negación;
la multitud al verle allí,
su muerte reclamó.
En Gólgota, clavado en cruz,
su sangre derramó;
para salvar y darme luz,
Jesús su vida dio.
En gloria ya el Cristo está,
no más en soledad.
Los redimidos gozarán
todos en unidad.
c
¡En gloria ya! Sí, le veré allí;
pues Él me amó y me salvó,
y sé que pronto volverá por mí.
415
Filipenses 2.5-8
1 Corintios 1.30
¿Cómo en su sangre pudo haber
tanta ventura para mí,
si yo sus penas agravé
y de su muerte causa fui?
¿Hay maravilla cual su amor,
morir por mí con tal dolor?
¿Hay maravilla cual su amor,
morir por mí con tal dolor?
¡Hondo misterio! ¡El Inmortal
hacerse hombre y sucumbir!
En vano intenta sondear
tanto prodigio el querubín.
Mentes excelsas, ¡no inquirid!,
y al Dios y Hombre bendecid.
Mentes excelsas, ¡no inquirid!,
y al Dios y Hombre bendecid.
Nada retiene al descender
sino su amor y deidad.
Todo lo entrega: gloria, prez,
corona, trono, majestad.
Ver redimidos es su afán,
los tristes hijos de Adán.
Ver redimidos es su afán,
los tristes hijos de Adán.
Mi alma, atada en la prisión,
anhela redención y paz.
De pronto vierte sobre mí
la luz radiante de su faz.
Cayeron mis cadenas; vi
mi libertad, y te seguí.
Cayeron mis cadenas; vi
mi libertad, y te seguí.
¡Jesús es mío! Vivo en Él,
no temo ya condenación.
Él es mi todo: paz, salud,
justicia, luz y redención.
Me guarda el trono eternal,
por Él, corona celestial.
Me guarda el trono eternal,
por Él, corona celestial.
416
Hebreos 2.9; Hebreos 8.1
1 Timoteo 1.17
A Cristo coronad, divino Salvador,
sentado en alta majestad es digno de loor.
Al Rey de gloria y paz loores tributad,
y bendecid al Inmortal por toda eternidad.
A Cristo coronad, Señor de nuestro amor;
al triunfante celebrad, glorioso vencedor.
Potente Rey de paz el triunfo consumó,
y por su muerte de dolor su grande amor mostró.
A Cristo coronad, Señor de vida y luz;
con alabanzas proclamad los triunfos de la cruz.
A Él, pues, adorad, Señor de salvación;
loor eterno tributad de todo corazón.
417
1 Timoteo 1.17
Efesios 3.21
A nuestro Padre Dios
demos en alta voz gloria a Él.
Al Dios que nos amó de modo que nos dio
al Hijo que murió, ¡gloria a Él!
A nuestro Salvador
rindamos con fervor gloria a Él.
Su sangre derramó, con ella nos lavó,
el cielo nos abrió: ¡gloria a Él!
Por el Consolador
que dionos el Señor, ¡load a Dios!
Mora en la eternidad la santa Trinidad:
¡hermanos, alabad al trino Dios!
418
Gálatas 4.6
Romanos 8.15
Lucas 15.22
¡Abba, Padre! Te adoramos
en el nombre de Jesús.
Dios y Padre te llamamos,
hechos hijos de la luz.
Ya del juicio libertados
por la sangre del Señor,
y por Él reconciliados,
disfrutamos de tu amor.
Pródigos un tiempo fuimos,
y alejados del hogar.
Mas tu voz de amor oímos,
pues quisístenos llamar.
Por Jesús nos perdonaste
y nos allegaste a Ti.
Nos besaste, y nos sentaste
en tu comunión aquí.
Por tu mano revestidos
del ropaje de salud,
en tu casa recogidos
por tu gran solicitud;
redimidos y lavados
por la sangre de Jesús,
restaurados, bien amados,
hechos hijos de la luz.
¡Abba! Todos te alabamos,
muy contentos de saber
que los bienes que gozamos
claro dan a comprender
que Tú encuentras complacencia
en mostrarnos tu favor.
Y por tal benevolencia
te alabamos con fervor.
419
Salmo 145.7
Romanos 15.9-12
Cristo siempre digno fuiste
de obtener cordial loor,
que el amor que nos tuviste
joya es de tan gran valor.
Todos juntos te rendimos
gracias por tu caridad;
que en tu santa vida vimos
revelada la verdad.
En tu muerte soportaste
toda nuestra maldición,
cuando Tú nos demostraste
tu divino corazón.
Alabanzas excelentes
son las que has de recibir
por tus glorias esplendentes,
ahora y en lo porvenir.
¡Alabadle, alabadle!
¡Santos, vuestra voz alzad!
Fervorosos, adoradle
por su sin igual bondad.
420
Romanos 8.32-34
Isaías 1.24
Lucas 11.22
Bendito nuestro Dios
que nos ha dado el Hijo de su amor,
el don que incluye todo otro don.
¡Bendito nuestro Dios!
¿Qué bien no nos dará,
que dio sin precio su inefable don,
don despreciado por el pecador?
¿Qué bien no nos dará?
¡Ni al Hijo perdonó!
Verdad que aquieta todo mi temor
y vence la naciente rebelión.
¡Ni al Hijo perdonó!
¿Quién nos condenará?
Jesús murió, resucitó y subió,
y aboga por nosotros hoy con Dios.
¿Quién nos condenará?
Nos justifica Dios.
Tal gracia, ¿quién la puede revocar,
o quién los grillos vuelve a colocar?
Nos justifica Dios.
Nuestro es el triunfo ya.
El Fuerte de Israel se presentó,
luchó y venció. La muerte cautivó;
nuestro es el triunfo ya.
421
Lucas 7.37-38
Apocalipsis 22.17
Contémplote, Señor Jesús,
y al ver tu gran bondad
entiendo con más clara luz
cuán grande es mi maldad.
¡Cuán poderoso el gran amor
que de la gloria allí
te trajo para el pecador,
te trajo para mí!
Me maravillo al contemplar
tu vida terrenal,
y al ver tu afán en libertar
al hombre de su mal.
Mas, ¡oh qué triste galardón
te dan, Señor Jesús!
Recházante, y por baldón
te clavan a la cruz.
Te espero, y ¡qué gozo das!
Tú triunfas, mi Señor;
y de la tumba al cielo vas
con majestad y honor.
Te espero aún y clamo, «Ven,
contigo quiero estar.
Con huestes célicas también
deséote adorar».
422
Cantares 1.3
Salmo 138.2
Cual mirra fragante que exhala en redor
su rico perfume, suavísimo olor,
tu nombre, oh mi Amado, en mi corazón
infunde alegría y satisfacción.
Cual voz conocida, si escucha el viador
perdido en el bosque, le inspira valor,
tu nombre me anima, haciendo saber
en donde el descanso se puede obtener.
Cual faro avistado, distante en el mar,
por náufrago a punto de desesperar,
tu nombre, trayendo mensaje de paz,
el corazón llena de dulce solaz.
Cual luz que, brillando en alto fanal,
al nauta en la noche señala el canal,
tu nombre, esparciendo benéfica luz,
al puerto celeste me guía, Jesús.
Jesús, tierno nombre de precio y valor,
tu nombre bendito, Jesús Salvador,
por cima de todos, sin par, sin igual,
exhala fragancias de amor celestial.
423
1 Timoteo 6.15-16
Mateo 17.1-9
Del homenaje y del honor,
de toda nuestra adoración,
sólo eres digno, Salvador,
tema de celestial canción.
A Ti queremos alabar.
Indignos somos del honor,
pues nadie puede tributar
lo que mereces, oh Señor.
De vida Tú eres manantial;
contigo está la clara luz.
Amor divino y eternal
se encuentra en Ti, Señor Jesús.
Anticipamos, Salvador,
el día de tu reino aquí,
en que te rendiremos loor,
viendo en la gloria sólo a Ti.
424
Salmo 8.5
Apocalipsis 4.11; 5.12
¡Digno, digno, digno, Señor Jesús, Tú eres!
Cuando nadie al Padre podía contentar,
Tú viniste al mundo, y en la cruz muriendo,
la obra redentora pudiste consumar.
¡Digno, digno, digno! Te vemos coronado,
pero no de espinas del mundo pecador.
Nos regocijamos que Tú que nos salvaste
tienes ya corona de gloria y de honor.
¡Digno, digno, digno! En breve los ancianos
sus coronas te echarán del trono en derredor.
Te darán la gloria, la honra y la potencia,
porque Tú eres solo de todo el Creador.
¡Digno, digno, digno! Un cántico celeste
todos los salvados darán a una voz:
«Inmolado fuiste, y los has redimido
de los pueblos todos y lenguas para Dios».
Digno en tu persona y digno en tus obras;
la creación del mundo y tu grande redención.
Digno, siempre digno, aquí te tributamos
nuestras gratitudes de todo corazón.
425
Hebreos 10.21; Hebreos 13.15
En Cristo habiendo hallado pontífice real,
por Él a Dios llegamos con libertad filial,
y siendo su santuario el único lugar
en donde a nuestro Padre podemos alabar.
Con júbilo venimos, con himnos de loor.
Alegres celebramos las glorias del Señor,
perfumes difundiendo de suave adoración,
al que fue siempre digno de toda bendición.
Pontífice divino tenemos en Jesús;
gozosos nos hallamos en su celeste luz.
Y nuestros sacrificios de gracias y loor
en coro alegre suben por Cristo a Ti, Señor.
Honor y excelsa gloria te damos, nuestro Dios;
de corazones gratos es eco nuestra voz.
¡Oh santo Dios y Padre, perfecto es tu saber!
¡Augusto y ensalzado, oh Tú, supremo Ser!
426
Apocalipsis 4.11; Apocalipsis 5.9, 12; Apocalipsis 19.1-8
Es digno nuestro Salvador
de nuestra adoración.
Venid, cantemos su loor
de todo corazón.
c
Ensalcemos a Jesús,
aclamemos con júbilo:
¡Aleluya, aleluya, aleluya! Amén.
Jesús es digno del amor
de los que redimió.
Es digno de una vida fiel
de celo y devoción.
Si somos salvos por Jesús,
debemos elevar
un cántico de gratitud
y culto sin cesar.
427
Apocalipsis 5.12
Lucas 9.51
Gloria sea, gloria eterna, a Jesús, al que murió,
al que por amor perfecto su preciosa vida dio.
¡Gloria sea, gloria sea, a aquel que nos rescató!
¡Gloria sea, gloria sea, a aquel que nos rescató!
Sí, su amor es verdadero, nada lo podrá falsear.
Firme anduvo hasta el madero; nunca pudo vacilar.
¡Gloria sea, gloria sea, al que así nos supo amar!
¡Gloria sea, gloria sea, al que así nos supo amar!
Celebremos esa historia consumada con la cruz.
Cantaremos siempre: «Gloria sea a Ti, Señor Jesús».
¡Aleluya, aleluya, al que mora en alta luz!
¡Aleluya, aleluya, al que mora en alta luz!
428
Gálatas 6.14
1 Corintios 2.8
2 Corintios 8.9
La cruz sangrienta al contemplar
do el Rey de gloria padeció,
riquezas quiero despreciar
y a la soberbia tengo horror.
Mi gloria y mi blasón serán
la cruz de Cristo mi Señor,
y lo que di a la vanidad
ya le dedico con amor.
Sus manos, su costado y pies
de sangre manaderos son,
y las espinas de su sien,
mi aleve culpa las clavó.
Cual vestidura regia allí,
la sangre cubre al Salvador;
y pues murió Jesús por mí,
por Él al mundo muero yo.
¿Y qué podré yo darte a Ti
a cambio de tan grande don?
Es todo pobre, todo ruin;
toma, oh Señor, mi corazón.
429
Hebreos 6.18; Hebreos 9.11-14
1 Corintios 9.25
Ni sangre hay, ni altar; cesó la ofrenda ya;
no sube llama ni humo hoy, ni más cordero habrá.
Empero ¡he aquí la sangre de Jesús,
que quita la maldad y al hombre da salud!
Con gratitud, Señor, la sangre veo brotar
que dio la paz al pecador, triunfando en su lugar.
Gran triunfo sobre el reino de Satán:
ni queda un enemigo, ni otra lucha habrá.
Con gratitud, Señor, tu gracia acepto yo,
que sobrepuja nuestro mal. Del Padre es este amor;
amor del Hijo eterno que murió;
y amor del Santo Espíritu, del Trino Dios.
Con gratitud, Señor, acójome a trabar
de la esperanza que nos das, cual ancla, firme está
del velo adentro, donde el Precursor
entró, y hoy vive por nosotros ante Dios.
Con gratitud, Señor, corona espero yo.
De vida y gloria ceñirás a cada vencedor.
Ningún laurel marchito el Juez dará,
mas como el trono eterno de Jehová será.
430
Efesios 3.19, 21
1 Juan 4.10
¡Oh! ¿quién jamás pudo expresar tu amor,
o sondear la hondura, oh Salvador,
del manantial en el Divino Ser,
o la extensión, o grande altura ver, de tal amor?
¿Quién pudo amor tan vasto conocer?
El cielo no lo pudo contener,
mas hasta nuestro mundo rebosó,
pues al morir en cruz Jesús mostró de Dios amor.
¿Quién pudo cabalmente dar loor
al Dios Omnipotente y Salvador,
que fuese digno de tan grande amor?
El culto que rendimos al Señor, ¡cuán débil es!
Mas tu condescendiente caridad
nos muestra que la gran benignidad
que abrigas en tu tierno corazón
sabrá la voz de nuestra adoración avalorar.
Mas cuando en pura luz tu Iglesia ve
su Amado faz a faz (ya no por fe),
entonces, en sus himnos de loor,
el culto digno de tan grande amor resonará.
431
1 Pedro 2.24
Isaías 53.6
Gálatas 2.20
¡Qué carga inmensa, oh Señor, fue impuesta sobre Ti!
Tú padeciste por amor el mal que merecí,
cuando en la cruz, Señor Jesús,
moriste en vez de mí.
Cáliz de muerte y maldición henchido para mí,
tomaste con resignación, bebiéndolo por mí,
y su amargor volvió tu amor
en bendición por mí.
Su santa vara Dios blandió, hiriéndote a Ti;
Dios mismo te desamparó, para ampararme a mí.
Tu sangre, en don de expiación,
vertiste Tú por mí.
De Dios la cólera estalló, cayendo sobre Ti;
el rostro Dios de Ti apartó, para aceptarme a mí.
Por tu dolor, Jesús Señor,
no hay ira para mí.
Por mí, Señor, moriste Tú; por tanto en Ti morí.
Tú vivo estás y vivo yo; no hay muerte para mí.
Y por tu honor ¡oh Salvador!
hay gloria para mí.
432
Isaías 6.3
Apocalipsis 4.8
¡Santo, santo, santo! Señor omnipotente,
siempre el labio mío loores te dará.
¡Santo, santo, santo! Te adoro reverente,
Dios en tres personas, bendita Trinidad.
¡Santo, santo, santo! En numeroso coro
santos escogidos te adoran sin cesar,
de alegría llenos, y sus coronas de oro
rinden ante el trono y el cristalino mar.
¡Santo, santo, santo! La inmensa muchedumbre
de ángeles que cumplen tu santa voluntad
ante Ti se postra, bañada de tu lumbre;
ante Ti que has sido, que eres y serás.
¡Santo, santo, santo! Por más que estés velado,
e imposible sea tu gloria contemplar,
santo Tú eres solo, y nadie hay a tu lado,
en poder perfecto, pureza y caridad.
¡Santo, santo, santo! La gloria de tu nombre
vemos en tus obras en cielo, tierra y mar.
¡Santo, santo, santo! Te adorará todo hombre;
Dios en tres personas, bendita Trinidad.
433
Salmo 42.7
Jonás 2
Marcos 15.34
Señor, nos recordamos de tu pasión aquí,
cual sustituto santo, sufriendo tu alma así.
El cáliz de amargura, con plena sumisión,
Tú mismo lo agotaste, Señor, ¡qué redención!
Las olas vengadoras de cólera penal
por sobre Ti pasaron con peso judicial;
y tu alma sumergida probó la maldición
debida a los perdidos por nuestra salvación.
Sabemos que tu muerte quitó la acusación
en contra del pecado; ¡qué grande expiación!
Mas, ¿cuál no fue el tormento que tu alma allá sufrió,
cuando el divino rostro de Ti Dios apartó?
Y, ¿quién dirá qué gozo el Padre en Ti sintió
en ese mismo instante en que Dios te dejó?
Mas a su diestra ahora sentado en gloria estás,
do esperas el momento en que Tú volverás.
434
Juan 20.29
1 Corintios 10.16-17; 1 Corintios 11.23-26
Aquí tu rostro puedo ver, Señor;
a lo invisible alcanza aquí la fe.
De nuevo abrazo aquí tu inmenso amor,
y mi solicitud en Ti echaré.
Aquí del pan partido tomaré
y de la copa de tu comunión.
El nombre de mi Dios invocaré,
gozándome en la paz de salvación.
La culpa del pecado mía fue,
mas tuya fue la sangre de la cruz.
Por ella y tu justicia tengo, sé,
perdón, vestido y paz, Señor Jesús.
Sólo en tu brazo eterno confiaré;
no tengo apoyo más que en Ti, Señor.
Está mi fortaleza en tu poder;
basta de veras, basta, ¡oh Redentor!
Nos levantamos de la cena aquí;
la fiesta pasa, mas no así el amor.
Todo se va, mas Tú te quedas, sí,
cerca, muy cerca, amado Salvador.
435
Hebreos 2.14
Apocalipsis 19.12
¡Triunfo, triunfo! Cantemos la gloria
del Rey poderoso, por cuya victoria
quedó abolido el poder de la muerte.
El fuerte vencido por uno más fuerte:
Jesús vencedor, y vencido Satán.
El Crucificado, por Dios coronado,
Señor glorioso será proclamado.
Daranle honores, dominio y grandeza
los siglos futuros, eterna realeza
de que ya es digno y muy pronto tendrá.
Su frente celeste ciñendo corona,
los hombres honrando su santa persona,
el cetro terrestre en breve empuñando,
en paz le veremos cual rey dominando
en cielos y tierra el reino de Dios.
436
Salmo 2
Apocalipsis 17.14; Apocalipsis 19.16
¡Ved a Cristo, ser de gloria!,
es del mundo el vencedor.
De la guerra vuelve invicto;
todos deben darle loor.
c
Coronadle, coronadle,
coronadle Rey de reyes.
Homenaje tributadle,
tributad al Salvador.
Pecadores se burlaron,
despreciando al Salvador,
mas los santos redimidos
hoy proclámanle Señor.
Exaltadle, exaltadle;
ricos triunfos trae Jesús,
en los cielos entronado
en la refulgente luz.
Escuchad las alabanzas
que se elevan hacia Aquel
que por nos fue inmolado.
Dad loores a Emanuel.
437
Marcos 15.34
Juan 19.30
Gálatas 6.14
Ved al divino Salvador
en la cruz, en la cruz,
morir en vez del pecador
en la cruz, en la cruz.
Gimiendo triste clama así:
«Eloi, ¿lama sabactani?»
¡Oh ved cuál agoniza allí,
en la cruz, en la cruz!
La gran batalla Él peleó
en la cruz, en la cruz.
Victoria plena consiguió
en la cruz, en la cruz.
Del hondo abismo cerca ya,
Él dice: «Consumado está»,
y al Padre Dios su vida da
en la cruz, en la cruz.
La triste historia cantaré
de la cruz, de la cruz.
Tan sólo me gloriaré
en la cruz, en la cruz.
Perdón y paz poseo yo,
allí do Cristo padeció;
do Él por mí la vida dio
en la cruz, en la cruz.
438
Salmo 22.12-21
Rostro divino, ensangrentado,
cuerpo llagado por nuestro bien.
¡Señor!, llevaste cuántos dolores
de pecadores que así te ven.
Manos preciosas tan lastimadas,
por mí clavadas en una cruz.
En este valle mis pasos guía;
sé mi alegría, mi norte y luz.
Bello costado en cuya herida
halla la vida la humanidad.
Fuente amorosa de un Dios clemente,
voz elocuente de caridad.
Tus pies heridos, ¡Cristo paciente!,
yo, delincuente, los taladré.
Por Ti salvado, ya bendecido
y agradecido, te adoraré.
¡Crucificado en un madero,
manso Cordero, muerto por mí!
¡Oh! guarda mi alma, que en Ti reposa,
siempre dichosa cerca de Ti.
439
1 Pedro 1.19
Hebreos 4.15
Juan 17.24
Venid, hermanos, celebrad
las glorias y la dignidad
de Cristo, el Salvador.
Pues Él en todo es sin igual
y, con el coro celestial,
debemos darle loor.
¡Qué sangre más preciosa dio,
cuando Él del juicio rescató
al pobre pecador!
Y ¡oh, qué grande perfección
los cubre a los que salvos son
por Él en su favor!
Y cuando débiles están,
socorro en Él encontrarán;
pontífice es Él.
Y, si el creyente peca, ya
Jesús por él abogará,
cual abogado fiel.
Veremos pronto al Salvador,
pues volverá con mucho ardor
su Iglesia a transportar.
Entonces por la eternidad
celebraremos su bondad,
con gozo sin cesar.
440
Lucas 2.7; Lucas 23.33
Isaías 53.3
Vedle nacer, ¡oh qué maravilla!,
no en palacio de un gran señor;
hasta en pesebre Cristo se humilla,
¡cuánto le cuesta ser Redentor!
c
Vedle nacer en un establo,
viene buscando al pecador.
Vedle morir en el Calvario,
¡cuánto le cuesta ser Redentor!
Hijo de Dios, Señor de señores,
burla y desprecio Él padeció.
Cristo Jesús, Varón de Dolores,
¡cuánto le cuesta ser Redentor!
Ved cómo muere entre ladrones,
puesto en la cruz como un malhechor;
Cristo su vida da por los hombres,
¡cuánto le cuesta ser Redentor!
441
Isaías 40.11; Isaías 53.3
1 Corintios 15.55
Alabanzas demos al Redentor nuestro;
santos todos, proclamad su loor.
Oh cantadle, ángeles todos en gloria,
a su nombre dad celestial honor.
Cual Pastor, Jesús cuidará a su pueblo,
todo el día los llevará en su amor.
Santos que moráis en su augusta presencia,
alabadle con voz y corazón.
Alabanzas demos al Redentor nuestro;
nuestras culpas Él por su sangre expió.
Su pasión es nuestra eternal esperanza;
adorad a Cristo que en cruz murió.
El Señor, sufriendo dolor y angustia,
con espinas se dejó coronar;
por nosotros fue despreciado, humillado;
Rey de gloria, vedle triunfante ya.
Alabanzas demos al Redentor nuestro;
tierra y cielo, honores a Él traed.
Cristo salva y reina por siglos de siglos,
el Profeta, Gran Sacerdote y Rey.
Ya la tumba por siempre está vencida,
¿dónde, oh muerte, se halla tu aguijón?
¡Cristo vive! Nos ha traído alegría.
¡Cristo vive! ¡Glorioso Salvador!
442
Mateo 26-27
Marcos 14-15
Lucas 22-23
¡Qué grande carga, oh Salvador,
llevaste Tú por mí!
Prueba suprema de tu amor,
sufriendo afrentas mil.
c
Nunca me olvidaré de Ti,
de tu agonía en Getsemaní,
ni del Calvario do por mí
sufriste, oh Salvador.
El enemigo en su furor
procura hacerte mal;
y los soldados sin razón
muestran su crueldad.
Mofa de Ti la multitud,
y el sacerdocio allí
se une con ella en plenitud
de odio y maldad tan vil.
Mas cual cordero así sufrió
por nuestra iniquidad;
la copa amarga Él apuró
por nos en su bondad.
Y ahora cerca de tu cruz
quisiéramos quedar;
gracias, Señor, por la salud
que Tú por ella das.
443
Salmo 22; Salmo 31; Salmo 69
Isaías 53.2
Cabeza ensangrentada,
cubierta de sudor,
de espinas coronada
y llena de dolor.
¡Oh celestial cabeza,
tan maltratada aquí,
de sin igual belleza,
yo te saludo a Ti!
Te admiro rostro herido,
espejo de bondad,
aunque en Ti han escupido
con infernal maldad.
¿Quién se atrevió, mi vida,
con loco frenesí
y saña fratricida
a escarnecerte así?
Cubrió tu noble frente
la palidez mortal,
cual velo transparente,
de tu sufrir señal.
Cerrose aquella boca,
la lengua enmudeció;
la fría muerte toca
al que la vida dio.
Señor, lo que has llevado
yo sólo merecí;
la culpa que has pagado
al Juez, yo la debí.
Mas mírame; confío
en tu cruz y pasión;
otórgame, bien mío,
perfecta salvación.
444
Mateo 27.33
1 Corintios 1.18
Gálatas 6.14
En el monte Calvario estaba una cruz,
emblema de afrenta y dolor.
Mas yo amo a Jesús, que murió en la cruz
por salvar al más vil pecador.
c
Gloriareme sólo en la cruz,
en sus triunfos mi gozo será;
y en el día de eterna salud
mi corona Jesús me dará.
Y aunque el mundo desprecie la cruz de Jesús,
para mí tiene suma atracción,
pues en ella llevó el Cordero de Dios
de mi alma la condenación.
En la cruz de Jesús do su sangre vertió,
hermosura contemplo sin par,
pues en ella triunfante a la muerte venció,
y mi ser puede santificar.
Yo quisiera seguir en pos de Jesús,
y su menosprecio llevar,
y algún día feliz con los santos en luz,
en la gloria con Él he de estar.
445
Lucas 2.7; Lucas 23.33, 53; Lucas 24.6, 51
Un día que el cielo sus glorias cantaba,
un día que el mal imperaba más cruel,
descendió Cristo y nació de una virgen,
y aquí morando mi ejemplo fue Él.
c
Vivo, me amaba; muerto, salvome;
y en el sepulcro mi mal enterró.
Resucitado es mi eterna justicia;
un día Él viene, pues lo prometió.
Un día lleváronle al monte Calvario,
un día claváronle allí en la cruz.
Pena y dolores sufrió y la muerte,
por redimirme, potente Jesús.
Un día dejáronle solo en el huerto;
un día la tumba su cuerpo abrigó.
Ángeles sobre Él guardaban vigilia,
mientras el Dueño del mundo durmió.
Un día la tumba ocultarle no pudo,
un día su espíritu al cuerpo volvió;
y de la muerte ya había triunfado,
y a la diestra de Dios se sentó.
446
Salmo 19.1
Job 36.26 1 Timoteo 1.15
Señor mi Dios, al contemplar los cielos,
el firmamento y las estrellas mil,
al oír tu voz en los potentes truenos,
y ver brillar el sol en su cenit,
c
Mi corazón entona la canción:
«¡Cuán grande es Él, cuán grande es Él!»
Mi corazón entona la canción:
«¡Cuán grande es Él, cuán grande es Él!»
Al recorrer los montes y los valles,
y ver las bellas flores al pasar,
al escuchar el canto de las aves,
y el murmurar del claro manantial,
Cuando recuerdo del amor divino
que desde el cielo al Salvador envió,
aquel Jesús, que por salvarnos vino
y en una cruz sufrió, por mí murió,
Cuando el Señor me llame a su presencia,
al dulce hogar, al cielo de esplendor,
le adoraré, cantando la grandeza
de su poder y de su gran amor.
447
Lamentaciones 3.19
Lucas 22.44
Salmo 42.7
Ve a Cristo, alma fiel,
Él por ti bebió la hiel.
Tu rescate Él compró
y del mal te libertó.
Maravilla de su amor,
se humanó el Salvador.
Medita en Getsemaní;
sudor cual sangre cae allí.
Ve las olas avanzar
su alma santa a llenar.
Enteramente a Él cayó
la ira que a mí tocó.
Adorémosle con fe;
Él es digno yo lo sé.
Toma, Señor, mi corazón
comprado por tamaño don.
448
1 Timoteo 1.12-17
Gloria a Ti, Altísimo Señor,
¡mi Salvador!
Sentado en alta majestad y honor,
¡te doy loor!
Tu pueblo al disfrutar tu plenitud
eleva su profunda gratitud.
Triste la noche; angustia y gran dolor,
¡Getsemaní!
Cual sangre son las gotas de sudor
que caen allí.
¿La voluntad del Padre es para Ti
beber la copa amarga en vez de mí?
De espinas coronado en la cruz,
¡qué crueldad!
Oh, ¿por qué a mí mostrar, Señor Jesús,
tan gran bondad?
¡Cuánto quisiera mi alma comprender
amor tan vasto en tu divino ser!
Tu sangre tan preciosa en expiación
vertiste allí
para salvarme de la perdición;
¡loor a Ti!
Nada podrá cambiar tu gran favor,
ni separarme de tu eterno amor.
Inagotable cual inmenso mar
tu amor por mí.
Profundo amor, que no podré sondear,
encuentro en Ti.
Cuando a tus pies en gloria estaré,
por el Calvario aún te alabaré.
449
Lucas 7.38; Lucas 10.39
Apocalipsis 1.17
¿Quién es Él que con baldón
nace fuera del mesón?
c
Es Jesús, ¡oh qué historia!
Es Jesús, el Rey de gloria.
A sus pies es mi lugar,
alabando sin cesar.
¿Quién es Él que ora así,
postrado en Getsemaní?
¿Quién es Él por hombres mil
levantado en cruz tan vil?
¿Quién, pues, al resucitar,
con poder puede salvar?
¿Quién es Él que bajará,
y todo ojo le verá?
450
2 Corintios 4.6; 2 Corintios 9.15
Hebreos 10.20
A Dios sea la gloria, al mundo Él dio
al Hijo bendito, que por nos murió;
expió los pecados de quien en Él cree,
abrionos la senda hacia Dios por la fe.
c
¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios!,
que de tal modo amó
al que lejos de Él en pecado se halló.
Venid por el Hijo al gran Dios Salvador,
y dadle la gloria por tan grande amor.
La sangre de Cristo la obra efectuó,
para todo creyente perdón alcanzó.
Si en Cristo confía el más vil pecador,
perdón en el acto le otorga el Señor.
Inmensa la obra de Cristo en la cruz;
enorme la culpa se ve por su luz.
Al mundo Él vino, nos iluminó,
y por nuestras culpas el Justo murió.
451
Apocalipsis 4.11; Apocalipsis 5.12
Salmo 18.3
Yo te amo, Señor, y eres mío, lo sé;
mi Roca y Castillo, seguro estaré;
mi gran Redentor, y mi Amado también.
Diré: «Tú eres digno, Tú sólo. Amén».
Me amaste mucho antes que te amara yo;
tu muerte en la cruz mi perdón alcanzó.
Espinas tan crueles llevaste en tu sien.
Diré: «Tú eres digno, Tú sólo. Amén».
En vida te amo, o muriéndome esté;
y mientras respire, a Ti cantaré.
Con pálido rostro y sudor en la sien,
diré: «Tú eres digno, Tú sólo. Amén».
Muy pronto los cielos se iluminarán,
los hijos del Padre a su hogar subirán.
Llevando tu imagen, y gloria en mi sien,
diré: «Tú eres digno, Tú sólo. Amén».
452
Salmo 45.2
Cantares 1.16
Dulzura sin igual allá
se ve en el Salvador.
El que murió, sentado está
en majestad y honor,
en majestad y honor.
Ningún mortal jamás podrá
con Cristo comparar.
Él es el más hermoso allá,
que en gloria he de mirar,
que en gloria he de mirar.
Me vio hundido en aflicción,
me vino a rescatar.
Por mí sufrió crucifixión,
llevando mi pesar,
llevando mi pesar.
Le debo todo lo que soy;
me alegra el corazón.
La muerte no me asusta hoy:
habrá resurrección,
habrá resurrección.
Por tal bondad le soy deudor;
quisiera hoy poder
mil corazones, al Señor,
en gracias ofrecer,
en gracias ofrecer.
453
Juan 19.35; Juan 20.29
No vimos cuando Tú, Señor,
dejaste el trono celestial;
y nunca fuimos, Salvador,
a tu pesebre terrenal.
Pero sabemos que es verdad:
aquí naciste en humildad,
aquí naciste en humildad.
Jamás entramos al hogar
del carpintero en Nazaret;
y no te vimos caminar
a orillas del Genesaret.
Pero sabemos que es verdad:
velaste tu divinidad,
velaste tu divinidad.
No te pudimos escuchar
orando en el Getsemaní;
y no te oímos exclamar:
«Elí, ¿lama sabactani?».
Pero sabemos que es verdad:
moriste por la humanidad,
moriste por la humanidad.
La tumba no pudimos ver
después de tu resurrección;
y no te vimos ascender
después de dar tu bendición.
Pero sabemos que es verdad:
sentado estás en majestad,
sentado estás en majestad.
Sí, te veremos, oh Señor,
pues prometiste regresar;
y te esperamos, Salvador,
morada fuiste a preparar.
Nos gozaremos, en verdad,
contigo por la eternidad,
contigo por la eternidad.
454
Lucas 22.19
1 Corintios 11.25
Señor, la misma noche de angustia y de dolor,
cuando entregado fuiste por mano del traidor,
tu dulce voz oímos: «Memoria haced de Mí».
Con gratitud queremos memoria hacer de Ti.
Pensamos en las horas de negra oscuridad,
las olas y las ondas, ¡Señor, qué tempestad!
Tu inmenso amor y gracia se demostró allí.
Deseamos, conmovidos, memoria hacer de Ti.
Te vemos exaltado por tu resurrección;
cabeza de tu Iglesia, gloriosa posición.
Por gracia en Ti aceptos, rodeámoste aquí.
Sublime el privilegio memoria hacer de Ti.
Y hasta que Tú vengas tu Iglesia a arrebatar,
a compartir tu gloria y en tu presencia estar,
tal gozo anticipando, queremos hoy así,
tu muerte anunciando, memoria hacer de Ti.
455
Juan19.17-18
Isaías 53.7
Hebreos 12.2
Rechazado por todos Jesús salió,
llevando su cruz.
Y a la cumbre del Gólgota Él subió,
llevando su cruz.
Cual oveja delante del trasquilador,
en silencio estuvo por mí el Señor,
llevando su cruz.
c
¡Oh, qué maravilla!
¿Puede ser que Él por mí la llevó?
¡Oh, qué maravilla!
Sí, por mí la cruz llevó.
Aunque supo Él bien que tendría dolor
llevando su cruz.
El castigo llevó con un santo ardor,
llevando su cruz.
Pues la cruz tan pesada no se igualó
al pecado y al juicio que allí cargó,
llevando su cruz.
No habrían podido tomarle allí,
llevando su cruz;
mas su voluntad era morir así,
llevando su cruz.
Él puso la vida, y volviola a tomar,
y el gozo propuesto pudo estimar,
llevando su cruz.
Toda carga se fue que tomó aquel día,
llevando su cruz,
y jamás volverá por la misma vía,
llevando su cruz.
Al verle en la gloria del porvenir
las gracias daré que salió a morir,
llevando su cruz.
456
Mateo 26.36
Lucas 22.39, 42
Juan 18.2
Getsemaní, el huerto frecuentado,
donde Jesús solía orar a Ti;
¡tantos momentos Él había gozado
contigo, oh Dios, en comunión allí!
Getsemaní: «la prensa del olivo»;
el nombre mismo expresa la verdad,
que allí Jesús, sin plan alternativo,
sintió el peso de tu voluntad.
Getsemaní, por Judas conocido,
y desde allí llevaron a Jesús
al tribunal tan vil y corrompido
que sentenció su muerte en la cruz.
457
Mateo 26.36-46
Venid, oh, venid al jardín,
donde Cristo ahora ha entrado,
y por su dolor ved, con gran horror,
cuán feo es el pecado.
c
Por vosotros fue, sí, y fue por mí
que agonizó Él allí.
En mi favor su gran amor
costole Getsemaní.
¡Venid una hora a velar!
Él desea la compañía
en la soledad y oscuridad,
la noche de agonía.
Venid y escuchad su clamor:
«Si posible es, oh, retira
en la gran bondad de tu voluntad
la copa de tu ira».
Venid y pasmados quedad
hasta haber de Dios aprendido
en el estertor y mortal sudor
del Salvador rendido.
Venid, apuraos, seguid,
vendido y traicionado,
el Señor Jesús en la cruenta cruz
su vida ha entregado.
c
Por vosotros fue, sí, y fue por mí
que agonizó Él allí.
En mi favor tomó el Señor
la copa en Getsemaní.
458
Hebreos 12.2
1 Tesalonicenses 4.17
¡Ven, levántate, mi alma!
Pon tu mira en Jesús;
ve sentado en la gloria
al que padeció la cruz.
En trascendental justicia,
Cristo en suma gloria está;
y su sangre da derecho
de ir adentro y adorar.
Tus pecados y tus culpas,
Cristo en la cruz llevó;
Dios en Él las ha cargado,
y perfecta paz te dio.
Dios te lleva a su morada.
Endereza para ti
una fiesta, y te invita
a gozar con Él allí.
Todo es paz, sí, para siempre
en el círculo de amor
donde el Padre es conocido
en su gracia y gran favor.
«Para siempre», ¡qué palabras!
Con y como el Señor;
nada puede apartarnos
del amor del Salvador.
459
Isaías 53.11
Hebreos 1.1-4
Buscar la tonada
Refulgente, trascendente, con eterna riqueza.
Humildad, humanidad; fue al lugar de pobreza.
Puso su faz, siendo tan capaz, con su gloria velada.
Por creer en el Santo Ser, su vida nos es dada.
Voluntario, solitario, sin ninguna ayuda.
Desde arriba cayó encima toda la justa ira.
Encargado con mi pecado, ¡oh, el castigo divino!;
despreciado, abandonado, por eso el Salvador vino.
Su voluntad de eternidad, hasta la cruz del Calvario;
Él por mí fue allí, mi cordero vicario.
Él murió y padeció, el Justo por el injusto.
Cuánto le amo y proclamo: «¡Él es mi gran sustituto!»
Él me amó y se entregó a Sí mismo en pago.
Satisfecho, ya es hecho, alabanzas le traigo.
Bajo el juicio, el sacrificio Dios lo ha aceptado.
Resucitó y ascendió; está a la diestra sentado.
¡Oh! la gloria de su victoria, cómo me da reposo.
En su amor, mi Señor me llena de paz y gozo.
Hijo soy, al cielo voy; Dios es mi Padre siempre.
Por su gracia, Él me sacia hoy y eternamente.
460
Salmo 85.10
Efesios 3.19
1 Juan 1.5; 1 Juan 4.7
El amor de Dios es grande;
no podrá jamás cesar;
más aumenta, más se expande
cuanto más le dan lugar.
A pesar de ser tan santo,
da perdón al pecador,
y el vigor de nuestra vida
nos es dado en ese amor.
Demostró la cruz de Cristo
que era Dios un Dios de amor
y de luz, que allí se ha visto
esplendente cual albor.
La eternal justicia hallaba
en la cruz satisfacción,
a la par que Dios mostraba
su clemente corazón.
¡Oh qué triunfo más brillante!
En el cielo un hombre entró,
y es allá representante
de su pueblo a quien salvó.
Santo amor fue revelado
por el hecho de la cruz,
y Jesús ha demostrado
su justicia en plena luz.
Sí, descansan los creyentes,
viendo en gloria a su Señor.
Paz y gozo permanentes
tienen por su fiel amor.
Y los fuertes eslabones
–simpatía y comunión–
unen ya los corazones
con los que de Cristo son.
461
Juan 19.25
Lamentaciones 1.12
¡Dulces momentos consoladores
los que yo paso junto a la cruz!
Allí sufriendo crueles dolores
veo al Cordero, Cristo Jesús.
Veo los brazos de su amor abiertos
que me convidan llegar a Él.
Y haciendo suyos mis desaciertos,
por mí sus labios gustan la hiel.
Veo su angustia ya terminada,
hecha la ofrenda de expiación;
su noble frente, mustia, inclinada,
y consumada mi redención.
¡Dulces momentos, ricos en dones
de paz y gracia, de vida y luz!
Sólo hay consuelos y bendiciones
cerca de Cristo, junto a la cruz.
462
Mateo 27.51
Hebreos 10.19-22
«Rasgose el velo». Ya no más
distancia mediará.
Al trono mismo de su Dios
el alma llegará.
«Rasgose el velo». ¡Sombras, id!
La luz resplandeció;
la cara misma de su Dios
Jesús ya reveló.
«Rasgose el velo». Hecha está
eterna redención;
el alma pura y limpia ya
no teme perdición.
«Rasgose el velo». Dios abrió
los brazos de su amor:
entrar podemos donde entró
Jesús, el Salvador.
El Salvador sentado está
en alta majestad;
purgados los pecados ya
según la santidad.
Entremos, pues. ¡Oh! adorad
al Dios de amor y luz;
las preces y las gracias dad
en nombre de Jesús.
463
1 Corintios 11.23-26
Recordámoste, Señor,
en tu muerte de dolor,
por salvar al pecador,
y te adoramos.
En tu cruz, oh, Salvador,
vasto amor se nos mostró
cuando Dios te abandonó,
y te adoramos.
Levantado ahora estás
para no morir jamás.
En tu amor nos guardarás,
y te adoramos.
Pronto, completada ya,
tu Iglesia subirá,
y contigo gozará
de eterna gloria.
Hasta entonces, oh Señor,
de tu mesa alrededor,
de los símbolos de amor
participaremos.
464
Génesis 22.2
1 Reyes 10.7
Señor, ¡qué precio te costó
tu pueblo rescatar!
De Dios, el Unigénito
fue puesto en el altar,
fue puesto en el altar.
El Padre, en su divino amor,
no te escatimó.
Y con tu muerte de dolor,
Esposa te compró,
Esposa te compró.
Gozando de la plenitud
que tu favor nos da,
sabemos que por tu virtud
Dios nos acepta ya,
Dios nos acepta ya.
Tal como eres, Salvador,
mirarte, ¿qué será?
Gran gozo nos dará, Señor,
estar contigo allá,
estar contigo allá.
Cuando, por fin, podamos ver
tu excelsa majestad,
confesaremos entender
menos de la mitad,
menos de la mitad.
465
Gálatas 3.27
Juan 4.23
1 Timoteo 6.17
¡Gloria a Dios! porque su gracia
en nosotros abundó,
y su fiel misericordia
en nosotros se mostró.
¡Gloria a Dios! porque no mira
nuestra vieja iniquidad;
bondadoso nos reviste
de justicia y santidad.
¡Gloria a Dios! que de fe pura
hinche nuestro corazón,
y del Hijo que ama tanto
nos concede el sumo don.
¡Gloria a Dios! que aquí nos une
en perfecta y dulce paz,
por su diestra protegidos,
alumbrados por su faz.
¡Gloria a Dios!, a quien complace
recibir nuestra oración,
nuestros cantos de alabanza,
nuestra pura adoración.
¡Gloria a Dios! que en abundancia
toda bendición nos da.
Y si Él obra así en la tierra,
¿en los cielos qué será?
466
1 Juan 3.1-2
Juan 19.37
Se acerca el bello día
en que, Señor, vendrás;
con grande alegría
nos arrebatarás.
Rodeado de las huestes
que redimiste aquí,
los cánticos celestes
te exaltarán a Ti.
¿Podré reconocerte
en esa multitud?
¿Qué seña habrá, que al verte,
me muestre que eres Tú?
La gloria refulgente,
en Ti se ve brillar,
mas gloria esplendente
no me pudo salvar.
Heridas, sí, heridas,
veré en Ti, Jesús,
sólo por Ti sufridas
en esa cruenta cruz.
Cordero inmolado,
eres mi Salvador;
tus manos, pies, costado,
son pruebas de tu amor.
Señor Jesús, bendito,
postrado ante Ti
admiraré, contrito,
tu gracia hacia mí.
Te alabo y te adoro,
te amo más y más;
y en el celeste coro
mi voz escucharás.
467
Efesios 2.13-16
Mateo 3.17
Oh Dios de grande amor,
gozamos de tu luz,
y disfrutamos tu favor
por medio de Jesús.
Oh Dios de gracia y de bondad,
gozamos ya de tu amistad.
En Cristo tu placer
completo se encontró,
pudiendo por su cruz saber
que la obra consumó,
y nos podemos hoy gloriar
en quien nos vino a rescatar.
Eterna es nuestra paz,
Señor Jesús, por Ti;
tu bendición y tu solaz
gozamos desde aquí.
Sólo eres nuestra salvación;
Tú llenas nuestro corazón.
468
Lucas 24.5, 51
Hebreos 7.25
Ya pasó la noche triste, noche de dolor,
cuando en cruz cruel sufriste, oh Señor.
Por los hombres inmolado nunca más serás,
ni por Dios desamparado te verás.
Ni la tumba dominante te tendrá jamás.
De la muerte triunfante ya Tú estás.
En la gloria levantado, puedes hoy salvar
por tu obra consumada, y guardar.
Ya tu Iglesia redimida goza de tu amor,
mas desea tu venida con fervor.
Porque entonces la riqueza toda se verá,
que la cruz con su tristeza te dará.
469
Cantares 5.10, 16
Filipenses 2.9
Sólo el pensar, Señor, en Ti
deleita el corazón;
mas sé que al verte habrá en mí
mayor satisfacción.
No hay voz hermosa que al cantar
compare, Salvador,
con ese nombre que es sin par,
más dulce y superior.
Del corazón contrito, Tú
serás consolador;
de aquel que cae, siempre su
tierno restaurador.
¿Oh, quién podrá contar mejor
lo que se encuentra en Ti?
Son tus amados que tu amor
proclamarán aquí.
Sé Tú el gozo nuestro aquí,
corona en gloria allá.
Nos gloriaremos aún en Ti
por la eternidad.
470
1 Juan 1.5; 1 Juan 4.8
Lucas 22.19-20
Yo quisiera, oh Salvador,
comprender tu gran amor,
cerca de tu cruz morar,
tu agonía contemplar.
Veo yo que «Dios es luz»
en la muerte de Jesús;
y veo en su gran dolor
que también «Dios es amor».
Participo ya del pan,
y mis ojos mirarán
a Jesús que en cruz murió
por mí, indigno pecador.
En la copa yo veré
la figura, por la fe,
de la sangre de Jesús,
derramada allí en la cruz.
Humillado quedaré
al mirar la cruz por fe.
¡Oh cuán vil he sido yo,
pues por mí Jesús sufrió!
471
Juan 15.13
Lucas 19.10
Tito 3.5
Amigo tengo cuyo amor
excede todo mi pensar;
más alto que el brillante sol,
más hondo que el inmenso mar.
Tan bueno es Él, tan fuerte y fiel,
pues con eterna caridad
amome. ¡Al Señor load!
Él era coigual con Dios,
el centro de la adoración;
pero, en su incomparable amor,
al miserable pecador
para buscar, y rescatar,
dejando su celeste hogar,
buscome. ¡Al Señor load!
Fue solo Él en su senda aquí,
sin simpatía alrededor;
y sólo el Padre en gloria allí
del Hijo supo el amargor.
Mas no cedió, ni vaciló;
y estando yo sumido en mal,
hallome. ¡Al Señor load!
Llegó el terrible día al fin,
en que, con triste corazón,
en medio de amenazas mil,
desamparado ya de Dios,
el Salvador por mí murió;
y así, sufriendo en mi lugar,
salvome. ¡Al Señor load!
Ahora, mientras vivo acá,
al Salvador las gracias doy.
Y espero pronto ver su faz
en ese hogar adonde voy.
¡Con Él estar, en luz sin par!
¡Oh, cuánto gozo me será!
Le alabo. ¡Al Señor load!
472
2 Corintios 5.14
Efesios 5.2
Jeremías 31.3
¡Oh, profundo amor de Cristo,
vasto, inmerecido don!
Cual océano infinito,
ya me inunda el corazón.
Me rodea, me sostiene
la corriente de su amor;
llévame continuamente
hacia el gozo del Señor.
¡Oh profundo amor de Cristo!
Sus loores proclamad,
pues su amor nos satisfizo
y no cambiará jamás.
¡Cómo cuida a sus amados,
redimidos por su cruz!
Comunión con Él gozamos
cuando andamos en la luz.
¡Oh profundo amor de Cristo,
único, supremo amor!
Cual un vasto mar bendito,
cual hogar al viador.
¡Oh profundo amor de Cristo!
Pura gloria es para mí,
que me eleva, salvo y listo,
hacia el cielo, hacia Ti.
473
Hebreos 6.19; Hebreos 10.20; Hebreos 13.13
Por su cuerpo lacerado, vamos a Él.
Penetrando velo adentro, vamos a Él.
Con su sangre rescatados,
por su gracia ya amparados,
por su cruz santificados, vamos a Él.
Por su amor manifestado, vamos a Él,
quien sufrió real afuera, vamos a Él.
En su cruz hoy nos gloriamos,
nunca nos avergonzamos,
bien contentos avanzamos; vamos a Él.
Por la sangre del Cordero, vamos a Él,
confiados, velo adentro, vamos a Él.
Nueva creación formamos,
plena salvación gozamos
y postrados adoramos; vamos a Él.
A Jesús, el rechazado, vamos a Él,
todavía real afuera, vamos a Él.
Su baldón aquí llevando,
a este mundo abandonando,
hoy su amor está llamando, vamos a Él.
Pronto por su voz llamados vamos a Él,
reunidos velo adentro, vamos a Él.
Viene Él mismo a arrebatarnos,
nunca más a separarnos,
para siempre a gozarnos, vamos a Él.
474
Lucas 18.40, 43
1 Pedro 2.24
Delante del Nazareno,
pasmado me encuentro hoy.
Sin ver en mí nada bueno
me amó, aunque indigno soy.
c
¡Es de admirar! ¡qué asombro da!
Con razón yo canto así.
¡Es de admirar! ¡qué asombro da!
¡Maravilloso amor por mí!
Clamó en el huerto, sudando:
«No se haga mi voluntad».
Al Padre oró allí, llorando,
postrado en soledad.
En sufrimiento vicario
mi carga Él asumió,
y fue en la cruz del Calvario
que, solo, Jesús murió.
Y con los santos en gloria
su faz yo por fin veré;
su amor, ¡sublime historia!,
por siempre declararé.
475
Salmo 45.2
Mateo 3.17
1 Pedro 2.22-23
Señor, tu senda aquí mostró
la gracia de tu ser.
El Padre en Ti se complació
tu vida santa al ver.
Con gran bondad, profundo amor,
pudiste bendecir
al prójimo tan pecador
que a Ti quiso venir.
Rodeado de infidelidad,
a Dios Tú fuiste fiel;
tu luz brilló en la oscuridad
del mundo vil y cruel.
Tu boca engaño nunca habló,
ni nunca hiciste mal;
de labios tuyos derramó
la gracia divinal.
Envidia y odio aquí también
sufriste, Salvador,
mas anduviste haciendo el bien,
sin fama y sin honor.
A cambio de tanta virtud
que en Ti se vio, Jesús,
los hombres, con ingratitud,
¡te dimos una cruz!
476
Isaías 42.1; Isaías 53.10
Mateo 3.17
Buscar la tonada
El elegido Cristo,
en la eternidad,
lo enviaste desde el cielo
a hacer tu santa voluntad.
c
Gracias, oh mi Padre,
por darme tu amor.
En la cruz el Cristo tuyo
hizo todo a mi favor.
El observado Cristo,
ante Ti, oh Dios.
«Este es mi Hijo amado»,
dijiste Tú en alta voz.
El quebrantado Cristo
humillándose,
bajo la gran ira tuya
el Siervo castigado fue.
El ofrecido Cristo
una vez murió.
En su cuerpo en el madero
Él toda mi maldad llevó.
El exaltado Cristo,
Él resucitó.
A tu diestra para siempre,
en gloria y majestad llegó.
477
Isaías 42.1
Filipenses 2.5-11
Dios nos invita a contemplar a su Hijo fiel.
Dice: «He aquí mi Siervo que escogí.
Lo sostendré y mi complacencia está en Él,
y Yo con mi Espíritu lo ungí».
c
Dios lo exaltó y lo puso muy en alto,
le dio un nombre bello y sin par.
Hasta lo sumo fue engrandecido;
ahora todo ser lo debe adorar.
Igual a Dios en gloria y esencia,
se despojó del trono y del fulgor.
El Siervo muestra su condescendencia;
en condición de hombre el Salvador.
A semejanza de los hombres, Él nació.
No se agradó a Sí mismo, sólo a Dios.
Tampoco para ser servido Él llegó,
sino a servir en la obra de la cruz.
Herido por mi mal, el siervo Cristo fue.
Jehová cargó en Él mi transgresión.
Se hizo obediente hasta la muerte,
la muerte de la cruz, mi salvación.
478
Hebreos 2.14
Romanos 4.25
Crucificado fue mi Salvador;
por mis pecados, sé, Cristo el Señor.
c
Desde la tumba subió. Sí, triunfante Él resucitó;
para siempre ya dominio sobre el mal
con los santos tiene en gloria celestial.
Triunfó, triunfó, ¡aleluya, Él triunfó!
Inútil la prisión del Salvador;
vana la detención de mi Señor.
La muerte ya venció, Cristo el Señor;
la salvación nos dio el Redentor.
479
Marcos 16.6
Efesios 4.8
1 Corintios 15.20
Cristo ya ha resucitado, aleluya;
de la muerte ha triunfado, aleluya.
El poder de su virtud, aleluya,
cautivó la esclavitud, aleluya.
El que al polvo se humilló, aleluya,
vencedor se levantó, aleluya.
Y cantamos en verdad, aleluya,
su gloriosa majestad, aleluya.
El que a muerte se entregó, aleluya,
el que así nos redimió, aleluya,
hoy en gloria celestial, aleluya,
reina en vida triunfal, aleluya.
Cristo nuestro Salvador, aleluya,
de la muerte vencedor, aleluya;
pronto vamos sin cesar, aleluya,
tus loores a cantar. Aleluya.
480
Salmo 68.18
Mateo 28.6
Apocalipsis 19.11-16
Venid y celebrad a Cristo, quien llevó
cautiva la cautividad;
y estas nuevas proclamad:
Jesús resucitó, Jesús resucitó.
c
La lucha ha ganado;
grata y gloriosa noticia.
Sí, Cristo ha resucitado
y pronto en su gloria vendrá.
La muerte no venció al Salvador Jesús,
quien a Sí mismo se humilló
y por nosotros padeció
la muerte de la cruz, la muerte de la cruz.
Allí sentado está el Sacerdote fiel,
su obra terminada ya;
Él intercede siempre allá
por los que creen en Él, por los que creen en Él.
Él mismo volverá, pues su palabra es fiel,
y su promesa cumplirá,
pues nuestros cuerpos cambiará
a semejanza de Él, a semejanza de Él.
481
Apocalipsis 1.17-18
Isaías 53.3-5
¡Murió Jesús! Aquel Varón de angustias,
herido fue por nuestra rebelión.
Murió el Justo por los pecadores,
y por su cruz tenemos salvación.
c
Yo soy el que vivo, que vivo y muerto fui;
Yo soy el que vivo, que vivo y muerto fui;
y he aquí, Yo vivo para siempre. Amén.
Y he aquí, Yo vivo para siempre. Amén.
Yo soy el que vivo, que vivo y muerto fui;
y he aquí, Yo vivo para siempre. Amén.
¡Lloró! Oró: «Mi Padre, si es posible
pase de Mí la copa, amarga hiel.
Tu voluntad empero sea hecha;
la obra que me diste quiero hacer».
¡Luchó! ¡Venció! A Satanás despoja.
Pues, ¿dónde está, oh muerte, tu aguijón?
Sorbida es ya la muerte con victoria,
y al mundo el vencedor le da redención.
482
Proverbios 22.1
Mateo 27.37
Hechos 1.11
Buscar la tonada
(C)
El nombre de Jesús es un tesoro
cuyo valor no puedo calcular.
Es más precioso aun que todo el oro
que en este mundo se pueda juntar.
c
Jesús, el nombre que escuchar anhelo.
Jesús, el nombre que me inspira paz.
Yo sé que nunca aquí, ni allá en el cielo,
encontraré un nombre así, ¡jamás!
Su nombre hoy es sobre todo nombre.
Por siglos mil se llamará Jesús,
pues, siendo Dios, tomó forma de hombre
para morir la muerte de la cruz.
«Este es Jesús», así escribió Pilato,
menospreciando el nombre del Señor.
El mundo vil, injusto y tan ingrato
no tiene aprecio por el Salvador.
Al ascender, discípulos lo vieron;
su pueblo aquí, paciente, esperará.
«Este Jesús», los ángeles dijeron,
«Él mismo es el que regresará».
483
Isaías 53.1-12
El Siervo de Dios prosperado será;
digno es Él de todo honor.
Despreciado fue Él, el Varón de dolor
es Cristo, el Salvador.
c
Fue herido por mis pecados,
fue molido por mi iniquidad.
Sufrió crueles dolores,
a mi alma dio sanidad.
Cual renuevo subió la raíz de Israel,
no hay parecer en Él.
La multitud lo tomó como herido de Dios,
pero Él era el Siervo fiel.
Cual cordero calló, en silencio quedó,
y nunca se defendió.
Por mi gran rebelión, inocente sufrió;
mi castigo Él soportó.
En la cruz de pasión, Dios con fuerza golpeó
al perfecto Redentor.
Su vida en expiación puesta allí fue por nos:
Jesús, el gran Salvador.
De la tumba subió y Él conocerá
el fruto de su aflicción.
Satisfecho quedó y nos justificó
por su gratuito perdón.
484
Salmo 69.7-9
Gálatas 2.20
Mi vida eres Tú, Jesucristo.
¡Qué muerte moriste por mí!
Tu amor en la cruz, nunca visto,
me dio lo que no merecí.
Vergüenza, tormentos, infamias,
¡oh, cuánto sufriste allí!
¡Mil gracias, Señor, sí, mil gracias
hoy vengo a darte a Ti!
Por mí toleraste reproches,
las burlas, el odio, el desdén,
el vil escupir de los hombres,
sus golpes y espinas también.
Llevando la cruz caminabas
pensando en tu Padre y en mí.
¡Mil gracias, Señor, sí, mil gracias
hoy vengo a darte a Ti!
Señor, al Calvario Tú fuiste,
y en medio de la oscuridad
por Dios castigado sentiste
el peso de mi iniquidad.
La obra que allí consumabas
el cielo ganó para mí.
¡Mil gracias, Señor, sí, mil gracias
hoy vengo a darte a Ti!
485
Salmo 69.30
Hebreos 13.15
¡Oh, que tuviera lenguas mil
del Redentor cantar
la gloria de mi Dios y Rey,
los triunfos de su amor!
Bendito mi Señor y Dios,
te quiero proclamar;
decir al mundo en derredor
tu nombre sin igual.
Dulce es tu nombre para mí,
pues quita mi temor;
encuentra en él salud y paz
el pobre pecador.
Rompe cadenas del pecar,
al preso librará;
su sangre limpia al ser más vil,
¡gloria a Dios, soy limpio ya!
486
Hebreos 9.28
Isaías 43.25
Llegué al altar y al Cordero yo vi
ya hecho cenizas por mí.
Ofrenda encendida, olor grato ascendió,
holocausto que Dios aceptó.
Al ver tal escena pasmado quedé
y desde la gloria escuché:
«Tu culpa es quitada y limpio estás,
no hay huella del mal en ti más.
Jesús en la cruz tu castigo sufrió,
su sangre por ti derramó,
y ya toda mancha en tu alma borré;
tus maldades no recordaré».
Oh Dios, esto creo, con admiración,
confírmame tal convicción:
de los pecadores, más cuenta me doy,
el primero, el más vil, yo lo soy.
487
Lamentaciones 1.12
Zacarías 13.7
Mirad y ved si hay dolor
como el de Cristo, el Salvador:
sufrió de Dios, del diablo cruel,
del hombre vil en contra de Él.
Azotes del gobernador
le abrieron surcos al Señor.
Laurel de espinas, con desdén,
pusieron en su hermosa sien.
Avergonzado en una cruz,
¡qué maldición!, Señor Jesús.
Tus pies, costado y manos son
la fuente de la redención.
El enemigo, cual león,
mostró de nuevo su intención;
a Cristo quiso devorar,
hiriéndole en el calcañar.
En densa oscuridad allí,
desamparado, oh Dios, por Ti,
tu espada al fin se levantó
y al alma del Pastor golpeó.
Miré y vi que no hay amor
como el de Cristo, mi Señor.
Mi devoción y vida fiel,
en gratitud, le doy a Él.
488
Isaías 52.13
Apocalipsis 5.11-12
Contemplándote en la gloria,
te adoramos, oh Señor.
En Ti vemos esa historia
de la cruz y tu dolor.
Huellas de tan vil maltrato,
la deshonra y el desdén,
hoy añaden al ornato
de la gloria en tu sien.
En la cruz, abandonado,
nadie te ayudó allí.
Sobre el trono, exaltado,
todo el cielo te honra a Ti.
¿Quiso Dios desampararte,
y escondió su faz de Ti?
¿Quise yo desfigurarte?
¡Nunca más será así!
Al Cordero inmolado
en la gloria alabaré.
Ante el trono allá, postrado,
con millones cantaré.
489
Gálatas 4.4-5
Juan 1.14
¡Qué bella historia! De su excelsa gloria
bajó el Salvador, Jesús, mi Redentor.
Nació en pesebre, despreciado y pobre,
Varón de lágrimas y de dolor.
c
¡Oh, cuánto le amo! Y fiel le adoro;
Él es mi vida, mi Redentor.
El Rey de gloria vino a salvarme
y a revelarme al Dios de amor.
¡Qué gran misterio, tan incomprensible!
El Verbo se encarnó y al mundo descendió.
El Plan oculto revelose al hombre
y por su tierno amor me levantó.
¡Don admirable, tan incomparable!
de plena salvación y eterna redención.
El Sol divino brilla en mi camino;
su luz alumbrará mi corazón.
490
Hebreos 8.3
Éxodo 28.9, 29
Cristo hoy está en el cielo
a la diestra de su Dios;
nunca más desamparado,
no verá otra humillación.
Nunca más será golpeado
por la vara de Jehová.
Nunca más seres malvados
al Señor maltratarán.
Viviendo en la luz perpetua
de la gloria de su Dios,
todos siempre satisfechos
con la sangre que vertió.
Nuestros nombres en su pecho,
en sus hombros nuestro ser;
adoremos pues al Padre:
¡Cristo es Sacerdote fiel!